jueves, 3 de febrero de 2022

HITLER de Juan Vásquez García


«Su magistral oratoria, su enorme magnetismo personal, su capacidad de imponer su voluntad y de manejar la voluntad de las masas, le erigieron n el líder que sacó a Alemania del pozo. Con su instinto de jugador logró colocar a su país en la vanguardia una vez más, hasta que su ambición les superó y su instinto falló.»

Juan Vásquez García es un escritor e historiador español con decenas de publicaciones relacionadas principalmente a la Segunda Guerra Mundial y la historia de España. Hitler es una biografía acotada de todo aspecto crítico que de una manera resumida expone los principales puntos de inflexión que influyeron en la vida de uno de los líderes más carismáticos y al mismo tiempo crueles del siglo XX.

Biografías de Hitler abundan en las librerías y las hay de todo tipo: cortas, extensas, analíticas, anotadas, ilustradas, idealizadas, satirizadas, noveladas, etcétera. Hasta podríamos incluir a Mi lucha, el libro que escribió el propio Hitler, como una especie de autobiografía (que al final es una mezcla de muchas cosas: infancia, la Gran Guerra, sentimientos, filosofía, política y hasta propaganda). Además, siempre encontramos el apoyo visual con una buena cantidad de documentales, series, películas, incluso animaciones. La cantidad de material documental relacionada a la figura de Adolf Hitler es impresionante y sin duda se seguirá escribiendo más. 

La biografía de Adolf Hitler de Juan Vásquez García es en realidad un atlas ilustrado, con una orientación más enciclopédica donde la información y las imágenes se conjugan para que el lector tenga una mejor apreciación de la infancia, formación, auge y caída del Führer. Es un libro con una presentación muy final: formato amplio, completamente a color, cosido y pasta dura. Está dividido en seis partes: Los primeros años, la forja en lo político, asalto al poder, Hitler en la cúspide, la guerra, y Némesis.

Vásquez García es completamente descriptivo y en la narración apenas se atreve a emitir algún juicio de valor, que los deja para que el propio lector saque sus conclusiones. En la introducción de hecho advierte que la figura de Adolf Hitler ha venido a convertirse en una especie de mito moderno y en la cultura actual se raya tanto en su villanía que el prejuicio es un impedimento para la imparcialidad. Juan Vásquez Garcia indica que es posible que se requieran varias generaciones más para que marquen una distancia que enfríe cualquier ánimo. Particularmente disto un poco de la opinión de Juan Vásquez García. Puede que la demonización de Hitler sea el común denominador de la cultura popular; por otra parte, vivimos en una época de información y muchas personas se han dado a la ardua tarea de escarbar y hondo para explicar quien fue Adolf Hitler desde muchas dimensiones: política, filosófica, psicológica, legal, económica y estratégica.

Tampoco es correcto ir a los extremos y considerar que Adolf Hitler es una figura trágica, una víctima de las influencias antisemitas, intolerantes y deprimentes del pueblo alemán de la postguerra (recordemos que el Imperio Alemán fue reducido tras la derrota en la Gran Guerra –Primera Guerra Mundial– y fue humillado al mismo tiempo que sometido con la firma del Tratado de Versalles. Hitler crece en el seno de una sociedad mutilada, resentida y extremista. Alemania era una olla de presión y Hitler lejos de convertirse en una válvula de escape, fue el catalizador. En efecto, no puede y no debe exculparse a Adolf Hitler y sus atrocidades, del mismo modo que no se puede sintetizar un hombre que fue capaz de orquestar la mayor guerra que la humanidad haya conocido hasta el momento. 

Adolf Hitler es una figura compleja. Tenía como meta ingresar a la Escuela de Bellas Artes de Viena, era un joven pintor, un pequeño burgués de pocos recursos que quería ser arquitecto. No fue accidental que décadas después pasara horas admirando las maquetas de Albert Speer, el arquitecto de Reich. Las pinturas de Hitler realmente no eran malas, de hecho, se veía el esfuerzo y dedicación, pero esto no alcanzó para ser admitido. Alemania era una sociedad muy culta donde pululaban los mejores científicos (Planck, Gauss, Schweigger), los mejores filósofos (Nietzsche, Kant, Schopenhauer), los mejores músicos (Beethoven, Wagner, Händel) y artistas (Roederstein, von Zimmermann, Paul Klee), obviamente no había espacio para la mediocridad y al parecer así se juzgó la obra de Hitler. ¿Qué habría sido diferente si Adolf Hitler hubiera ingresado a la Escuela de Bellas Artes? Para empezar, no hubiera huido a Münich para evitar el servicio militar austriaco, tampoco hubiera vivido de la cuasi mendicidad (finalmente se convirtió en un artista callejero que vendía sus pinturas para subsistir), no se hubiera alistado como voluntario del ejército alemán para combatir en la Primera Guerra Mundial, en fin, son muchas especulaciones de lo que no hubiera hecho, pero con seguridad no hubiera sido la voz de un minúsculo partido alemán cuando se formaba en arquitectura en Viena. Como lo mencioné, Alemania estaba todo el tiempo al borde, la República de Weimar casi colapsada, la Segunda Guerra Mundial era inevitable y probablemente esta hubiera terminado de estallar de una u otra manera, aunque Hitler se encargó de adelantarlo con su retórica incendiaria, apasionada y manida, aunado al fanatismo de todo un pueblo. Es difícil creer que siendo Alemania una de las sociedades más cultas del siglo XX le haya dado el destino de su país a un cabo austriaco no letrado.

Hitler de Juan Vásquez García es un libro del que rescato su puntualidad, cronología, fuentes y la calidad de sus ilustraciones.

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