«Pero, al mismo tiempo, como una reacción sibilina, comenzó a percibir una densidad ambiental desconocida, como si se desplazara por un territorio exhausto, donde todo estaba en fase de demolición, carcomido, vencido por la desidia más que por los años, un universo percudido, fétido, como a la espera de un milagro salvador. Se topaba con otras gentes que le parecían estrafalarias, gastadas, criaturas brotadas de la exultante precariedad circundante, unas malas caricaturas de las personas entre las que él había vivido, a las cuales perteneció durante los primeros treinta y seis años de su vida sin haberlos visto con aquel prisma sombrío, forjado por la distancia, la ausencia, los descubrimientos, los recuerdos, los olvidos y el abandono.»
Leonardo Padura es uno de los escritores cubanos más populares en la actualidad. Ha recibido más de una veintena de premios y reconocimientos nacional e internacionalmente, entre los que se destacan el Premio Hammett en 1998 y 2006, el Premio Nacional de Literatura en 2012 y el Premio Princesa de Asturias de las Letras en 2015. A pesar de ser conocido por sus novelas policiacas ambientadas en Cuba, su obra “El hombre que amaba a los perros fue quien lo llevó al panteón de los escritores latinoamericanos y atrajo hacia él el foco de la crítica especializada en todo el mundo. Como polvo en el viento, publicada en 2020 en medio de la pandemia del COVID-19, es su décima tercera novela.
Como polvo en el viento toma como marco el exilio cubano provocado por el denominado «Período especial», nombre que recibió la crisis económica en Cuba a partir de la desintegración de la Unión Soviética en 1991. Eso significó que el estado cubano ya no recibiría ninguna ayuda económica y sin esta no le era posible soportar los niveles de vida de sus ciudadanos, que de por sí ya sufrían la precariedad provocada por la intransigencia del socialismo. La depresión que sobrevino fue acompañada de limitaciones, racionamiento, hambre. Tuvieron que pasar más de quince años para que el PIB de la isla recuperara los niveles previos a ese colapso económico. Mientras tanto muchos cubanos partieron y arriesgaron sus vidas en el exilio. Era quedarse en Cuba y morir entre miseria e inanición o buscar nuevas alternativas de vida en otros suelos. Muchos cubanos que se quedaron sobrevivieron gracias a las remesas de sus familiares y amigos que lograron sortear los bravos mares del caribe en apuradas e inseguras balsas y sin provisiones. Pero la novela de Leonardo Padura no va de política y tampoco de historia, es de la vida de un grupo de cubanos que bien pueden representar a todos los cubanos. He aquí la sinopsis:
«Adela lleva enfadada con su madre más de un año. La joven, neoyorquina de descendencia cubana, se ha mudado a Miami junto a Marcos, un joven habanero al que su madre rechaza. Marcos le cuenta a Adela historias y le muestra fotos de su infancia en Cuba, cuando vivía arropado por un grupo de amigos de sus padres llamado el Clan. De repente, Adela descubrirá a alguien familiar entre las fotografías. Esta es una historia sobre el exilio, sobre unos amigos que abandonaron su país, Cuba, para instalarse en Estados Unidos, España o Argentina. ¿Qué ha hecho la vida con ellos? ¿Qué ha pasado con los que se fueron y con los que decidieron quedarse? ¿Cómo les ha cambiado el tiempo?»
«Todo lo que hacemos se desmorona, aunque no queramos verlo», dice Dust in the wind de Kansas, «polvo en el viento, todo lo que somos es polvo en el viento». Esta es la canción favorita de uno de los personajes y la que da nombre a la novela. Lanzada en 1977 y escrita por Kerry Livgren, esta canción atemporal evoca melancolía y nostalgia, su solo del violín es un matiz que acentúa un significado que cala en el pensamiento y hace de la vida un suspiro. La canción aparece en la novela como preludio a la toma de la fotografía del grupo de amigos en 1990. Sus versos serían presagio, su ritmo sería el común denominador de las letras de Padura.
La voz de la novela es la del narrador equisciente, siempre el foco está en uno u otro personaje, dependiendo de quién sea el que esté en el escenario. Su vocabulario por su fluidez pareciera revestir de sencillez, pero en realidad tiene momentos en el que se hace muy rico y prosaico, con construcciones que son una loa a la retórica. La obra se estructura en diez partes, en cada una de estas se desarrollan varios personajes en momentos y lugares diferentes, excepto en la décima en la que confluyen todos para cerrar sus arcos narrativos. Todos los personajes de Como polvo en el viento tienen una serie de características que no solo los hacen tridimensionales, muy humanos, sino también la capacidad de capturar la empatía del lector; todos son diferentes, provienen de distintos estratos sociales (a pesar del socialismo), estudiaron carreras y tienen profesiones diferentes, sus ideas, creencias, sentimientos o pensamientos son diversos. Algunos personajes son blancos, otros mulatos, hay uno rubio y otro descendiente africano. Excepto porque no hay políticos ni militares, no hay grupo de amigos más inclusivo que este. Entre prolepsis y analepsis Padura demuestra su capacidad para contar una historia como si esta se tratara de recuerdos, porque en la mente no hay pasado o futuro, todo converge y se dispersa en un parpadeo. Vamos de 2016 a 1990, luego saltamos a 2010 y regresamos a 1996, etcétera. Aunque también es importante mencionar que la experiencia en novela policiaca salta a la vista porque utiliza recursos como una desaparición sospechosa y una muerte en condiciones extrañas para continuar con el interés del lector, aunque este ya se encuentre atrapado en la comprensión de la vida y evolución de los personajes en un período de tiempo de veintiséis años. Y los lugares son otra cosa, la novela no es estática: comenzamos en Miami, pero con una conexión en llamada en la otra esquina de Estados Unidos, Tacoma; y así vamos de la Habana a Madrid, de Buenos Aires a San Juan, Puerto Rico, etcétera.
En la novela no solo nos encontramos con el exilio, también se abordan otros temas como el desamor, la soledad, el miedo, la tristeza, el alcoholismo, la homosexualidad, el desarraigo, la migración, la nostalgia, pero también la amistad, el esfuerzo, la superación, la gratitud, la lealtad, las raíces. El llamado Clan estaba conformado por un conjunto de mejores amigos cuyo vínculo venía de más de una década en el pasado. Todos ellos, en su última reunión para celebrar un cumpleaños en 1990 no imaginaron que sería la última vez que estarían juntos. La historia de Como polvo en el viento es de la vida como tal, que no es en blanco y negro. Hay una gran escala de grises, pero también otros tonos, no todo brilla u oscurece al mismo tiempo.
Una novela muy recomendable y entrañable. Finalizarla provoca un vacío difícil de llenar por otro libro. Para cerrar algunos aforismos que fui recolectando en la lectura.
«Cada uno arrastra sus miedos. Solo que unos cargan más que otros.»
«Cada uno tiene el derecho de pensar y vivir como desee, con el único límite de que sus decisiones y actos no perjudiquen a otros.»
«En el socialismo nunca sabes el pasado que te espera.»
«La vida individual de cada uno merece el respeto de los otros. Cada persona es responsable de sus actos.»
«Por mucho que camines, por más que te alejes, tu invierno personal siempre va contigo.»
«Lo útil no siempre es dulce.»
«Somos polvo en el viento hasta la victoria final.»
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