martes, 25 de febrero de 2020

TRES ROSAS AMARILLAS de Raymond Carver


«Entonces, años después, alguien podrá volver sobre este tiempo, interpretarlo a partir de documentos escritos, de fragmentos dispersos y largas peroratas, de silencios y veladas imputaciones. Y es entonces cuando germina en mí la idea de que la autobiografía es la historia de los pobres desdichados. Y de que estoy diciendo adiós a la historia.»
Tres rosas amarillas además de ser un relato de Raymond Carver, es el título de esta colección de siete relatos hilvanados con una tristeza sentenciosa donde el autor nos expone el retrato de personajes con vidas fracturadas y espíritus solitarios. Amarillo es un color primario, brillante que puede simbolizar optimismo, belleza y alegría, pero irónicamente tiene otros significados más oscuros como enfermedad, envidia y celos. Carver entiende de estos significados. Los primeros son la sombra, el fantasma de lo que fueron sus personajes en estos relatos o quizá de su vida, en su juventud; pero los últimos son en esencia la agonía de una vida que no termina de acumular afanes y desesperanza.

Raymond Carver es un escritor y poeta estadounidense. Frecuentemente se le refiere como uno de los mayores exponentes del movimiento literario conocido como «realismo sucio» (similar a lo que escribía Charles Bukowski). No obstante, el estilo de Carver es minimalistas y sus personajes parecen sombras de sí mismos: personas de mediana edad, de clase media o media baja, divorciados, sin motivaciones, infelices y desgraciados. Como si vivieran una vida que no vale la pena. Completamente grises.

En las colecciones de relatos siempre hay unas historias mejor que otras. Algunas son los ejes, las otras el relleno para llegar a un número de páginas estándar para la publicación. En este caso ninguna historia sobra. Merecen unas líneas para comentarlas una a una.

Cajas: narrada en primera persona nos encontramos a una pareja de mediana edad que después de varias malas experiencias y divorcios, están intentando un matrimonio. Él siente que debieran visitar más a su madre, ella por otro lado nunca ha tenido una relación buena con sus suegras, le trae malos recuerdos. Jill, el nombre de ella, tiene a cuesta dos divorcios. La madre del protagonista quiere mudarse a California y en su casa siempre hay cajas a medio empacar. Nunca termina de empacar. Pero finalmente el día llegó, terminó yéndose a California. Desde hacía mucho que había empacado sus cosas y su hijo daba por sentado que la mudanza nunca llegaría. Su madre tiene 70 años y es viuda de un hombre que siempre había sido un borracho y la trataba mal. La madre se queja por todo y de todos, pero quiere ser feliz. El protagonista desea lo mejor para su madre, pero siente que es un adiós muy largo, una carga emocional muy fuerte, una despedida que nunca acaba. No quiere en realidad que se vaya su madre. El viaje de la madre es un simbolismo de una pérdida, incluso de una muerte. No queremos que nuestros seres queridos se marchen y vemos que esas cajas que acumulan para el viaje, esos baúles, son sus arrugas y sufrimientos acumulados. La madre también simboliza el pasado, el crisol de una infancia sino feliz al menos inocente del protagonista. La esposa también tiene un simbolismo, el de un presente insípido, no mejor ni peor a sus días del pasado reciente, es la forma atropellada que él tiene para no sentirse solo y ver la fría miseria de los días. El relato concluye con una pareja muy simpática que el narrador ve por la ventana, que puede representar un futuro incierto, quizá feliz, o pueda que no sea más que un sueño irrealizable o un recuerdo.

