viernes, 1 de septiembre de 2023

POSESIÓN de Stephen King


«Se interrumpió y se limitó a mirarlo. El muchacho, tan blanco y demacrado como su madre, le sostuvo la mirada. Brad recordó que pocas horas antes el chico estaba en el jardín riendo y jugando con el disco de playa. La cara de Dave comenzó a contraerse, su boca se abrió y tembló. Un brillante hilo de saliva se extendió entre sus labios y el chico se echó a llorar. La mujer lo abrazó y empezó a mecerlo.»

Stephen King es un prolífico autor estadounidense de terror y suspense. Sus obras, más de 60 novelas y 200 relatos, han vendido más de 350 millones de copias en todo el mundo, siendo uno de los autores más traducidos de todos los tiempos, consolidándolo como un ícono del género. Despegó con Carrie en 1974, seguida por éxitos como El resplandor, It y Cementerio de animales. King combina lo sobrenatural con profundas exploraciones psicológicas y sociales. Sus personajes complejos y tramas inmersivas han ganado el respeto de la crítica y el amor de los lectores. Su influencia trasciende la literatura, alcanzando el cine y la televisión. Un maestro moderno del horror que ha dejado una marca perdurable en la cultura popular.

Posesión es una novela publicada bajo el pseudónimo de Richard Bachman, que llegó a las librerías en 2007, justo al mismo tiempo que la novela Desesperación, que sí estaba firmada por King. Ambas novelas tratan sobre la posesión de un ser ancestral llamado «Tak», pero difieren en la estructura narrativa y el desarrollo de los personajes, así como en la forma en que se aborda la amenaza maligna. Ambas obras son completamente independientes, distintas y representan, cada una, una exploración del terror sobrenatural. En 2007, ya no existía ningún misterio sobre la verdadera identidad de Richard Bachman, por lo que esta apuesta fue un intento de King por expandir los recursos narrativos, enriqueciendo un género que de por sí siempre ha sido algo denostado por los críticos más puristas. Pero antes de continuar con la reseña, he aquí la sinopsis:

«Transcurre una apacible tarde de verano en Wentworth, Ohio. Como es habitual, en la soleada calle Poplar todo es normal: el chico de los periódicos hace el reparto en bicicleta, los niños juegan en las aceras, las barbacoas se preparan en los jardines y patios. Lo único extraño es la furgoneta roja que hay aparcada en una esquina. El misterioso vehículo no tardará en ponerse en marcha... y con él se desencadenará una atroz matanza. Cuando la noche caiga, los supervivientes del vecindario se encontrarán en un mundo pavoroso donde cualquier cosa es posible, en particular la macabra posesión de las mentes y de los cuerpos.»

Stephen King creó el pseudónimo de Richard Bachman por varias razones. Una de ellas fue la curiosidad de saber si sus libros serían populares sin el beneficio de su nombre, mundialmente conocido desde la primera adaptación cinematográfica. También deseaba explorar diferentes estilos y géneros literarios sin las expectativas asociadas a su nombre, ya que no es ningún secreto que King ha sido ineludiblemente asociado con el género de terror desde Carrie. En su obra autobiográfica Mientras escribo, King explica que en 1975 ya tenía varias novelas escritas, pero debido al éxito de Carrie, la editorial las rechazó porque diferían en la temática que buscaban para King. Temían que los lectores que habían seguido al autor lo abandonaran. King entendía la necesidad de diferenciarse y la asociación del terror con su nombre, y no objetó la decisión del sello editorial. Sin embargo, también quería probarse a sí mismo que, independientemente de su nombre, lo que escribiera se leería por su propio valor literario. Fue así como en 1977, cuando se publicó la magistral obra "El resplandor", también se lanzó una obra modesta pero polémica llamada Rabia bajo el nombre de Richard Bachman. Después de esto, King continuaría publicando bajo este seudónimo hasta 1984, otras cuatro novelas: La larga marcha, Carretera maldita, El fugitivo y Maleficio. Luego se descubrió que Bachman era King, y tuvieron que pasar más de veinte años antes de que una nueva novela firmada por Bachman llegara a las librerías.

Stephen King es un escritor muy versátil, y francamente, hoy en día, no necesita demostrar nada. Tiene su destreza en el terror, el thriller, lo sobrenatural, pero también ha explorado la novela policial, la fantasía, el drama y la tragedia. Ha escrito guiones, ensayos y cuentos cortos. Con más de sesenta libros y medio siglo como escritor de renombre, ha experimentado tanto en las letras que el Premio Nacional del Libro que obtuvo en 2003 es un galardón muy merecido. Dos décadas después, sigue confirmando su mérito con cada publicación.

