«En 1997, un misicólogo estadounidense llamado Campbell, como la sopa, publicó un controvertido libro llamado El efecto Mozart, en el que popularizaba la teoría de que escuchar a Mozart, y en especial los conciertos para piano, aumentaba temporalmente el cociente intelectual. Como Beethoven es Mozart elevado al cubo, yo sostengo que escuchar música de Beethoves el triple de efectivo.»
La Sinfonía No. 5 de Beethoven es, de sus obras, la más conocida. El doble motivo de tres notas cortas y una larga es completamente imposible no reconocerlas. Ha sido una composición que ha superado siglos, instaurándose parsimoniosamente en la cultura pop contemporánea. A menos que seáis un músico profesional y experto en obras clásicas, las sinfonías anteriores o posteriores de Beethoven te serán poco conocidas. Da paso a la idea que una décima sinfonía, si existiera, sería probablemente la obra musical más excelsa de la humanidad.
Joseph Gelinek es el pseudónimo del escritor español Máximo Pradera, quien se presenta así mismo, de forma algo pretenciosa, como un musicólogo que toma su nombre en tributo a un reconocido pianista que fue vencido y humillado por Beethoven en un duelo musical en Viena a finales del siglo XVIII. Este es el libro punta de lanza en la carrera de este autor, y vaya que es una lanza muy afilada y brillante. No tengo la menor duda u objeción del conocimiento musical de Gelinek (Pradera), es un experto. Sus libros son un compendio de conocimiento del ambiente musical, bastante teoría dispuesta en forma didáctica que cumple con aportarnos información que hasta ese momento ignorábamos total o parcialmente.
Dado el preámbulo anterior, todo apuntaría a que la música sería el centro de las novelas de Gelinek, en especial de esta, su obra prima. Pensaríamos que la trama iría en un joven músico, quizá un pianista, que busca superar a otro que es mucho mejor que él, o bien, que la historia iría de la mano con un niño prodigio con algún problema de autismo o asperger; pero no. En realidad, la música es el telón de fondo donde lanza y concentra una trama mucho más estándar y básica, cuasi genérica de un thriller policial.
Me encontré con una sinopsis un tanto largo en la contraportada, por lo que aposté por una corta que a continuación describo:
«Una novela que pone al descubierto la leyenda sobre la creación de una sinfonía que nadie ha conocido jamás. La aparición de la cabeza de un compositor, encargado de la interpretación de unos esbozos perdidos de La Décima Sinfonía, reaviva los eternos enigmas sobre la obra póstuma de Beethoven. El musicólogo Daniel Paniagua, el inspector Mateos y la juez Rodríguez se verán envueltos, 181 años después de la muerte del más conocido compositor de la Historia, en una investigación que les hará enfrentarse a poderosos grupos, crípticos acertijos y a la historia, hasta ahora oculta, del genio.»
Básicamente el problema de la Décima Sinfonía es que su trasfondo sobre el mundo de la música clásica supera con creces y termina absorbiendo la trama principal al punto que no nos interesa realmente lo que está sucediendo con los personajes, incluso ni siquiera si sobrevivirán. Lo que deseamos con vehemencia es que sigan conversando acerca de música clásica, de anécdotas que rodean a los grandes músicos, especialmente a uno de los más geniales, Ludwing Van Beethoven, que se alaba tanto que se eleva al podio de leyenda.
La novela inicia con el crimen de un importante músico después de haber recreado en un concierto privado, el primer movimiento de la mítica décima sinfonía de Beethoven. Uno de los invitados al concierto, Daniel Paniagua, es un musicólogo profesional, y casualmente es uno de los mayores expertos en el mundo sobre Beethoven. Este mero espectador que fue invitado al recital termina convirtiéndose en el personaje principal, y por expertis, el mejor colaborador en la investigación con la policía; puesto que el crimen está marcado por una serie de símbolos y detalles que los investigadores no entienden. Se necesita ser un conocedor de Beethoven para descifrarlos. Daniel Paniagua es el Robert Langdon español. En efecto, esta novela es como el Código Da Vinci de Dan Brown, pero sin la iconografía religiosa.
Gottfried Leibniz dijo hace mucho tiempo que la música es un ejercicio matemático inconsciente en el que la mente no sabe que está calculando; de lo cual todos los genios que surgen, o son músicos o son matemáticos. Y esta noble escritura de la música puede expresarse en secuencias numéricas; y al final las notas musicales no son más que expresiones medibles en tiempos y en escalas. Y esto es lo que enriquece la lectura, todas las teorías, la explicación de las composiciones, el fondo detrás de los grandes compositores, incluso hay por allí un augurio acerca de la maldición en la composición de las décimas sinfonías.
El Santo Grial de la música es encontrar el manuscrito de la Décima Sinfonía de Beethoven, uno de los objetivos de la trama de la novela; porque el principal, entendiendo que es una novela policial, es resolver un delito, encontrar a un asesino. De allí los paralelismos con otros thrillers que parten de la comisión de un crimen, la presencia de un experto en la materia, y luego una persecución y ciertos factores que juegan en contra del personaje principal por entrometerse en una situación qué de hecho, ni le incumbe. Siempre pudo haber dicho que no, siempre tenía una opción diferente, aunque ciertamente más aburrida. Y es allí cuando no se puede abandonar el déjà vu, una sensación de ¿en dónde he leído esto antes? Nuevamente mi reiteración de que el libro brilla por su trasfondo, y no por sus personajes. La trama es una mera excusa para darnos una buena dosis de conocimientos muy amenos sobre música clásica y de Beethoven.
Una novela altamente disfrutable para acompañar, sin duda, con buena música clásica, de preferencia una selección de Beethoven.
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