miércoles, 28 de julio de 2021

LA PIEL de Sergio del Molino


«Ni siquiera mi hijo debe verme. Aunque me intuye. Si los hijos nos descubren, corremos el riesgo de que nos acepten como monstruos, y eso sería fatal para ellos. Por eso entorno la puerta y no la dejo abierta de par en par, para que no tenga la tentación de levantarse, aparecer por el salón y descubrir que las brujas no sólo existen, sino que son los padres.»

Sergio del Molino es un escritor y periodista español que ha publicado, desde 2009 hasta la fecha de esta reseña, trece libros. El primero lo publicó cuando tenía 30 años y desde entonces ha cosechado premios y reconocimientos por su calidad literaria, versatilidad narrativa y análisis crítico. Personalmente de su obra destaco La hora violeta, un libro que trata sobre el proceso que conllevó la enfermedad terminal de su hijo.

La piel, publicada en 2020 en medio de la pandemia del COVID-19, es una obra con tintes autobiográficos, de autoficción y que se acompaña de historias de personajes reales a manera de una colección de relatos que se funden en la estructura narrativa general. El tema central es la psoriasis. Sergio del Molino padece de esta enfermedad desde los veinte años, esto lo llevó a desarrollar ciertos complejos. La psoriasis es una enfermedad cutánea que produce como principal síntoma el enrojecimiento y una especie de escamas en la piel. Puede aparecer en cualquier parte del cuerpo: cuero cabelludo, manos, brazos, piernas, espalda, abdomen, etcétera. Quienes la padecen frecuentemente sufren de picazón, ardor e irritación de las zonas afectadas, que eventualmente se convierte en sangrado y dolor. Esta enfermedad en realidad es una mutación genética, donde el sistema inmunitario empieza a atacar células de la piel sanas y esto produce las placas o escamas, que terminan por agrietarse y causarle problemas a quien lo padece. Como es parte del código genético, es incurable y a lo único que puede aspirar quien la sufre es seguir procedimientos y tratamientos paliativos que controlen los brotes.

De una a dos personas de cada cien padecerán de psoriasis en algún momento de su vida. No es que esta surja desde el nacimiento (que en algunos casos sí), sino que puede aparecer en cualquier momento: en la infancia, la adolescencia, la juventud, la vejez. Eso sí, en cuanto aparece es permanente. Acompaña a las personas hasta el final de sus días. Las pieles más claras tienen mayor predisposición a parecerla, por ejemplo, un anglosajón multiplica más de ocho veces las probabilidades de padecerla que un afrodescendiente o chino. La psoriasis es hereditaria, lo que significa que si tenemos antecedentes familiares aumentan más las probabilidades de que aparezca, lamentablemente la forma en que se manifiesta este padecimiento, sus síntomas, lo hace ver como contagioso, que no es, y termina cohibiendo a quienes la sufren.

Sergio del Molino comienza su narración comparando las brujas y monstruos de las historias fantásticas que cuenta a su hijo con su propia condición. Él se siente como un monstruo. De allí parte para hacer regresiones a lo largo de su vida y traernos personajes históricos que también han padecido la psoriasis. Es una forma de decir a los lectores, a la sociedad y a él mismo que no es la única persona que la ha padecido y que varios que han dejado su huella en la humanidad, sea para bien o para mal, también tuvieron que soportarla. Del Molino comienza contándonos de una amiga bruja con quien vivía cuanto tenía vente años. Ella tenía un tarot ruso y le leía las cartas, aunque también tenía otras habilidades como la quiromancia. En ese momento de la vida, Sergio del Molino, un joven estudiante de periodismo, no sabía que el eczema que acababa de brotar en su brazo no se iba a curar nunca por más cremas que se aplicase. Su amiga, a quien llamaba como «su bruja», en uno de esos momentos en que leía las cartas y las manos, le comunicó que había algo que le afectaría, de esa manera ambigua y oscura en que suelen hablar quienes dicen que tienen poderes psíquicos o proféticos, con la intención de lo que pasara, fuera lo que sea, encajara con lo dicho. La aparición de la carta del diablo algo tenía que significar. Y como era un tarot ruso, el diablo se parecía a Stalin. 

