«En el fondo no somos homo sapiens, pues nuestro núcleo es la locura, y la directiva primordial, el asesinato. Lo que Darwin fue demasiado educado para expresar, amigos míos, es que no llegamos a dominar el mundo porque seamos los más inteligentes ni los más malvados, sino porque siempre hemos sido los cabrones más chiflados y asesinos de toda la selva. Y eso es lo que dejó al descubierto El Pulso hace cinco días.»
Cell fue publicada en 2006 y no fue hasta una década después que se lanzó la primera adaptación cinematográfica. Stephen King, aunque en la literatura publica un libro o dos cada año, en el cine o en la pantalla pequeña estas obran van a otro ritmo. He leído bastante de Stephen King, pero también él ha escrito tanto que nunca estoy cerca de acabar su obra. De momento esta novela no me parece particularmente sobresaliente del canon o panteón de letras del escritor, siempre diría que sus obras destacadas son aquellas que publicó en la década de los 80 o inicios de los 90 como El resplandor, Eso (It), Misery, Cementerio de animales y Carrie, que ya son unos verdaderos clásicos literarios y de cine (por la difusión que han tenido); aunque últimamente me ha dado sorpresas que vale la pena mencionar como Revival, El visitante y Mr. Mercedes.
Para mantenerme libre de prejuicios sobre el contenido de la obra me abstuve de ver la película, obviamente no quería crearme spoilers. Tampoco la he visto previo a este comentario. Apenas sé que la protagoniza Samuel L. Jackson y John Cusack, y no la investigué más, por lo que ignoro su desempeño en la taquilla y la recepción de los críticos.
Mientras leía Cell me hizo recordar una obra anterior de Stephen King, Apocalipsis. Donde dibuja un escenario postapocalíptico, del cual no explica demasiado las causas, simplemente están allí los protagonistas y deben hacer algo para sobrevivir. Apocalipsis es un libro cinco veces más grande por su extensión en comparación a Cell, que tampoco lo clasificaría como una pequeña novela con sus más de cuatrocientas páginas. King siempre se las arregla para entretener al lector y que entre los capítulos encontremos en nuestra mente lo que él imaginó en la suya. En Cell el personaje principal es Clay Riddell, un hombre común y corriente. Él es testigo de cómo empezó todo a convertirse en un pandemónium. En un inicio la cuestión era sobrevivir, ponerse a salvo; pero al poco tiempo abandonamos la claustrofobia y pasamos a una historia de búsqueda, la necesidad de Clay de llegar con su familia, con la idea de qué pueda que no sea demasiado tarde y pueda rescatarlos y protegerlos. En la travesía se hace acompañar con algunos personajes eclécticos con los cuales desarrolla una verdadera camaradería y amistad.
La sinopsis va de esta manera:
«Día 1 de octubre aparentemente es un día típico y Clayton Riddell, un artista de Maine, casi salta de alegría por Boylston Street, en Boston. Acaba de firmar un contrato para ilustrar un cómic que le permitirá mantener a su familia, ha comprado un regalo a su esposa y tiene claro que le regalará a su hijo Johnny. Clay presiente que todo va a ir mejor a partir de entonces. Pero bruscamente se trastorna todo: se produce una devastación masiva, causada por un fenómeno que más adelante llamarán El Pulso, que se reproduce a través del teléfono móvil. Clay junto a unos cuantos supervivientes desesperados, se encuentra arrojado a una edad oscura, rodeados por el caos, la hecatombe y una masa humana degradada a su estado más primitivo. Parece que no hay forma de escapar a esta pesadilla.»
En Cementerio de animales Stephen King había abordado la temática zombi por primera vez, pero aquí la esboza en esos escenarios postapocalípticos, muy a lo The Walking Dead, un survival thriller en toda regla. Pero quizá sea oportuno aclarar que estos zombis de King se parecen más a los de James Dashner que al arquetipo de Goerge Romero, es decir, los zombis de Cell son en realidad personas vivas que se han vuelto salvajes, primitivas, mediante una secuencia reproducida por los teléfonos celulares, de allí mi comparación con Dashner que se volvieron salvajes por algo que en sus novelas denomina «la llamarada», algo como un virus. En cualquiera de los casos, los zombis pueden morir desangrados y por todo tipo de heridas, puesto que poseen las mismas vulnerabilidades.
A modo de bromas hemos visto muchas imágenes donde personas en una fila, en una mesa o caminando, están atentos a las pantallas de sus teléfonos celulares. Parecen zombis. La inspiración de Stephen King esta vez no fue tan difícil de descifrar, lo cual a su vez convierte a Cell en una especie de tecnothriller. No en uno en toda regla, porque los personajes de King no son científicos ni buscan resolver un problema, sino sobrevivir. Si acaso habrá algunos intentos por allí de explicar las situaciones, los mismos son someros y son aspectos secundarios de la novela.
Existe una técnica de ayuda y de enfoque llamada Programación Neurolingüística también denominada PNL. No es algo nuevo. Desde la década de los 70 se han desarrollado programas y capacitaciones orientados a mejorar el rendimiento de las personas a través del autodescubrimiento de sus capacidades y principalmente de visualizaciones que pretenden desbloquear algunas conexiones sinápticas. La comparación de la mente como un software y del cerebro como el hardware es una idea simplista, pero a la vez atractiva. Stephen King hace uso de estas premisas y las incorpora dentro de su novela.
Así como el software de las computadoras puede ser afectado por un virus, la mente al ser tratada como una programación, pueda que ser dañada o alterada. King utilizó los celulares como los transmisores de una frecuencia que cambia esa configuración en el cerebro y envía al individuo a una etapa primitiva y feroz. Esto me recuerda a esos casos donde la CIA o la KGB les lavaban el cerebro a las personas y que luego, mediante la pronunciación de ciertas combinaciones de palabras, estás se convertían en implacables sicarios. Sin irme demasiado por las ramas, una referencia popular reciente la encontramos en la segunda película del Capitán América, Civil War, donde vemos a Helmut Zemo recitando una retahíla aparentemente inconexa de palabras al Soldado del Invierno con lo cual consigue reactivar su programación bélica.
Cell es una novela entretenida y puede que enganche bastante bien, pero no es trascendental. Me parece un libro más de Stephen King. Probablemente el personaje principal sea uno de los factores que erosionen el resultado, tanto que uno espera las líneas y pensamientos de otros personajes secundarios para darle más solides y ritmo al relato. En lo que se refiere al estilo y narración, no es tan diferente a otras obras de King, considero que está escrito para gustar a sus fans, no para ganar premios o reconocimientos.
Siempre se le ha criticado a King su falta de conclusión y malas decisiones para la elección de los finales de sus novelas. En esta oportunidad me parece que el final que eligió empezaba a trastabillar y quizá hubiese sido malo, pero alguien le habrá editado y lo dejó justo donde la novela lo necesitaba. Lo cual es de aplaudir y reconocerlo, por ello no puedo dejar de mencionarlo. En Cell no hay epílogo y eso creo que es de mucho valor. Si la novela necesita de un epílogo es porque el final le pareció insatisfactorio a los editores y obligaron al escritor a pulir ese gris que dejó como párrafo final, en la mayoría de los casos esto es lo que sucede.
Las películas de zombis siempre me han parecido vacías, con un único objetivo, entretener, y probablemente los libros no sean tan diferentes.
«El hombre ha llegado a dominar el mundo gracias a dos rasgos esenciales. En primer lugar, la inteligencia, y en segundo, la disposición absoluta a acabar con cualquier cosa o persona que se interponga en su camino.»
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