lunes, 1 de febrero de 2021

MI PECADO de Javier Moro


«Pero no sirvió, la decisión estaba tomada. Así era Hollywood, impredecible, caprichoso y cruel. Pensó que Raoul tenía razón, que los latinos en Hollywood siempre serían gente de segunda. Ahora que la industria del cine cambiaba y ya no eran necesarios, sobraban.»

Javier Moro es un escritor español conocido por su pasión de haber vivido los escenarios que utilizó en sus primeras obras. Es también periodista e investigador y ha trabajado en el mundo del cine como guionista y productor. Desde niño viajó por varios países, lo que le aportó una visión de comprensión de diferentes culturas y sociedades, experiencias que posteriormente utilizaría en sus novelas. Es sobrino por parte de madre de Dominique Lapierre, uno de los escritores franceses más populares del siglo XX, creador de las obras La ciudad de la alegría y ¿Arde París? En 1997 fue publicada una colaboración con Lapierre, Era medianoche en Bhopal, en la cual ambos vivieron tres años en Bhopal, India, para documentarse y realizar entrevistas relacionadas al accidente de la planta química de la empresa Unión Carbide, sucedido en 1984. Moro a lo largo de tres décadas ha logrado publicar diez novelas, entre ellas El imperio eres tú, con la que consiguió el Premio Planeta en 2011 y Mi Pecado, con la cual obtuvo el Premio Primavera en 2018, galardón promovido por Editorial Espasa.

Mi pecado es una novela ambientada en Hollywood de los años treinta y en España de la postguerra. No es precisamente ficción, aunque tampoco una biografía novelada. Transita en tenues líneas de novela de aprendizaje, romántica, histórica, espionaje e incluso documental. Esta es la sinopsis:

«Conchita Montenegro en 1930 con apenas 19 años desembarcó en Hollywood. Gracias a su belleza, inteligencia, personalidad y tesón, la joven promesa se hizo un hueco entre las principales estrellas del momento. Su extraordinaria mirada cautivó a Leslie Howard, uno de los actores más célebres de la época, un hombre casado que le doblaba la edad. Los amantes vivieron su idilio entre fiestas de ensueño y estrenos triunfales, paseos a caballo y vuelos en avioneta por la costa de California, entre la pasión y el engaño. Trece años más tarde, su historia de amor tuvo un desenlace inesperado cuando los dos se reencontraron en Madrid y, sin saberlo, influyeron en el curso de la Segunda Guerra Mundial.»

Debo confesar que en un inicio la novela no prometía demasiado e incluso la sinopsis me pareció exagerada cuando no pretenciosa. Los primeros capítulos confirmaron esta valoración, pero no la abandoné. Sabía que el mérito de haber sido premiada no era vano y que entre sus páginas encontraría la respuesta y no tardé en hacerlo. Conforme conoces a Conchita Montenegro y te adentras en el Hollywood de los años treinta, empiezas a visualizar esa época denominada edad de oro en la que no todo brillaba y cuando Moro hace una elipsis y nos traslada a la década de los cuarenta de la España franquista, la historia toma otro aire que si la hicieran película indudablemente estaría entre las nominadas en la temporada de premios. 

En los años treinta, Hollywood tenía poco tiempo de haber innovado en el sonido. Las películas ya no eran mudas y eso significaba dos cosas: primero, no solo valía actuar, sino también expresarse y, segundo, que había que hacer algo para llegar al público que no hablaba inglés. Con lo primero, muchos actores no pudieron pasar del cine mudo al hablado, sus carreras se hundieron y otros nuevos rostros ascendieron; y con lo segundo, había que hacer versiones alternativas de películas en español, en francés, en portugués, entre otros idiomas. Esto fue la oportunidad para muchos actores extranjeros, aunque estas versiones alternativas nunca dejaron de ser una mala copia de sus versiones originales. Lo importante era triunfar en el cine en las películas habladas en inglés, con sobrada fluidez y expresión, sin acento, sin parecer exótico. Conchita Montenegro fue la primera mujer española que triunfó en ello. Como siempre, abrirse camino en Hollywood no era cosa fácil, el talento y el carisma ayudaba, pero se requerían más palancas. Las versiones alternativas en otros idiomas fue una etapa más bien breve, puesto que con la innovación en las técnicas de doblaje unos años después ya no fue necesario el tropel de actores, la gran mayoría terminó deportado. De igual forma, Hollywood de los años treinta tenía un escenario más grande, en la primera línea, la local, se encontraba la Gran Depresión, y en la siguiente, la internacional, el surgimiento del fascismo europeo.