Y con Stalin comienzan los relatos de Sergio del Molino, acercándonos a esos personajes y enfocándose en la manera en que sobrellevaron o trataron su enfermedad. En el caso de Stalin era prácticamente secreto de estado y, en efecto, Stalin era un monstruo no tanto por su padecimiento, sino por su crueldad. Ningún reptil o pez tenía más sangre fría que el propio Stalin. Era capaz de mandar a matar (porque el camarada Stalin no se ensuciaba las manos) a sus mejores amigos simplemente por envidia o una sospecha. Otro personaje siniestro que aparece es Pablo Escobar, aunque en este caso del Molino cuenta un episodio donde este narco de narcos fue invitado a la mansión de Fidel Castaño y entre conversaciones Escobar explotó en furia cuando lo invitaron a utilizar un jacuzzi. Escobar alegaba mariconerías, aunque su esposa sabía que más que eso, era la presión de mostrar su piel, con la cual no se sentía seguro.

Pero del Molino es escritor y debía también exponer escritores con psoriasis. Uno de ellos fue John Updike, del cual narra su estancia en una isla tropical y su embeleso con una joven bibliotecaria. El otro escritor era Vladimir Nabokov, y del Molino se concentra en los eventos que propiciaron la salida de Nabokov de Rusia y su estancia en la costa francesa, previo a huir (nuevamente) hacia Estados Unidos tras la ocupación nazi. Ambos escritores tenían como común denominador el disfrute del sol, la playa y el mar como paliativo de los síntomas de la psoriasis. Para Sergio del Molino esto no era un gran descubrimiento, pues también él hacía lo mismo con sus visitas a unos balnearios.

La música, que es parte de la vida como la psoriasis para quienes la padecen, no debía faltar en esta obra y del Molino nos cuenta sobre como Cyndi Lauper estuvo a punto de terminar como una camarera, mesera, lo que fuera, una artística frustrada al final de cuentas. Si no hubiese sido por el éxito de la canción Girls just want to have fun, ni siquiera hubiera sido olvidada porque no hubiera habido nada que recordar en primer lugar. Del Molino analiza el significado socialista de esta canción, lo cual sienta las bases para lo que, según él, se denomina el «el socialismo lauperiano» que no es más que la filosofía proletaria de Paul Lafnique que todo leninista tacha de herejía (porque el comunismo es una religión, funciona con toda la fe ciega y radicalismo inquisitorial). La canción cumbre de Lauper habla de chicas que al final de la jornada laboral solo quieren divertirse, no hacer revolución, no trabajar más ni servir a una causa mayor, sino simplemente divertirse. A Lauper le fue diagnosticada la psoriasis en 2010, cuando ya contaba con 57 años.

Hay otras historias que Sergio de Molino cuenta y que no necesariamente tienen que ver con la psoriasis, pero sí con la piel. Una de estas historias es el de las baldosas de Felix Von Luschan, mismas que servirían posteriormente para hacer un mapa del mundo en función del tono de la piel. Un total de 36 tonalidades que van desde muy oscuro (nunca negro) hasta muy claro (nunca blanco). Aquí del Molino aborda el racismo desde la perspectiva de que el color de la piel es simplemente un accidente de adaptación del ser humano en función de la cantidad de sol que recibe el lugar donde habita. La piel oscura genera más melamina para defenderse de los rayos del sol. Esto es evolutivo y fueron cientos de miles de años los que han transcurrido para que la piel se aclarara para quienes emigraron fuera de África. No tiene nada que ver con inteligencia o superioridad de raza. En la línea del racismo también nos cuenta la historia de «El Negro», un joven guerrero de Botsuana cuyo cadáver fue robado en el siglo XVII y tratado por un taxidermista, para finalmente terminar en el museo de Banyoles en España, junto a varios animales disecados de la fauna africana. En las postrimerías del siglo XXI esto fue un horror. Estaban exhibiendo a un ser humano como si se tratase de un animal.

