miércoles, 5 de enero de 2022

LA SOSPECHA DE SOFÍA de Paloma Sánchez-Garnica

«Desde hacía meses espiaba cada movimiento, cada palabra y cada silencio de la pareja que ahora estaba al otro lado de la calle, entregada a la confiada intimidad, y de la que le separaban los escasos metros del ancho de la vía. Apuntaba metódicamente cada detalle, por nimio que pareciera, con el fin de conocer su cotidianidad, sus costumbres, la manera de caminar de él, de vestirse, de abrasarla, de besarla, de dirigirse a ella; cómo entraba en casa y qué hacía o decía cuando salía, los horarios y actos al levantarse y al acostarse, lo habitual en los días de diario y lo extraordinario, o no tanto, de los fines de semana y vacaciones.»

Paloma Sánchez-Garnica es una escritora española que recientemente ha ganado mucha notoriedad en los medios por ser finalista del Premio Planeta en la edición 2021 con su obra Últimos días en Berlín, aunque años atrás, en 2016, ya había obtenido el Premio Fernando Lara con la novela Mi recuerdo es más fuerte que tu olvido, una obra cuyo título no solo es sugestivo sino también una pequeña muestra del talento retórico. Paloma Sánchez-Garnica es abogada de profesión, pero su pasión por la literatura fue más fuerte, algo parecido a lo sucedido con John Grisham e Ildefonso Falcones, que iniciaron su carrera en derecho hasta que su vocación por la narrativa los terminó capturando, o debería decir, liberando. La Sospecha de Sofía, publicada en 2019, es su séptima novela.

La sospecha de Sofía es un título que no le hace justicia al contenido de la obra, porque da la impresión de que se trata de un relato rosa más, cuando en realidad lo que tenemos en manos es una novela monumental que toma como telón de fondo la cortina de hierro y cuenta la historia de varias familias rotas y separadas. He aquí la sinopsis:

«En una Europa dividida por un muro insalvable, dos hombres y una mujer buscan desesperadamente su destino. La anodina vida de Sofía y Daniel cambia radicalmente cuando él recibe una carta anónima en la que se le dice que Sagrario, a la que venera, no es su verdadera madre y que si quiere conocer la verdad de su origen debe ir a París esa misma noche. Intrigado, pregunta a su padre por esta cuestión y él le recomienda que lo deje pasar, que no remueva el pasado. Sin embargo, hay preguntas que necesitan una respuesta y esta búsqueda desencadenará una sucesión de terribles acontecimientos y encuentros inesperados de infortunado desenlace que trastocará su vida y la de su mujer, Sofía, para siempre.»

Tras la Segunda Guerra Mundial la humanidad quedó fracturada y la Europa devastada se convirtió en el principal botín ideológico. Los Aliados, como se denominó a los países que por un breve tiempo hicieron frente y derrotaron al nacismo y fascismo, ahora se encontraban en dos facciones opuestas e irreconciliables. Por un lado, estaba la Unión Soviética que representaba al comunismo y socialismo, la revolución del proletariado unida en un solo bloque colectivista, dictatorial y totalitario, opuesto al que por el otro lado era el bloque capitalista que lideraba Estados Unidos y el Reino Unido, que no solo defendían el liberalismo económico, sino también la democracia y las libertades más básicas de cada individuo. Mientras Estados Unidos y Reino Unido entraron a la guerra para frenar la desmesurada ambición nazi de convertirse en un imperio hegemónico, la Unión Soviética lo hizo con fines expansionistas no tan diferentes. Lo que Hitler no logró por las armas, Stalin lo hizo soportando y esperando el momento. Finalmente, la mitad de Europa terminó de lado soviético, y la capital de Alemania, Berlín, que se encontraba como una isla en territorio soviético, también fue escindida. En 1961, para frenar la migración de alemanes que huían de la represión y miseria comunista, la República Democrática Alemana (nombre que adoptó la Alemania soviética), construyó un muro alrededor de la parte de Berlín que pertenecía a la República Federal de Alemania (la Alemania independiente). Este muro que al principio eran alambrados, oficiales armados y perros, rápidamente se convirtió en una muralla perimetral peligrosa y violenta y uno de los mayores símbolos de la Guerra Fría. Familias de la noche a la mañana quedaron separadas por décadas y este es precisamente el germen de la historia que nos relata Paloma Sánchez-Garnica.

La sospecha de Sofía abarca un período de casi cinco décadas, desde 1939 hasta 1986; así mismo, los escenarios que toma son las ciudades de Madrid, Paris y Berlín. Para darnos una idea del contexto histórico, en 1939 Alemania invade a Polonia lo que presupone para muchos historiadores el principio de la Segunda Guerra Mundial, aunque para otros esto realmente comienza con la crisis de Renania en 1936, cuando Hitler toma la decisión de hacer caso omiso del Tratade de Versalles y ocupa una zona alemana en la frontera con Francia que debería permanecer desmilitarizada; por otra parte, en 1939 finalizaba la guerra civil española (otro de los episodios más cruentos del Siglo XX) y comenzaba el régimen de Franco, el cual se prologaría hasta 1975. En esencia, la mayor parte de la novela transcurre en la década de los sesenta y setenta con una España de la postguerra bajo la férula de Franco (aunque en una etapa menos represiva, con mayor tolerancia y más moderna), y en el Berlín de la Guerra Fría, donde aparte de la podredumbre y terror, pululaba el espionaje y en la novela tiene capital importancia la KGB y la Stasi.

