martes, 9 de marzo de 2021

LA MADRE DE FRANKENSTEIN de Almudena Grandes


«Así comprendí que las jaulas no siempre estaban fuera, en las amenazas y los chantajes de las personas que tenían el poder. También podían estar dentro, incrustadas en el cuerpo, en el espíritu de todas las mujeres perdidas que asumían mansamente un destino que no habían elegido, sólo porque otros habían decidido que lo que más les convenía era volverse decentes. Pues mejor la cárcel, me atreví a pensar entonces.»

Almudena Grandes es una laureada escritora española internacionalmente conocida por Las edades de Lulú, su primera obra publicada en 1989, la cual ha sido traducida a una veintena de idiomas, ganó el premio La Sonrisa Vertical, fue llevada a la gran pantalla y se encuentra incluida en la lista de las 100 mejores novelas en habla hispana del siglo XX según el periódico español El Mundo. Almudena Grandes a lo largo de su carrera ha escrito más de quince libros, obtenido docenas de premios y reconocimientos, incluyendo el Premio Nacional de Narrativa y el Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska, y de su obra se han adaptado hasta el momento nueve producciones cinematográficas. Almudena Grandes también es columnista y colaboradora para el diario El País y la Cadena SER, su labor periodística fue reconocida en 2020 con el Premio de Periodismo Internacional.

La madre de Frankenstein, publicada en 2020, pertenece a su colección Episodios de una Guerra Interminable, conformada por una serie de novelas con historias independientes que evocan un retrato de la España franquista de la postguerra. La madre de Frankenstein es la quinta y penúltima entrega de la colección y se ambienta entre 1954 y 1956, tomando como referencia los últimos años de vida de Aurora Rodriguez Carballeira en el manicomio de Ciempozuelos, un municipio español al sur de la Comunidad de Madrid. La sinopsis de la novela parece ser más un resumen, helo aquí:

«En 1954, el joven psiquiatra Germán Velázquez vuelve a España para trabajar en el manicomio de mujeres de Ciempozuelos, al sur de Madrid. Tras salir al exilio en 1939, ha vivido quince años en Suiza, acogido por la familia del doctor Goldstein. En Ciempozuelos, Germán se reencuentra con Aurora Rodríguez Carballeira, una parricida paranoica, inteligentísima, que le fascinó a los trece años, y conoce a una auxiliar de enfermería, María Castejón, a la que doña Aurora enseñó a leer y a escribir cuando era una niña. Germán, atraído por María, no entiende el rechazo de ésta, y sospecha que su vida esconde muchos secretos. El lector descubrirá su origen modesto como nieta del jardinero del manicomio, sus años de criada en Madrid, su desdichada historia de amor, a la par que los motivos por los que Germán ha regresado a España. Almas gemelas que quieren huir de sus respectivos pasados, Germán y María quieren darse una oportunidad, pero viven en un país humillado, donde los pecados se convierten en delitos, y el puritanismo, la moral oficial, encubre todo tipo de abusos y atropellos.»

La madre de Frankenstein es una novela que utiliza la ficción para exponer las circunstancias que afectaron a muchos españoles en lo más recio de la dictadura franquista. La cuota de verosimilitud responde a una investigación y análisis muy profundo realizado por la autora. La mayoría de los personajes son ficticios y buscan retratar ya sea con intención o casualidad a personas reales que tuvieron notoriedad o involucramiento en hechos específicos, salvo algunas personalidades con sus nombres reales, aunque con un rol secundario, incluyendo a Aurora Rodríguez Carballeira que tiene incluso una cuota de participación en la voz narrativa, pero no deja de ser un personaje secundario reducido a un Macguffin. Los temas de la novela son el exilio y la represión bajo la férula del nacionalcatolicismo. Germán Velázquez, el personaje principal que retorna de una sociedad más progresista, es un contraste en sí mismo con la cultura de miedo instaurada por el franquismo. El otro personaje principal, María Castejón, es una víctima de su condición de pobre, de no tener familia y principalmente de ser mujer. Pese al marco y fondo de la novela, Almudera Grandes es bastante sutil al abordar la política y su enfoque humanista consiste en contar la vida y las penas de dos personas, la primera de un exiliado retornado, la otra, de alguien que jamás conoció otra situación. Entre las páginas nos encontraremos con un incipiente romance que termina por convertirse en un amor muy puro cuyos sacrificios debo abstenerme de comentarlos porque no sería justo para alguien que no haya leído la novela, también de forma frecuente nos encontramos con sentimientos de tristeza, desarraigo, depresión, además de subtramas de atropellos a los derechos humanos como las adopciones ilegales, los tratamientos de tortura para curar la homosexualidad, las ejecuciones, linchamientos, las desapariciones, la miseria y deshumanización. 

