«Fuera soplaba el viento, un viento fuerte, y le dolía todo. No solo el cuello, sino también los brazos, las piernas, el vientre, el trasero. Como si tuviera quemaduras solares. Apartó la sábana, se sentó en el borde de la cama y encendió la lámpara de la mesilla, que proyectó un resplandor amarillento de sesenta vatios. Se examinó y no vio nada en su piel, pero el dolor estaba presente. Estaba dentro.»
En ocasiones únicamente se quiere disfrutar de un libro que nos sumerja en una historia donde sea fácil perderse entre las páginas, donde las horas pasen sin que preste atención a las agujas del reloj. Queremos una buena historia, con una buena narración que además sea cómoda de seguir, que nos mantenga en vilo, que nos enganche. Entre la cohorte de escritores actuales, solo uno se destaca para cumplir esas exigencias, Stephen King. También considero que es el único escritor que no necesita una presentación previa, su nombre es su marca, un concepto autodefinido.
Para el neófito, Stephen King pueda que no sea más que libros de terror, para quienes lo leemos sabemos que no es así, es mucho más, capaz de tocar temas muy sensibles con suma pericia. Este escritor con más de setenta años y poco más de medio siglo escribiendo, ha creado tantos personajes e historias que creeríamos que ya agotó la fuente de donde proviene toda esa inspiración, pero no, definitivamente no. Sus musas nunca perecen. King nos enseña que la imaginación no tiene límites y es capaz de moverse tranquilamente y con versatilidad en varios géneros literarios: fantasía, ciencia ficción, terror, thrillers, policial y hasta drama. Cada década el escritor parece reinventarse y esta nueva obra de 2018, The Outsider, es una propuesta bastante sólida, que quizá en su etapa final, en el desenlace, tenga algunas aristas efectistas, pero en suma cumple satisfactoriamente. Lo que uno esperaría de un hombre con la experiencia y calidad de King, está aquí y bien hecho.
Vamos a por la sinopsis: «Un niño de once años ha sido brutalmente violado y asesinado. Todas las pruebas apuntan a uno de los ciudadanos más queridos de Flint City: Terry Maitland, entrenador en la liga infantil, profesor de literatura, marido ejemplar y padre de dos niñas. El detective Ralph Anderson ordena su detención. Maitland tiene una coartada firme que demuestra que estuvo en otra ciudad cuando se cometió el crimen, pero las pruebas de ADN encontradas en el lugar de los hechos confirman que es culpable. Ante la justicia y la opinión pública Terry Maitland es un asesino y el caso está resuelto. Pero el detective Anderson no está satisfecho. Maitland parece un buen tipo, un ciudadano ejemplar, ¿acaso tiene dos caras? Y ¿cómo es posible que estuviera en dos sitios a la vez? La respuesta, como no podría ser de otra forma, los llevará por un camino trepitante, violento y peligroso».
King se ha decantado en ambientar sus nuevas novelas en un mismo universo literario, esto no significa que no lo hubiera hecho antes –la saga de la Torre Oscura, verbigracia, es un conjunto de novelas con hilo argumental basado en un escenario distópico, así mismo algunos lugares como Derry o Castle Rock tienden a compartirse o entrelazarse en una gran parte de sus novelas–. Esta vez el paralelismo no solo es evidente por las referencias, sino que utiliza un personaje ya conocido en una serie de entregas anteriores. De la trilogía del teniente Bill Hodges, esa serie que contiene las novelas Mr. Mercedes, Quien Pierde Paga y Fin de Guardia, regresa Holly Gibney quien en la segunda mitad del libro pasa a ser de un personaje secundario al principal, en cuyos hombros cae la resolución de la trama. Y dado que no muere en esta novela, puede que leamos más de ella y sus vicisitudes en otra entrega, probablemente enfrentándose a entidades más peligrosas y macabras.
De esta novela lo que brilla es la primera mitad que se vuelve una especie de novela negra y policial. Aquí el autor usa muchos recursos que nos recuerda a su primera novela publicada “Carrie”, me refiero a las transcripciones de entrevistas, artículos publicados por medios de comunicación, notas y cosas parecidas. Probablemente si uno lee dos veces cada entrevista encontrará algunos detalles que no se correlacionan con el actuar típico de una persona, pero se toleran y hasta se pasan por alto por los méritos que alcanza la fluidez. Esa primera parte policial es francamente excelente. La segunda parte, donde se da un giro de ciento ochenta grados hacia respuestas en lo sobrenatural, se reciente el nivel de versatilidad que había alcanzado, hasta se siente un poco forzado. Aquí los personajes, incluso los escépticos, empiezan a creer pues porque sí, así lo requiere la trama y no se detienen a encontrar otra explicación a los contradictorios eventos que están presenciando. También Holly Gibney saca conejos del sombrero todo el tiempo, empezando a descifrar el misterio con apenas teniendo como sustento una vieja película mexicana de mujeres luchadoras (un guiño al Santo). El antagonista, implacable en la primera mitad, se vuelve acartonado, desatinado e histriónico, incluso se consigue un sirviente, una patética copia del Renfield de Dracula.
No tiene por qué ser perfecto, comprendemos que King tiene sus bemoles y en la resolución de sus historias siempre ha estado su talón de Aquiles. La forma en que concluye esta es bastante floja y supeditada, podría haberse esforzado más. El libro tiene casi las setecientas páginas. No me hubiera incomodado que el final lo hubiese extendido otras doscientas o trescientas páginas si así lo hubiera requerido. Si IT tiene mil quinientas ¿por qué preocuparse por la extensión? Si fuera un autor diferente diría que es una novela con un nivel bastante superior a la media, notable; pero siendo King, las expectativas siempre estarán arriba. Él se ha puesto la vara demasiado alta en varias ocasiones y nos hace exigirle bastante. Seguramente vendrán más obras de King, y en cuanto las haya, estaremos prestos en las librerías.
Larga vida para Stephen King y que siga dándonos este tipo de novelas.
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