«Nos inclinamos a infravalorar lo fácil, estimado amigo. A menudo nos dejamos deslumbrar por lo enrevesado, cuando lo simple suele estar más cerca de la realidad. El mundo está lleno de simplezas que nadie observa. No hay nada tan importante como un detalle pequeño cuando se sitúa en el lugar adecuado.»
Arturo Pérez-Reverte es un distinguido escritor y periodista español que forjó su reputación tras una aguerrida trayectoria como corresponsal de guerra en diversos medios de comunicación. Con el paso del tiempo, afloró su veta como narrador y se convirtió en uno de los autores más influyentes en la literatura contemporánea en lengua española. Sus obras, reconocidas por su prosa meticulosa y su estilo narrativo absorbente, han sido aclamadas por el público, aunque la crítica especializada, por lo general, no ha sido condescendiente con él. Entre sus obras más célebres se encuentran El club Dumas, publicada en 1993, La tabla de Flandes, de 1990, y la renombrada serie protagonizada por el capitán Alatriste, compuesta por siete publicaciones entre 1996 y 2011. Además de su eminente labor como escritor, Pérez-Reverte ha sido distinguido con el Premio Nacional de Periodismo en dos ocasiones y se integró en la Real Academia Española desde 2003. Es también conocida su pasión por la navegación, habiendo surcado las aguas del Mediterráneo en su velero en repetidas ocasiones, experiencia que ha dejado una huella significativa en diversas de sus obras.
La influencia de Arthur Conan Doyle en el género detectivesco es innegable, siendo su creación, Sherlock Holmes, un icono literario perdurable. Aunque Edgar Allan Poe estableció los fundamentos del género con sus relatos, como Los crímenes de la calle Morgue, Doyle llevó la figura del detective a nuevas alturas de popularidad y complejidad. El meticuloso método de deducción de Holmes y sus ingeniosas resoluciones de casos sirvieron de inspiración para numerosos autores posteriores. Entre ellos destaca Agatha Christie, cuyas obras como las protagonizadas por Hercule Poirot y Miss Marple, continuaron la tradición detectivesca iniciada por Doyle, añadiendo nuevas capas de intriga y suspenso al género. Otros autores como Raymond Chandler con su personaje Philip Marlowe, y Georges Simenon con el Comisario Maigret, también han dejado una marca significativa en la literatura detectivesca, enriqueciendo y expandiendo las fronteras del género. La influencia de Conan Doyle perdura hasta el día de hoy, siendo un referente ineludible para cualquier autor que se aventure en el terreno de la investigación y el misterio y Arturo Pérez-Reverte no quiso ser la excepción y sumó una novela más (que no está de más) a este género. Sin embargo, antes de continuar, he aquí la sinopsis:
«Junio de 1960. Un temporal mantiene aisladas en la idílica isla de Utakos, frente a Corfú, a nueve personas alojadas en el pequeño hotel local. Nada hace presagiar lo que está a punto de ocurrir: Edith Mander, una discreta turista inglesa, aparece muerta en el pabellón de la playa. Lo que parece un suicidio revela indicios imperceptibles para cualquiera salvo para Hopalong Basil, un actor en decadencia que en otro tiempo encarnó en la pantalla al más célebre detective de todos los tiempos. Nadie como él, acostumbrado a aplicar en el cine las habilidades deductivas de Sherlock Holmes, puede desentrañar lo que de verdad esconde ese enigma clásico de habitación cerrada. En una isla de la que nadie puede salir y a la que nadie puede llegar, inevitablemente todos se acabarán convirtiendo en sospechosos en una fascinante novela-problema donde la literatura policial se mezcla de modo asombroso con la vida.»
El siglo XX presenció una avalancha de novelas detectivescas, policiales y de misterio que exploraron una amplia gama de posibilidades narrativas y que fueron una constante en el género pulp hasta el agotamiento. En la segunda mitad del siglo, la novela negra revitalizó el género con una nueva ola de historias, expandiendo aún más los horizontes literarios, luciéndose escritores como James Ellroy, Elmore Leonard, Thomas Harris, Walter Mosley, entre otros. En el inicio del siglo XXI, la novela negra europea, particularmente la sueca, alcanzó fama internacional con el éxito de Stieg Larsson, llevando este tipo de lecturas a nuevas generaciones, destacándose escritores como Åsa Larsson, Camila Läckberg, Jo Nesbø, Søren Sveistrup y un largo etcétera. A pesar de la abundancia de detectives y sagas, que ya se cuentan por cientos, El problema final de Arturo Pérez-Reverte destaca por su enfoque único y fresco dentro del género, cautivando al lector con una trama excepcionalmente entretenida.