La novela es narrada a tres voces. La primera es la de Germán Velázquez, cuyo relato ocupa alrededor de dos terceras partes de la novela. La siguiente voz es la de María Castejón, que amplía el relato de Germán Velázquez desde su propia perspectiva, al mismo tiempo de que a través de ella nos enteramos de su historia y otros matices que para un exiliado que parece más un extranjero es difícil comprender. Y la última voz compuesta de apenas unas cuantas páginas es la de la parricida, Aurora Rodríguez, quien en su paranoia nos cuenta lo que tras el confinamiento en el manicomio logra percibir. La voz de Aurora, aunque esté bien trabajada y la convierta en una figura trágica de sí misma, argumentalmente podría haberse omitido sin que esto afectara el desarrollo de la historia principal ni un poco, de hecho, Aurora termina convirtiéndose en la excusa para el título de la novela y el gancho por antonomasia para el lector, una trampa intencional, porque luego nos enteramos que la historia apunta hacia otra dirección y francamente ya no nos interesa lo que suceda con Aurora.

La madre de Frankenstein contiene una prosa bastante pulida, en ocasiones tan bien lograda que es necesario detener el ritmo de la lectura no tanto para analizar la estructura del párrafo sino para apreciar la medida justa de talento que lo hizo sobresalir sin que resultara extraño, disonante o pretencioso. En algunos momentos, es importante decirlo, la historia parece que se ha detenido, que no avanza, incluso la lectura parece pesada, pero pronto nos damos cuenta que esos valles son necesarios para escalar esa vorágine controlada, ese suspenso que era imposible lograrlo de otro modo, puesto que es difícil separar la ficción de los hechos, lo narrado pudo haber sido la historia de muchos.

Aunque en apariencia son tres años en los que transcurre la novela, la autora utiliza el recurso de la retrospección en todos sus personajes de tal forma que la novela comienza no en 1954, sino casi dos décadas antes. Nos enteramos de la vida de Germán Velázquez desde que era un adolescente de trece años y se expuso a un hecho que le cambiaría la vida, conoció a Aurora Rodríguez el día que mató a su hija. También recorremos la vida de María Castejón desde que era una niña solitaria, huérfana, al cuidado de su abuelo que era el jardinero del manicomio para mujeres de Ciempozuelos. Concluye en un epílogo que no es más que una elipsis que nos lleva otro par de décadas adelante después de la muerte de Aurora.

La madre de Frankenstein es una novela que narra un episodio de España desde la perspectiva de personajes completamente apolíticos que no buscaban otra cosa que vivir dignamente en medio de un nuevo oscurantismo. Si uno ha investigado un poco y entiende de qué va la serie de Episodios de una Guerra Interminable, terminará encontrando en la novela lo buscado. 

«Nunca lograrás hacer bien nada que no te apetezca hacer.»

«Quien se cree capaz de decidir sobre la vida de los demás, puede acabar creyéndose con derecho a decidir cualquier cosa.»

«¿Y cuál va a hacer el resultado de una ley injusta? Pues una injusticia.»

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