«Por tu culpa empecé a querer este país. Por tu culpa, por tu culpa, por tu grandísima culpa. Porque tú me llevaste y me trajiste, me subiste y me bajaste, por veredas y caminos, por pueblos y ciudades. Me llevaste en coche, en lancha, en avión, en camión, en bicicleta y a pie. Me llevaste por rincones y explanadas, cerros y cañadas, iglesias, edificios y ruinas. Me llevaste por unos lugares planos y por otros empinados, por puentes de ríos anchos y por puentes de lechos secos, me hiciste subir escaleras, cruzar lagos inmensos, conocer un mar que se secaba la mitad del año y otro que sólo me llegaba hasta las rodillas.»
Sara Sefchovich Wasongarz es una polifacética académica mexicana, experta en sociología, investigación e historia que como escritora había desarrollado talento para el ensayo, categoría en la que abordó y estudió la literatura y donde terminó publicando varios libros durante la década de los años 1980; no obstante, no fue hasta 1990 cuando publicó su primera novela, Demasiado amor, la cual no tardó en convertirse en un éxito en ventas en México por la simple recomendación de boca en boca. La novela no pasó desapercibida por la crítica literaria que en un inicio creía que era una novela rosa más, pero tan pronto la conocieron dedicaron comentarios, opiniones y reseñas que iban de buenas a mejores y de mejores a magistrales. La distinción y reconocimiento no se hizo esperar y en ese mismo año Sara Sefchovich recibió el Premio Agustín Yáñez, concebido por el Estado de Jalisco y Editorial Planeta de México.
Demasiado amor es una novela que potencia y revitaliza el género epistolar, en donde encontramos intercaladas cartas enviadas a una hermana con una especie de diario, declaración, soliloquio, memorias o simplemente palabras dedicadas a un amante anónimo. Tanto las cartas como las notas declarativas son a una sola voz, la de la protagonista. La sinopsis de la novela es la siguiente:
«Dos hermanas deciden comprar una casa en un pueblito de Italia. Para lograr ese sueño, una de las dos deberá viajar de avanzada y la otra deberá quedarse en México para trabajar y mantener a ambas. Beatriz se queda porque el destino hará que se cruce con un hombre misterioso que la llevará por todos los caminos de México y la hará vivir el amor con una intensidad que nunca había imaginado.»
La idea o eje por el cual Demasiado amor transita podría catalogarse como sencilla: una mujer que termina prostituyéndose, más por gusto que por necesidad, para alcanzar un sueño que nunca fue tan de ella, mientras que paralelamente mantiene un amorío con sobrada pasión que no se limita a lo carnal, sino también a la aventura de transitar y conocer un país que es grande por su extensión geográfica, por su cultura, por su tradición y por su historia. Sin embargo, Sara Sefchovich está muy lejos de transmitirnos a través de estas páginas una simple apología a la profesión más antigua de la humanidad; primero, porque vierte en cada página todo su conocimiento literario y elige cuidadosamente cada palabra de tal forma que aunque nunca encontramos versos y rimas, la riqueza poética es incuestionable; y segundo, porque la excusa de la idea central es revestir con sensualidad, gracia y jocosidad una historia que podría sonrojar, pero que no hace más que embelesar, que podría ser atrevida, pero se contiene con verdadera elegancia.
Mientras las cartas nos dan el argumento, la situación, los personajes, la temporalidad, los sueños y los afanes, la otra parte de la novela no es tan diferente a un extenso poema donde la prosa brilla con tanto fulgor que en ocasiones es necesario leer dos veces un párrafo, no por lo confuso o inextricable, sino por la belleza que mana en cada oración, en cada construcción, en cada enumeración porque si algo tiene en abundancia esta novela son enumeraciones literarias, un recurso de acumulación usado a tal extremo que debería sentirse un abuso, pero en realidad termina siendo la apoteosis por defecto de esta figura retórica.
En esa especie de diario, declaración, soliloquio, memorias o simplemente palabras, Sara Sefchovich no deja sin explorar ningún rincón de México. El lector se enamora del país, de sus pueblos, de su gente, de sus artesanías, de su arte culinario. No solo es la exploración geográfica, sino un compendio de la tradición y costumbres del país desde el norte hasta el sur, desde el Atlántico hasta el Pacífico, de sus extremos y hasta el centro mismo. Todos esos paisajes y estampas están mejor descritos y se sienten tan reales que cualquier guía turística nos parecerá insípida. Con unas cuantas palabras resume la belleza y las sutilezas de los viajes con su amante, en un solo párrafo, en una sola página, encontramos panegíricos al país amalgamados con amor y pasión. Siguiendo la fórmula de Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda, en la conclusión del camino podemos ver que no todo es pulcro y hermoso, que también hay pringue en los vergeles, máculas en el paraíso, naufragio a pesar del amor.
Particularmente no podría calificar que esta novela contenga el espíritu de la literatura mexicana, pero sí que contiene la esencia de México. Narrativamente muy bien trabajada, muy pulida y con una edición donde ninguna palabra sobra o falta, con tantos detalles que da gusto encontrar esas dimensiones expresivas que lindan el surrealismo sin que nos apartemos ni un minuto de la realidad. ¿Habrá demasiado amor? El título puede ser una trampa en sí mismo, ¿a quién ama la protagonista? ¿Ama tanto a su hermana como para enviarle la mayor parte del dinero que gana? ¿Ama tanto al hombre que le enciende la pasión los fines de semana? ¿Ama tanto a su país que se niega, aun teniendo la posibilidad, de viajar y vivir en otro? ¿Ama tanto su vida como para querer cambiarla? Beatriz, la protagonista, es una mujer empoderada, que sabe lo que tiene y lo que no, que sabe a que a tenerse y a que no, que gusta de lo que hace y hace lo que le gusta, que se ama y se valora tanto a sí misma como para no sentirse menos que nada ni nadie, que a su manera es feliz, que a su manera lo único que necesita para estar completa es estar bien consigo misma. Por algo se dice que la protagonista de la novela es la primera figura feminista en la literatura mexicana.
«Faltaban marfiles en las catedrales, Cristos en las misiones, reliquias en las iglesias, muebles en los conventos, joyas en los museos, libros en las bibliotecas, piedras en las ruinas, faroles en las calles y hasta fuentes en los jardines.»
Por tercera ocasión, estoy leyendo esta maravillosa novela. Estoy de acuerdo con este análisis: es una obra que eleva a México al nivel de paraíso que es (o era) para quienes amamos este país. El uso aparentemente abusivo de las enumeraciones le da un carácter singular a esta original novela.
ResponderEliminarMuchas gracias por leer mi reseña, valoro el espacio de tiempo. Y en efecto, "Demasiado amor" es una gran obra, una novela que vale la pena releer.
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