Arturo Pérez-Reverte abandona cualquier atisbo de pretensión y nos regala una novela lúdica. Si bien en el cine se rompe la cuarta pared cuando el protagonista se dirige al espectador, aquí resulta evidente que, de manera sutil, el propio autor se comunica con nosotros como lectores. Nos guía, nos instruye sobre la esencia de la novela detectivesca y, al mismo tiempo, nos incita a participar en el juego para descubrir quién es el asesino, proporcionándonos pistas hábilmente. La novela es autoconclusiva, con una extensión adecuada y cada escena y personaje están cuidadosamente delineados, funcionando de manera efectiva y creíble dentro de su contexto. Pérez-Reverte nos recuerda constantemente, a través de su protagonista, que nos encontramos en una novela, donde las acciones y reacciones no siempre siguen las mismas reglas que en la vida real.
En El problema final, Arturo Pérez-Reverte rinde un homenaje notable a Arthur Conan Doyle, al presentar incluso a un protagonista que es un antiguo actor que solía interpretar a Sherlock Holmes. La novela, en su totalidad, constituye una deconstrucción magistral del género detectivesco, centrándose especialmente en los relatos e historias protagonizados por el Holmes de Conan Doyle. Se exploran minuciosamente las características de los personajes, los giros argumentales, las motivaciones y otros elementos relevantes, para luego compararlos con lo que está pasando en la narrativa principal. El cine es otro elemento y se incluye como un valor agregado, donde Pérez-Reverte, según se aprecia, comparte con el lector sus películas, actores y actrices favoritos de su infancia y juventud. Al situarse la historia en el año en que el autor tenía nueve, la narrativa evoca una nostalgia palpable por las experiencias pasadas, revelando cómo el cine y la televisión han sido siempre portales accesibles a historias y recuerdos vividos. Muchos de nosotros no conocimos a Sherlock Holmes por los libros de Arthur Conan Doyle, sino por la gran cantidad de películas y series de televisión que existen de este personaje.
Además del actor que solía interpretar a Holmes, en la isla también se encuentran atrapados un productor italiano, una soprano, un matrimonio alemán de mediana edad, un incisivo escritor de novelas negras, una viuda inglesa, un médico y una joven adinerada, quien resultará ser la víctima. Además, también se encuentran atrapados la propietaria del hotel y su personal: el maître, el camarero y la mucama. Pérez-Reverte desafía al lector y lo invita a participar junto al protagonista, utilizando todo su potencial deductivo para descubrir al asesino. Hace tiempo que leí Diez negritos de Agatha Christie, y el juego propuesto por Pérez-Reverte con el lector es similar al que planteó Christie en la novela mencionada. Es importante señalar que, si bien hay similitudes, Pérez-Reverte aborda los elementos de manera novedosa, ofreciendo una perspectiva fresca sobre un caso típico del género detectivesco. Esto merece ser elogiado. Ovacionado. Aplaudido de pie.
La minuciosa preparación de Pérez-Reverte para esta novela resulta evidente en su impecable estructura y en la abundante información sobre el género, en particular sobre Arthur Conan Doyle y su célebre detective, lo que convierte a esta obra en un homenaje excepcional. Despierta el deseo de revisitar las obras de Doyle y de expresar gratitud a Pérez-Reverte, quien nos recuerda que los libros no solo ofrecen conocimiento, sino también entretenimiento, una vía de escape y una oportunidad para sumergirnos en mundos alternativos y compartir una conexión íntima con un autor que, aunque no nos conozca, ha escrito para nosotros.
Para concluir, algunas líneas que vale la pena traer de vuelta.
«El rencor fatiga mucho.»
«Nada hay más engañoso que un hecho obvio.»
«El cine sólo es de verdad cuando no pretende serlo. Cuando es mentira.»
«El único crimen imposible es el cometido por los escritores.»
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