«Mi editora no podía creerse que yo fuese a reaccionar así, corriendo con prisa hacia la puerta de la librería, para buscar a a persona que me había dejado el sobre con aquella extraña fotografía. Supongo que no estaba acostumbrada a ver a una de sus autoras salir así tras una firma. Pero ni siquiera yo esperaba aquella reacción por mi parte. Cuando quise darme cuenta, me sorprendí jadeando, casi sin aliento por el miedo instantáneo, oteando entre los paraguas de la calle y buscando en todas direcciones unos ojos que reconociese amenazantes. Me había vuelto impredecible incluso para mí misma.»
El juego del alma, publicada en 2021, es la quinta novela de Javier Castillo que, aunque no es una continuación o secuela, hereda los personajes de su trabajo anterior, La chica de nieve. Volvemos a encontrarnos con la periodista Miren Triggs, ahora convertida en autora de bestsellers, el profesor Jim Schmoer y el detective Benjamin Miller. Los tres son personajes centrales y en ese orden mencionado se van estructurando sus narraciones e intercalándose en los capítulos para sumergirnos en otra historia extraña y retorcida que apunta más a parecerse a los trabajos iniciales de Castillo, El día que se perdió la cordura. He aquí la sinopsis:
«Nueva York, 2011: Una chica de quince años aparece crucificada en un suburbio a las afueras. Miren Triggs, periodista de investigación del Manhattan Press, recibe de manera inesperada un extraño sobre. En su interior, la polaroid de otra adolescente amordazada y maniatada, con una sola anotación: Gina Pebbles. Miren Triggs y Jim Schmoer, su antiguo profesor de periodismo, seguirán la pista de la chica de la imagen mientras investigan la crucifixión de Nueva York. Así se adentrarán en una institución religiosa en la que todo son secretos y en un enigma único lleno de suspense en el que deberán descifrar tres preguntas de respuesta imposible: ¿qué le sucedió a Gina?, ¿quién envía la polaroid? y, la más importante; ¿están conectadas ambas historias?»
Siempre empiezo una reseña identificando al autor, pero dado que ya lo he hecho en otras obras de Castillo, omitiré esa parte. Basta decir que Javier Castillo no es un autor de rostro literario y él lo sabe, por lo que sus recursos tienden al efectismo. Castillo escribe thrillers y lo suyo es la entretención tal y como si estuviéramos en una maratón de series. Castillo, de principio a fin, se apoya en los cliffhanger, sea para bien o para mal. Los explota hasta el hartazgo en cada capítulo. Todo queda inconcluso e insidioso y obliga al lector a continuar en la siguiente página para darle forma a la nueva información que acaba de ser revelada. Es como armar un rompecabezas.
Si es la primera novela de Javier Castillo que uno lee, puede que haya cierta decepción al analizar la trama y encontrar muchos agujeros; pero comparándolo con sus trabajos anteriores es notable la evolución del escritor y me parece que, pese a sus debilidades, termina por entregar un producto que cumple con la expectativa de entretención. Es satisfactorio. Se lee rápido y se entiende sin dificultad. Podría haber sido mejor si se hubiera atrevido a ceder algunos sacrificios, pero decidió conservar a sus personajes principales, que de repente le sirven en otra novela y no tiene que empezar de cero construyéndolos. Miren Triggs, dado que sus intervenciones van en primera persona y en presente, que es el personaje que aparece primero y quien decide autoconvertirse en heroína, termina muy fastidiada o incomodando al lector, es como una caricatura caprichosa que se acomoda para que la trama la favorezca. Los otros personajes funcionan mejor, quizá por esa distancia que se marcó desde la perspectiva y que su actuar parece un poco racional y lógico, aunque igual hay algunos detalles que nos hace tomarnos de los cabellos. En el capítulo inicial nos da la gran revelación de Miren Triggs herida gravemente, desangrándose y huyendo de su perseguidor, enseguida la tenemos capturada y enseguida vamos días atrás para reconstruir los acontecimientos que llevaron a ese momento, pero nunca nos crea ningún sentido de urgencia, conociendo su estilo, sabemos a priori de que algo de último momento salvará el día.
