«En cuanto una se despierta, los sueños son como capullos de polilla vacíos o como abiertas vainas de algodoncillo, cáscaras muertas en cuyo interior la vida aleteó fugazmente, animada por un furioso pero frágil vendaval de energía. Habría ocasiones en que tal amnesia –si de eso se trataba– la dejaba un poso de tristeza. Esta vez, no. En la vida había igualado tan rápida y completamente olvido y misericordia.»
Stephen King es un gran narrador, uno de los mejores de nuestro tiempo. Puede que su fama haya sido infundada en el terror, pero es en la psique de sus personajes donde brilla de forma excepcional, donde coloca los ejes de sus historias. Quien cree que Stephen King escribe novelas de terror es porque en lugar de leerlo lo que ha hecho es ver las adaptaciones cinematográficas de sus obras, adaptaciones que van de lo lamentable hasta lo excepcional, pasando por un gran número de modestos y anodinos intentos. En cualquier caso, King tiene talento y posee disciplina de escritor y no hay año que no nos falte al menos una novela firmada por él.