Del molino también se adentra en sus experiencias personales, nos cuenta la historia de su primer beso cuando tenía quince años y su novia punk, un año mayor que él, que se hizo una escarificación en el brazo con el nombre prácticamente ilegible de un integrante de la banda Sex Pistols, «Sid Vicious». Del Molino no comprendía en aquella etapa temprana de su vida como una joven desalineada y hortera podría dañar de forma permanente su piel.

Luego pasamos a los manuscritos del mar muerto, su descubrimiento y la narración de lo condenatorio que era para alguien tener lesiones en la piel en los primeros siglos de nuestra era. El exilio con los leprosos era el destino. Lamentablemente quien padece de psoriasis no es inmune a la lepra. Luego pasamos a la reina Isabel II y su ictiosis nacarada (psoriasis real) que trajo consigo un desarrollo a las playas que hasta en el aquel momento habían sido ignoradas por la nobleza. No hace muchos las personas más ricas, los nobles, no les tocaba la piel el sol; hoy en día, los más ricos hasta se pueden comprar una isla en los paraísos tropicales y en las playas más bellas del planeta. 

El libro es un viaje de comprensión del padecimiento más que una explicación. Del Molino no se detiene en explicarnos nada científico a profundidad, lo poco que encontramos es al mismo tiempo lo suficiente para entender de que va cada punto o cada cosa. Sabe que lo suyo es la narración y que el libro es un acercamiento a la psoriasis desde una perspectiva literaria y no un texto académico. 

Para finalizar, unas líneas que fui recolectando durante la lectura y que vale la pena traer de nuevo y leerlas:

«Un hombre sólo puede convivir con unos pocos fantasmas a la vez.»

«Sólo se puede opinar desde la ignorancia. Cuando más conoces, estudias o vives algo, más confuso e inútil se vuelve tu punto de vista.»

«La piel no necesita estar enferma para convertirse en estigma.»

«Nadie duerme a pierna suelta durante un terremoto o bajo un huracán. No puedes vivir junto a quien provoca las catástrofes y salir ileso de ellas.»

«No hay felicidad sin porquería, que la pureza es un atributo de la neurosis, y que nadie ha rozado la beatitud sin sentir antes la piel crujiente y dolorida.»

1 comentario:

  1. Creo que no hay nada más complicado para escribir que el padecimiento de un mal corporal, mental o espiritual, precisamente hoy veía un vídeo por un profesional de la medicina que hablaba sobre este mal que aqueja la piel y para el cual no hay cura, como bien dices solo hay por el momento tratamientos paliativos que lo minimizan y controlan hasta cierto punto. Lo que siempre me ha llamado la atención es la forma como los autores toman algo que parece contraproducente a la gran mayoría y lo vuelven el medio por el cual comunican sus sin sabores, sus anhelos o sus temores. De todos los autores que he buscado para generar mi reseña este libro es tal vez el que más escasos comentarios tiene, algunos lectores se han manifestado fan del autor por la narrativa que maneja en sus diferentes escritos y nada más. Hoy solo me limitare a hacer este pequeño comentario y es que como en un carrusel en donde cuando nos subimos la vida gira y se encuentran dos puntos de vista del que monta el carrusel y aquel que solo lo observa, de la misma manera el autor montado en su narrativa nos lleva por diferentes entornos con historias que giran a estos padecimientos que para muchos son un calvario, lo se porque he conocido personas y tengo familiares que si bien no padecen esta enfermedad se han enfrentado a virus que han lastimado el sentido más desarrollado y complejo que poseemos, la piel. Narrar una historia con este tipo de padecimiento constituye un desafío para el autor, ya que su objetivo me imagino es hacer ver a otros primero que no están solos en su lucha con un determinado padecimiento o enfermedad, segundo, narrar la historia de lucha con sus altas y bajas, tercero, lograr la identificación o por lo menos la comprensión del lector, cuarto, hacer ver que todo en la vida siempre tiene un punto de vista mejor incluso la enfermedad, sexto dejar una huella de esperanza y valor en aquellos que se identifican con el escrito y séptimo, que el ser humano por mucho que se esfuerce en esconderlo es un ser frágil de tiempo limitado y expuesto en cualquier momento a cualquier vicisitud incluso a una mala pasada de su propio sistema inmunológico. Saludos.

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