Aparentemente Javier Castillo se apoyó mucho en Google Maps y Google Earth para crear el escenario de su historia. No me parece mal que un escritor español que vive en España internacionalice su obra. Pero es que realmente da lo mismo donde se desarrolle la historia, incluso me parece que esto funcionaría mejor fuera de Estados Unidos, no recurriendo a ciudadanos estadounidenses a rajatabla o situándolo todo en otro siglo. ¿Qué hubiera pasado si la historia la sitúa en Sevilla? ¿Qué tal si los personajes de su novela hubiesen sido inmigrantes latinos? ¿Qué hubiera pasado si la historia transcurre en la década de los treinta en algún estado sureño? Y es que las elecciones de Castillo, en todo sentido, le dan un aspecto genérico que depende mucho de retorcer las historias hasta los límites para que tenga algo de sustancia, pero que al lector ya no le sorprende demasiado. Sí, son un montón de balas disparadas con el objetivo de hacer ruido y que alguna de en el blanco y de allí se diferencia de thrillers de culto o grandes novelas negras donde un solo disparo basta para fijar el inicio, eje y conclusión.
El juego del alma conserva todo el estilo de Javier Castillo: varías líneas de tiempo que toman la perspectiva de algún personaje que luego se intercalan y conectan, capítulos cortos inacabados, lenguaje sencillo aunque pulcro (nada de groserías y blasfemias), datos que se van revelando de a poco, crímenes extraños llenos de simbolismos, violencia (pero descafeinada –autocensurada– ), personajes con pasados traumáticos u oscuros, decisiones de último momento más aleatorias que racionales, diálogos que pecan de autocompasión, sensacionalismo o cursilería, deux ex machina en los capítulos finales, epílogos anticlimáticos e innecesarios. Con La chica de nieve Javier Castillo empezó a utilizar aforismos propios al inicio de cada capítulo y aquí lo repite, lo cual en ocasiones se siente pretencioso, pues busca darle una apariencia que su novela por naturaleza no puede tener. En fin, Si uno ha leído una novela de Javier Castillo no es que las haya leído todas, pero existe un mismo común denominador. La fórmula es la misma y la ecuación no tiene demasiados elementos, a decir verdad.
Javier Castillo sería un buen guionista porque su perspectiva de crear las historias es más cinematográfica. El necesita que imaginemos la atmósfera que no es capaz de describir y que pensemos en los personajes como si los conociéramos para llenar aquello que no puede del todo transmitir. Me parece que las adaptaciones, cuando las haya, serán mucho mejores que la fuente por dos razones: la experiencia del equipo que estará a cargo del proyecto y que las historias de Castillo fueron pensadas precisamente con ese propósito.
Si algo debo destacar de cada publicación de Javier Castillo es su esmerado diseño de portada. Vaya que las ilustraciones son hermosas, completamente artísticas. Aunque estas poco o nada tengan que ver con la historia, no se puede negar su carga visual.
«Todos los errores tienen un principio, pero no un final.»
«Cualquier tiempo pasado te recuerda lo que ya no tienes.»
«A veces puedes tener la verdad delante, pero estar escondida con forma de mentira.»
Al comenzar la reseña de este libro no dejo de pensar en el libro del Psicoanalista de John Katzenbach, porque comienza con una escena similar en donde el protagonista es invitado a un juego por medio de una carta, aunque en la obra de Javier Castillo es una fotografía. Los lectores dicen que es un libro conclusivo es decir que su historia se sostiene por si sola y logra terminarla, otro dato interesante es que algunos de sus personas como bien lo mencionas que aparecen en otras novelas vuelven, pero ahora con un aire de madurez mucho mayor, hace pequeños guiños a su anterior novela “La chica de nieve” pero muchos coinciden en que no es necesario leer esta novela para comprender su más reciente obra. Un libro adictivo en donde aparecen elementos interesantes que van captando la atención del lector, algunos lectores afirman que hay pequeños guiños de la vida del autor en la novela como el caso de los panqueques que desayunan los domingos y que para los fans que siguen al autor en sus redes sociales saben que es un hábito que él tiene con su familia. Los lectores que consulte no aportaron mucho de los elementos que veo en tu reseña, pero si me llamo la atención que el anterior libro “La chica de nieve” haya sido el libro más vendido en España sobre el tiempo de confinamiento, sus libros han sido traducido a sesenta idiomas y se venden en más de diez países, un autor que despierta el encanto y hasta el furor en sus lectores, ya que esta portada del último libro se había anticipado por motivos del mercadeo y ya se esperaba como pan recién sacado del horno y la verdad es que al parecer no ha decepcionado. Un libro que debo de agregar al carrito sobre todo por la trama que resulta muy interesante de leer. Saludos.
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