Quienquiera que hubiera dormido en esta cama: nuevamente tenemos a un narrador de mediana edad. Es divorciado y su pareja actual se llama Iris. Están casados y probablemente no llevan mucho tiempo juntos. A la mitad de la noche reciben una llamada de una mujer borracha preguntando por Bud, quien parece ser que es su esposo, hijo o quien sea, lo importante es que es alguien que ella necesita o es el motivo de sus preocupaciones. Él le indica que marcó un número equivocado, cuelga y vuelve a llamar la misma mujer. Termina por levantar la bocina y dejar el teléfono hasta que la mujer al otro lado cuelgue. A partir de esa llamada no pueden dormir, ven televisión y surge una conversación de forma espontánea sobre la eutanasia. Ella quiere que la desconecten. Lo presiona para que también él sea de la misma decisión o al menos la desconecte a ella. Él no quiere ser desconectado. Valora la vida por muy miserable que esta pueda llegar a ser.  A la mañana siguiente ve el teléfono sin colgar, levanta la bocina y escucha la voz de la mujer que todavía sigue al otro lado. No estoy seguro de que en estos momentos todo deba cederse a los simbolismos o encontrar significados ocultos en estos relatos, pero me parece que la llamada equivocada a la mitad de la noche con esa voz en llanto que parece ebria es la consciencia del protagonista que clama por ese vacío y ensimismamiento en lo que se ha convertido su vida. A la eutanasia también se le conoce como suicidio asistido. Hablar de esos temas en la noche, aferrarse a la vida cuando no se está muriendo y cuando pudieron haber conversado de otras cosas o haber tenido relaciones sexuales, es en sí triste y desconcertante.

Intimidad: en este relato el narrador visita un poblado. Busca una dirección. Quiere visitar a su exesposa que actualmente ya tiene una pareja y aparentemente lo ha olvidado. El encuentro se da después de cuatro años sin haberse siquiera escrito. Ella le recrimina todos sus defectos y lo mal esposo que fue, pero al final lo perdona. Él fue hasta ella por la mañana y no se explica del todo los motivos. La conversación termina y la puerta se cierra. Él ve la luna en el celeste cielo y niños jugando que no son sus hijos ni de ella. Ve unas hojas secas en el camino. Parece que aún la ama o ama lo que ella representó en su historia personal. Esta historia es como una tortura autoimpuesta para el protagonista, todo por unos instantes, revivir una discusión y que la misma terminara con una dispensa. Las hojas secas en el camino es su vida, sopladas por el viento, sin objeto ni suerte. La luna es ella, inalcanzable. Los niños que juegan es la vida que pudo haber sido y nunca será.

Menudo: esta historia está construida sobre los pensamientos del narrador quien es un hombre en infidelidad con su vecina, quien también es casada. Los pensamientos vienen porque ve, desde la venta de su dormitorio, a su vecina. Han discutido y el marido de ella se marcha, posiblemente porque ha descubierto que ella es infiel, aunque duda que sepa que él es el amante. Ve su esposa en la cama, ella le ha sido infiel también. Él lo sabe, pero su esposa ignora que él siempre lo supo. A él no le importa si fue el amante quien la dejó a ella o ella al amante. Ambos habían tenido matrimonios fracasados antes. Él no siente amor por nadie. Este relato es terriblemente miserable, todos están con quien no quieren y parece ser que no les importa, ya ni se esfuerzan por mentir u ocultar. Es como una sentencia de lo que comenzó mal seguirá mal hasta terminar mal.

Elefante: En este relato tenemos la narración de un hombre solitario y divorciado. Un día su hermano le llama porque tiene problemas financieros graves, le pide prestado USD 500 para no perder su casa. Él sin dudarlo le envía el dinero, pero su hermano no le paga. Al poco tiempo le llama para pedirle prestados otros USD 1000 porque ya ha perdido todo. Él se los envía. El narrador también es el sostén de su madre, le envía dinero todos los meses, y darle dinero a su hermano le vino a causar problemas en sus finanzas personales. Además, le envía dinero a su exesposa que ya no le habla sino a través de abogados, a su hija que ya tiene dos hijos y está casado con un mantenido, hasta su hijo universitario que es un idealista y pretende irse a la Alemania comunista (el relato está en el contexto de la década de los sesentas). Por ayudar a todos con sus problemas de dinero se descuida él mismo. No puede comprarse ni zapatos, se endeuda más de la cuenta y empieza a amenazar a todos con que un día se irá a Australia. Nadie le cree, ni siquiera él mismo. El círculo que él creo es su propia jaula. Tiene un sueño: se imagina de niño en los hombros de su papá. Su padre le dice que no tenga miedo. Le sujeta fuertemente los tobillos. Él se siente como si estuviera arriba de un elefante porque todo lo puede ver desde arriba. Al día siguiente va a trabajar y se encuentra con un amigo que le presume un vehículo deportivo. Le invita a subir. A él no le asusta la velocidad y le dice que acelere. Este es mi relato favorito, en él el sentimiento de soledad y depresión es sumamente palpable que no hace falta siquiera mencionarlo. El protagonista se convirtió en una herramienta para todos y nada más. Todos se comunican con él a través de cartas o llamadas, no hay ningún contacto físico. El sueño que tuvo con su padre fue esa añoranza de aquellos momentos únicos en su vida en los que pudo haberse considerado feliz, donde era inocente y su padre nunca lo dejaría caer. Lo compara con un elefante como aquellas representaciones donde la tierra descansa sobre los hombros de esos animales. Sin los elefantes, todo se desmorona. Al despertar se da cuenta que nunca será feliz y que todo ha ido a peor y solo puede ir en esa dirección. Cuando decía que se iría a Australia en realidad decía que desaparecería y finalmente sí lo hizo. El amigo representa la muerte, el vehículo no es más que una herramienta. El protagonista se suicida. 