Posesión es una novela experimental y se comprende por qué Richard Bachman y no King la firma directamente. Presenta una estructura narrativa interesante y poco convencional que contribuye a la sensación de caos y confusión, elementos que son el común denominador en gran parte de la historia. No es una obra fácil de leer, a decir verdad. La gran cantidad de personajes crea múltiples perspectivas, alternadas en capítulos cortos. Es una novela coral en toda regla en la que la visión amplia de los eventos se centra en el horror surreal provocado por una entidad sobrenatural desconocida. Si hay un protagonista, es la calle Poplar, porque todos los personajes se explican en relación con su interacción con esta: Seth Garin, Audrey Wyler, Cynthia Smith, Brad Josephson, hasta el propio Tak. Las escenas de violencia gráfica no son ajenas a King ni a Bachman, y en la narración nos encontramos con momentos sumamente impactantes. No hay ningún eufemismo en las descripciones más sangrientas, en las mutilaciones y laceraciones, ni siquiera en la misma muerte. Asimismo, el flujo de la narración, tanto en ritmo como en temporalidad, es interrumpido por recortes de periódicos y, más interesante aún, cartas que se cruzan dos personajes de relevante importancia. Estas aportan a la trama un punto muy emotivo que contrasta con todo el horror que rodea la historia.

Lo que quiero destacar de esta obra es su habilidad para materializar el terror de una manera única y perturbadora. La entidad maligna se apodera de un niño autista, Seth Garin, y esta posesión transforma por completo su percepción del mundo, así como su capacidad para manifestar el horror que acecha a los pacíficos habitantes de la comunidad de Wentworth. Lo que hace que esta narración sea especialmente impactante es la forma en que los gustos, los juguetes y la imaginación inocente de un niño pequeño se convierten en elementos de pesadilla, todo ello orquestado a través del poderoso, pero cautivo ser que es Tak. La mente de un niño, en su pureza y creatividad, se convierte en una caja de herramientas a disposición de un terror ancestral y malevolente que ha estado esperando durante siglos para manifestarse. Las cosas que deberían ser inocentes y reconfortantes se transforman en instrumentos de horror y muerte, y esta metamorfosis es el eje central de la historia. La habilidad del autor para dar vida a esta metamorfosis es lo que hace que la novela sea tan inquietante. La narrativa nos sumerge en un mundo donde lo familiar se convierte en lo desconocido y lo terrorífico acecha en cada esquina. La exploración de cómo la mente de un niño puede ser utilizada como un vehículo para el mal, especialmente cuando se combina con una entidad sobrenatural, es una parte fascinante de la trama. En última instancia, Posesión nos obliga a cuestionar la naturaleza de la inocencia y la maldad, y cómo pueden entrelazarse de maneras aterradoras cuando se desencadenan fuerzas más allá de nuestra comprensión.

Desde hace un tiempo, no tengo grandes expectativas sobre cómo King concluye sus historias, y Posesión no es la excepción. No obstante, tampoco puedo negar que la forma elegida para resolver el conflicto sea la correcta, aunque resulta un tanto shakesperiana, reconozco que estuvo bien; podría haber sido mucho más incoherente, hilarante o absurda. De todas formas, el misterio y lo inexplicable continúan siendo elementos que se manifiestan a lo largo de toda la obra. Es difícil de entender y, en realidad, no se explica cómo la imaginación de un niño se materializa de manera tan tangible y peligrosa. Me recordó un poco a la serie de Marvel Wanda Vision, donde los poderes de la magia son, literalmente, ilimitados, capaces de transformar y convertir a todo un pueblo, tal y como lo hace Tak a través de Seth Garin.

Posesión es una novela interesante y bien escrita, aunque presenta un desafío debido a su apuesta coral y a las múltiples perspectivas que ofrece. Sin embargo, logra entretener al lector. A diferencia de muchas obras que buscan ser pretenciosas o transmitir un mensaje específico, esta novela parece dejar espacio para la interpretación del lector. Cualquier mensaje que pueda encontrar está más cerca de ser una creación del lector que del escritor. Aunque no la consideraría una de las obras más recomendables o emblemáticas de Stephen King o Richard Bachman, tiene sus méritos que merecen reconocimiento. No se puede pasar por alto su capacidad para entretener de manera efectiva. En última instancia, Posesión puede no figurar en la lista de las obras más emblemáticas, pero sigue siendo una adición valiosa al repertorio literario de Stephen King y Richard Bachman.

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