martes, 2 de agosto de 2022

LA CANCIÓN DE AQUILES de Madeline Miller


«Más adelante tendría ocasión de ver de cerca esos muros de piedras perfectamente talladas y encajadas unas entre otras, un trabajo primoroso hecho por el propio dios Apolo, si se daba crédito a los rumores. Y entonces me pregunté cómo íbamos a conquistar aquella urbe, pues la muralla era demasiado alta para las torres de asedio y demasiado gruesa para ceder ante el fuego de las catapultas, y nadie en su sano juicio intentaría siquiera trepar por la superficie totalmente lisa de sus lienzos.»

Madeline Miller es una profesora y escritora estadounidense. Como académica ha si egresada de las universidades de Yale, Brown y Chicago, y en esta última obtuvo un doctorado en el Comité de Pensamiento Social. Ha impartido clases de latín, griego y sobre la obra de Shakespeare a estudiantes de bachillerato. Su fama comenzó con la publicación de La canción de Aquiles en 2011, con la cual logró algunos premios y reconocimientos, aunque no fue hasta la publicación de Circe en 2018, cuando se convirtió en un éxito de ventas internacional.

La canción de Aquiles es una novela que desde su publicación ha recibido muchos comentarios positivos y el hecho que sea mencionada o ganadora de algunos premios la granjean con el favor de la crítica literaria. El mérito no es poco, Madeline Miller tomó una historia del todo conocida por la humanidad durante milenios y de alguna manera se las arregló para hacerla actual para las nuevas generaciones que todavía no han leído La Ilíada, que siempre es recomendable leer, cabe señalar. Cambiando la perspectiva recuenta el relato de Homero, despojándolo de su lirismo y heroísmo, sin que ello signifique prescindir del todo del mito y la leyenda. He aquí la sinopsis:

«Grecia en la era de los héroes. Patroclo, un príncipe joven y torpe, ha sido exiliado al reino de Ftía, donde vive a la sombra del rey Peleo y su hijo divino, Aquiles. Aquiles, el mejor de los griegos, es todo lo que no es Patroclo: fuerte, apuesto, hijo de una diosa. Un día Aquiles toma bajo su protección al lastimoso príncipe y ese vínculo provisional da paso a una sólida amistad mientras ambos se convierten en jóvenes habilidosos en las artes de la guerra. Pero el destino nunca está lejos de los talones de Aquiles. Cuando se extiende la noticia del rapto de Helena de Esparta, se convoca a los hombres de Grecia para asediar la ciudad de Troya. Aquiles, seducido por la promesa de un destino glorioso, se une a la causa, y Patroclo, dividido entre el amor y el miedo por su compañero, lo sigue a la guerra. Poco podía imaginar que los años siguientes iban a poner a prueba todo cuanto habían aprendido y todo cuanto valoraban profundamente.»

Comenzando con los aspectos favorables de la obra nos encontramos en primera instancia con su fluidez narrativa que sin demora nos sumerge en la Antigua Grecia utilizando un lenguaje accesible que, no obstante, se embellece con una prosa discursiva que aborda con destreza todos los recursos que la retórica ofrece. La narración en primera persona a través de Patroclo es un vehículo perenne y constante que nos hace ver y sentir todo lo que él percibe y experimenta. Sus miedos y deseos, sus frustraciones y molestias, sus confusiones y ligerezas, todo actúa para zanjar mayor profundidad y protagonismo en un personaje secundario de La Ilíada, que en esta novela es el detonante de la caída de Troya. Sin embargo, esa perspectiva también es el talón de Aquiles de esta obra, literalmente.

Madeline Miller, a través del llanto de Aquiles por la muerte de Patroclo, establece que este es demasiado profundo, amargo y exagerado como para que solo de una relación de amistad se tratase. Es entonces cuando Miller parte de la tesis que sostiene que existía una relación amorosa de pareja entre ambos personajes y en La canción de Aquiles ese vínculo homosexual es el eje de toda la trama en sí. Es importante subrayar que no existe nada en La Ilíada que sugiera que Aquiles y Patroclo fueran amantes, Homero únicamente se limita a describir el llanto inconsolable de Aquiles, pero ciertamente las afirmaciones de que Patroclo era el amante de Aquiles no son nuevas y se remontan hasta Esquilo y su tragedia Los mirmidones al menos cinco siglos antes de Cristo. Aunque también hubo autores, como Jenofonte (431 a. C.) que negaron tal relación. En cualquier caso La Ilíada es una epopeya que se remonta ocho siglos antes de nuestra era y no debemos olvidar que sus personajes son, hasta donde sabemos, ficción, porque cómo sino Helena es hija de un dios, Aquiles de una nereida y Ayax bautizado por Heracles. Si Aquiles y Patroclo fueron concebidos como amantes o como grandes amigos, para La Ilíada no tiene importancia. En lo particular creo que quienes mejor pueden juzgar esto son aquellos soldados que han vivido guerras, que han luchado hombro con hombro, un amigo puede ser tan querido como un hermano. Una década sitiando a Troya y peleando incontables batallas no es poca cosa para Aquiles y Patroclo que fueron entrenados juntos desde niños por el centauro Quirón, así que por lo que parece, es tan válida una tesis como la otra, aunque me decanto por lo que se menciona en La Ilíada, que lo que no es o no aparece, es pura especulación. 