Javier Moro residió en Hollywood cinco años, pero el siglo XXI es muy diferente a la época narrada por lo que tuvo que utilizar unas máquinas de tiempo llamadas libros para revisitar aquella época. Menciona en su agradecimiento cuatro principales y grandes fuentes bibliográficas que fueron sus ejes: Una aventura americana de Álvaro Armero, El mercader de ilusiones de Enrique Fuster de Alcázar, Madrid en la posguerra de Pedro Montoliú y El vuelo del Ibis de José Rey-Ximena. No obstante, la obra es bastante rica en detalles y ningún personaje o situación es ficticio por lo que requirió además de otras treinta y siete fuentes bibliográficas y decenas de entrevistas con los descendientes de los personajes citados.

Para los estándares de la edad de oro de Hollywood, una actriz tenía fecha de caducidad, en sus veinte estaban en la mejor etapa de su carrera, a los treinta ya estaban envejecidas y a los cuarenta ya nadie las contrataba. Aunque la situación no es tan diferente hoy en día. Meryl Streep dijo en una entrevista que cuando una actriz cumple cuarenta, solo le ofrecen interpretar papeles de bruja. Conchita Montenegro se quejaba en aquella época de que los papeles que le ofrecían para interpretar siempre eran secundarios, el del estereotipo de mujer latina o la mujer exótica. Algunas cosas son difíciles que cambien. 

La narración de Javier Moro es sencilla, pero brillante, sin ambages, muy directa, acariciando el minimalismo sin serlo. Utiliza el narrador omnisciente que la mayor parte de veces tiene el foco sobre Conchita Montenegro y en la excepción sobre otros personajes, principalmente Leslie Howard. Una historia bien contada, con los tiempos vertidos en anécdotas adecuadamente dosificadas. 

Mi pecado es literalmente un perfume, My Sin, una fragancia de Jeanne Lanvin que se empezó a producir en 1924 y que todavía, casi cien años después, puede conseguirse. My sin era el perfume que Leslie Howard obsequiaba a Conchita. Mi pecado también era ese romance que surgió entre ambos, ella una mujer enamorada que apenas había llegado a sus veinte y que empezaba su aventura en Hollywood, y él, un inglés descendiente de judíos, casado que le doblaba la edad, padre de familia y con vasta experiencia y popularidad en el cine, que en efecto, se enamoró de Conchita en un rodaje, como se había enamorado antes de otras actrices, y como se enamoraría después de otras más, hasta que un día decidió que con sus películas podía darle un significado más grande a su vida y que en medio de la Segunda Guerra Mundial no podía quedarse de manos cruzadas y pronto, con sus acciones, se ganó más que la atención de los nazis.

Mi pecado de Javier Moro, un libro que contiene una gran historia, sin duda.

2 comentarios:

  1. Hola German, Javier Moro rescata historias perdidas. Me gustó mucho "A flor de piel", la historia de Isabel Zendal, ahora tan de moda por el hospital madrileño. Como dices, la narración sencilla no tiene que estar reñida con la brillante. besos

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    1. No había escuchado hablar de Conchita Montenegro hasta la lectura de esta novela. Es como señalas, Javier Moro es capaz de rescatar historias que valen la pena ser contadas y con ello no solo trae de vuelta personajes importantes, sino hitos de la historia que vale la pena rememorar. Muchas gracias por el comentario.

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