Caballos en la niebla: en este relato el narrador recibe una carta de despedida por debajo de la puerta del estudio. Es la carta de despedida de su esposa con quien apenas acaba de cenar. Él no reconoce la letra ni el estilo de su esposa y tampoco termina de leer toda la carta. Siempre reitera no reconocer la grafía y que es un misterio el destino de la carta porque la traspapela y nunca más la encuentra. Es de noche y aparecen unos caballos en la niebla. Sale a verlos, pero también nota en el porche una maleta, es de su esposa. Ve también que se acerca un vehículo. Son las autoridades, el alguacil o Sheriff, que han venido a por los caballos. Pero también su esposa se va con ellos. El matrimonio se acabó. La pareja llevaba casada más de vente años, tenían hijos mayores que ya no vivían con ellos. Los caballos en la niebla no tienen lugar en la historia como él, el narrador, tampoco. En este relato me gusta la forma de como un elemento absurdo resulta ser el común denominador con el propio protagonista. Cuando su esposa se marchó después de dos décadas de haber vivido juntos se dio cuenta de que no la conocía. Cuando ella subió al vehículo también se llevó su historia, y una persona sin historia es como que si no hubiera vivido y daba igual si moría.

Tres rosas amarillas: narra la triste muerte del célebre escritor ruso, Antón Chéjov, desde su caída cuando iba a cenar con su editor en un lujoso restaurante, hasta su muerte en un hotel de otro país. El escritor es hospitalizado y es visitado por muchas personalidades de la época, incluso el mismo Leo Tolstoi. Este es el relato de la negación de Chéjov de su propia condición y agonía. Ante todos y muy convencido decía que se estaba recuperando, que cada día se sentía mejor que el anterior, cuando en realidad pasaba todo lo contrario. En los momentos previos a su muerte su pareja, el doctor y él toman champagne, pero no brindan. Al día siguiente el botones, el mismo que trajo el champagne, trae tres rosas amarillas. El botones no tiene ni idea de que es lo está pasando ni quien es la persona que acaba de morir. La nota final del relato, al menos como lo comprendo, es que Chéjov pudo haber sido uno de los escritores más grandes de Rusia, incluso del Siglo XX, pero hasta los más grandes mueren y el dolor de ellos es como el que le ocurre a todos. En la miseria de la muerte todos somos iguales. El botones es la representación del olvido y las rosas que trae apenas los recuerdos que quedan.

Estos relatos son para leerlos despacio y con mucha atención a los detalles. Quizá no brilla por el uso de figuras retóricas y otros recursos literarios, pero las historias y la forma que el escritor teje las tramas son como para reflexionar y descifrar esos silencios, buscar aquellas palabras que no se escribieron. No hay finales es felices en las páginas de Carver.

Extraigo dos aforismos de Carver que me parecieron dignos de resaltar: 
«Me gustaría morirme y dejar de ser una carga.»
«La realidad a veces sale al paso de las buenas intenciones.»

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