Hay al menos tres personajes que se les puede etiquetar como protagonistas: Daniel Sandoval y su esposa, Sofía Márquez, y Klaus Zaisser, aunque ningún personaje secundario realmente lo es del todo porque tienen un rol relevante dentro de la historia, no son solo un adorno o relleno. Esto es un recurso que enriquece el relato, porque no es precisamente una visión unidimensional protagonista-antagonista, sino perspectivas diversas en la que las personas son en esencia una consecuencia del momento y las circunstancias que los rodean y muchas veces sus decisiones están limitadas o simplemente prohibidas. El binarismo enturbiador de buenos y malos aquí no existe. Pueda que en algunos momentos (realmente muy pocos) sintamos que los personajes hacen o dicen algo o les pasa algo que no es orgánico, es decir, algo se percibe muy artificial o metido con calzador, con el propósito de hacer avanzar a la historia o coincidir con algún contexto; pero dado el volumen y extensión de la obra, termina por convertir esto en irrelevante, porque es en el todo mismo donde finalmente aplaudimos a la autora, que lo que hizo no fue nada sencillo y no existe personaje que no tenga una personalidad definida, de allí que es fácil empatizar con todos, incluso con Rumualdo o el padre de Klaus. 

La factura histórica es bastante precisa y Paloma Sánchez-Garnica muestra su dominio magistral del contexto y lo transmite al lector no como puntos fríos de acontecimientos y fechas, sino como una realidad que fue muy tangible para personas también reales, porque a pesar de que las familias que protagonizan la novela son ficticias y tienen ciertas particularidades, lo cierto es que fueron el vehículo que utilizó la autora para representar a miles de personas que vivieron y sufrieron aquellos duros e inciertos años. Idealmente no es lo correcto aprender de historias con novelas históricas, pero abren la puerta a que por nuestra cuenta nos documentemos y busquemos más referencias. En lo particular, si una novela me hace investigar, significa que esa novela me movió a una acción, que caló y en este caso me llevó a leer y ver documentales del muro de Berlín.

La obra de Paloma Sánchez-Garnica es brillante desde cualquier punto de vista, porque no solo tenemos una novela histórica de un período muy relevante del Siglo XX, sino que la trama central es lo suficientemente interesante y novedosa como para mantener al lector en vilo, al mismo tiempo que ese gancho narrativo utilizado no proviene de los clichés de los tradicionales thrillers, sino de la elaboración de un escenario mucho mayor, el de la introspección de sus personajes; de allí que podría afirmar que “La sospecha de Sofía tiene un hilo humanista y que sin pretensiones políticas o ideológicas busca mostrar al lector que hay cosas que deben superarse, mas no olvidarse. Tampoco puedo obviar las reflexiones que nos deja, si lo que hacemos o creemos lo decidimos o son consecuencia de las circunstancias que vivimos, si producto de estas circunstancias también es la moral con la que abordamos la vida, por lo que no habría una moral universal y tampoco valores o principios aplicables para todos, si el individuo es más importante que el grupo o si el grupo es más importante que el individuo, si la libertad vale la miseria o si la represión vale la riqueza, si alguien deshumanizado puede considerársele humano, si tanto la comodidad como la pobreza ciegan por igual, si la ignorancia es intencional, en fin, esta es una reseña y por lo tanto estás líneas tiene como propósito servir de ejemplo reflexivo más que una exposición filosófica per se.

Algo que debo destacar de la novela es que la cuota literaria en ningún momento se ve comprometida que, si lo comparamos con otros autores españoles contemporáneos de esa línea o corte de género, Paloma Sánchez-Garnica destaca y por mucho. El uso de las figuras retóricas, los diálogos y las perspectivas de la narración, así como las descripciones de los hechos, objetos, personas o sentimientos, son un gran acierto que evidencia talento producto de investigación, esfuerzo y experiencia. Y a pesar de todo ello, la novela fluye con naturalidad y el lector expectante simplemente no puede detenerse. 

La sospecha e Sofía, nuevamente repito, es una obra monumental, no me explico cómo es que todavía no ha recibido los premios o reconocimientos que merece, pues es una obra que está por encima de la media, a dos desviaciones estándar de lo que normalmente encontramos en las liberarías en estos días. Muy recomendable y que no solo nos hará pensar y reflexionar, sino que nos mandará a investigar. Nunca en mi vida había leído una novela que hasta tuviera su propia banda sonora y es que podemos encontrar un álbum homónimo en Spotify compuesto por Javier de Jorge Sánchez-Garnica, hijo de la autora, probablemente elaborado como regalo a su madre, pero finalmente se convirtió en un valor agregado para los lectores del libro. Es música instrumental, muy buena por cierto, que crea una atmósfera apropiada para la lectura.

Para finalizar, algunas líneas que vale la pena volver a leer. 

«Remover el pasado puede resultar demasiado doloroso y, sobre todo, inútil.»

«La gente joven es la que debe y puede cambiar el mundo.»

«La revolución hay que hacerla trabajando.»

«La gente que lee puede ser muy peligrosa para aquellos que pretenden el pensamiento único.»

«Lo que es bueno para muchos no tiene por qué serlo para todos.»

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