Dicho eso, Madeline Miller no es una historiadora conocedora de la cultura griega o una escritora de novela histórica, así que no podemos esperar una obra del corte de Lindsay Clarke, Valerio Manfredi o Howard Fast, y que diéramos que fuera algo como Santiago Posteguillo, Robert Graves o Colleen McCullough. Partiendo de que La Ilíada es una obra literaria, lo que Miller hace no es exactamente una novela histórica, sino una readaptación de un relato histórico donde cambia la forma de epopeya lírica a novela con tintes dramáticos y románticos. Es muy parecido a lo que hacen los cineastas al tomar una historia tantas veces contada y sabida y darle otros giros, un aire de frescura para los tiempos modernos. Algo así fue lo que hizo Wolfang Petersen de la mano con el guionista David Benioff cuando filmaron Troya de 2004, aquella película donde Aquiles es interpretado por Brad Pitt y también donde los puristas se rasgaron las vestiduras al observar todo lo que alteraron de La Ilíada, que francamente considero imposible de filmar en los términos del relato que quizá para los griegos de dos milenios y medio atrás era plausible, pero que ahora difícilmente toleraremos que París sea rescatado por Afrodita bajada del cielo o que el mismo Apolo dirija su flecha en contra de Aquiles. Otros tiempos, otras formas, es la consigna de Madeline Miller que, no obstante, hizo un esfuerzo grande por respetar todos los elementos de La Ilíada, además de apoyarse en otras referencias posteriores que apoyaran la tesis de su relato.

Particularmente tenía las expectativas muy altas en La canción de Aquiles y como es frecuente, esto actúo en contra de la obra. Volvamos a la sinopsis, ¿Cómo no esperar tanto? Si bien es cierto que en el último cuarto de la obra nos encontramos con escenas con cierto aire épico, lo cierto es que son tan pocas que tan pronto las leemos caemos en ese abismo hasta encontrar la otra. Como habíamos mencionado antes, la narración es desde la perspectiva de Patroclo y Madeline Miller se encarga, y no se si se esfuerza, en convertirlo en un personaje tan patético como insufrible, deseando como lector que pronto llegue el momento en que Héctor le de muerte y nos libre de su insensatez, cobardía y ridiculez, pero ¡Vaya decepción! Una vez muerto Patroclo llegué a pensar que habría una narración en tercera persona que contara el acto final, la caída de Troya tras la estratagema del infame caballo, pero no, quien sigue contando la novela es el fantasma de Patroclo y aun muerto no cambia. Aquiles tampoco sale bien librado en el libro, es el mejor guerrero de su tiempo, pero nos pasamos muchas páginas de lectura admirando su destreza con la lira y linda voz, hasta lo vemos danzando travestido de pelirroja escondido para evitar ir a la Guerra. No es precisamente el fiero guerrero imbatible, el epítome del héroe, el terror de los troyanos. Es bueno luchando porque sí y nada más. Con ello nos tenemos que conformar, porque aún durante el entrenamiento de Quirón creo que de cazar y cocinar no pasaron.

Hace poco vi la serie Resident Evil de Netflix donde transforman un icónico juego de terror con temática zombi, en un melodrama adolescente sin pies ni cabeza donde todos actúan porque sí, porque la historia debe avanzar, eso sí, con temática zombi. No es que Madeline Miller haya hecho lo mismo con La Ilíada, pero en esencia lo que nos ofrece es un melodrama adolescente. La historia se mueve entre las infinitas inseguridades de Patroclo que vive en un mundo que no comprende y en el que no encaja. Lo conocemos como niño, pero se queda estancado en la pubertad y nunca termina de madurar. Patroclo tiene el pensamiento de un individuo moderno dentro de un contexto antiguo, digo que hasta es pacifista y no tolera que Aquiles sea un asesino, pues a él le cae en la consciencia el haber matado por accidente a alguien cuando todavía era un niño; faltaba poco para que Patroclo también fuese vegano. La única batalla en la que finalmente participa Patroclo lo hace de una manera completamente inexplicable, porque nada de lo que haya dicho, hecho o pensado dan significado a esa decisión y vaya sorpresa, mata al segundo mejor guerrero de Troya, aunque también muere ante Héctor.

Madeline Miller escribe muy bien, no lo niego, pero cuando despojamos a La Ilíada de lo épico, del heroísmo y la magia, y lo sustituimos por adolescentes imberbes en conflicto con sus sentimientos e identidad, lo que tenemos es La canción de Aquiles, que mejor le hubiera quedado por nombre El silencio de Patroclo.

Para concluir, La canción de Aquiles encaja mejor como novela juvenil de temática LBTQ que novela histórica o bélica, de hecho, recibe más menciones y recomendaciones ya sea por un publico joven o bien, por aquellos identificados con el movimiento LBTQ. Y es en ello donde tiene sus mejores bazas el anacronismo que representa la narración de Patroclo, que se siente como un rechazo muy actual en un mundo de hace casi tres mil años. Probablemente de allí su éxito, puesto que Patroclo es como un ánfora en la que se vierte todo el rechazo y represión interminable que nunca acaba de salir, ni siquiera en la muerte. La canción de Aquiles viene siendo más parecida a Llámame por tu nombre de André Aciman que a La Ilíada de Homero, y esto no es para nada una mala comparación, aunque debo aclarar que el apartado romántico no funciona y todo el tiempo se siente forzado y hasta inexplicable.

«Es imposible decir quién va a sobrevivir al holocausto de la memoria.»

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