«Un color invariable rige al melancólico: su interior es un espacio de color de luto; nada pasa por allí, nadie pasa. Es una escena sin decorados donde el yo inerte es asistido por el yo que sufre por esa inercia. Éste quisiera liberar al prisionero, pero cualquier tentativa fracasa como hubiera fracasado Teseo si, además de ser él mismo, hubiera sido, también, el Minotauro; matarlo, entonces, habría exigido matarse. Pero hay remedios fugitivos: los placeres sexuales, por ejemplo, por un breve tiempo pueden borrar la silenciosa galería de ecos y de espejos que es el alma melancólica. Y más aún: hasta pueden iluminar ese recinto enlutado y transformarlo en una suerte de cajita de música con figuras de vivos y alegres colores que danzan y cantan deliciosamente. Luego, cuando se acabe la cuerda, habrá que retornar a la inmovilidad y al silencio.»
Alejandra Pizarnik fue una de las mejores poetas de habla hispana del siglo XX. Nacida en Buenos Aires, Argentina, es reconocida actualmente por sus obras El árbol de Diana, Los trabajos y las noches y Extracción de la piedra de locura, escritas y publicadas en la década de los sesenta. Además de cultivar el arte de los versos, también fue traductora de obras literarias francesas al español, llegando no solo a desempeñar el oficio sino a conocer a escritores como Antonin Artaud, Aimé Césaire e Yves Bonnefoy, por mencionar algunos.