«El sufrimiento pregunta por qué aunque sabe que ninguna respuesta lo conformará, para el dolor en cambio se acabaron las preguntas. El proceso de duelo siempre nos deja solos, impotentes, descentrados, responsables y sobre todo tristes. El dolor es irracional porque conecta con un sentimiento: la tristeza. Una emoción normal y saludable, aunque displacentera porque significa extrañar lo perdido.»
Jorge Bucay es un médico y psicoterapeuta argentino, además de escritor y conferencista. Su currículum es bastante amplio no solo en los aspectos académicos, sino también en su experiencia profesional. Ha escrito más de una veintena de libros, la mayoría dedicados al autoconocimiento, desarrollo personal y psicología, aunque tiene también algunos cuentos, colaboraciones y novelas, de hecho, en ficción ganó en 2006 el Premio de Novela Ciudad de Torrevieja con su obra El candidato. Este Premio lo han ganado escritores como César Vidal, Jordi Sierra y Javier Reverte, incluso Javier Sierra ha sido finalista, lo que indica la versatilidad de Bucay como narrador y su capacidad para poder contar y transmitir historias. El camino de las lágrimas es parte de su colección de cinco libros dedicados al arco de la vida, en este caso el tema es el duelo.
Una de las emociones fundamentales en el ser humano es la tristeza y es una constante en la vida. Nadie desea estar triste realmente, pero es inevitable el encuentro con esa emoción y las implicancias que puede tener dependerán de las características de las circunstancias. La mayoría de las veces, sino es que todas, estos momentos se definen por la pérdida de algo o de alguien. Es cuando aparece el duelo. Todos necesitamos de un espacio psicológico de adopción y adaptación de una situación, el duelo es ese proceso que involucra el enfrentamiento de la pérdida hasta su aceptación. Podemos tener duelo por una mudanza, un despido laboral y la pérdida de una relación, aunque es más común asociarlo al fallecimiento de alguien cercano como un amigo, una esposa, un hijo. El camino que recorramos provocará lágrimas, pero es necesario recorrerlo porque nadie lo hará por nosotros, es individual, generalmente solitario y aparenta ser indefinido. El sufrimiento y dolor tendrá sus propias dimensiones en función a la pérdida misma y las capacidades emocionales de la persona.
El camino de las lágrimas es un libro dedicado al duelo, donde no solo nos encontramos con explicaciones racionales y científicas de las causas que provocan los sentimientos asociados a la pérdida, sino también Bucay nos expone una serie de puntos a considerar para superar los conflictos que presupone dar cada uno de los pasos en el recorrido de ese proceso. Como se menciona en el párrafo anterior, las pérdidas tienen un espectro bastante amplio y no solamente están reservadas a la pérdida de alguien querido; sin embargo, Jorge Bucay consciente de que esta obra tendrá su mayor público lector en aquellos que han conocido o sufren de dolor o depresión, aborda capítulos enteros relacionados a la muerte de los hijos, la pérdida de la pareja, el diagnóstico de una enfermedad terminal y hasta la propia vejez. El camino de las lágrimas es un libro cuya estructura está dada por las etapas del duelo: incredulidad (parálisis, negación, confusión), regresión (llanto explosivo, berrinche, desesperación), furia (con el causante de la muerte, con el muerto, por abandono), culpa (por no haberlo podido salvar, por lo que no hicimos, por lo que no dijimos), desolación (impotencia, desasosiego, alucinaciones, idealización, ideas de ruina), fecundidad (dedicación, inspiración, identificación), y aceptación (discriminación separando la pérdida de nosotros mismos, interiorización en el recuerdo de lo vivido y no de la muerte). Lo anterior haciendo una analogía biológica con las heridas, donde primero tenemos la vasoconstricción, luego el dolor agudo, sangrado, coagulo, etcétera, para terminar en la cicatrización, y esto último encaja en una verdadera metáfora porque la aceptación es la cicatrización en el espíritu, donde es imposible olvidar, pero al menos la sangre ya no mana y el dolor, como en toda cicatriz, a veces vuelve en pequeñas dosis, pero nada más.
Jorge Bucay disemina en sus páginas una gran cantidad de pequeñas historias que sirven para ejemplificar e ilustrar cada uno de sus conceptos que de otra manera quedarían en el marco de lo abstracto. Las historias son el mejor conductor para la enseñanza y muchas de estas, sin importar si son reales o con licencias narrativas, tienen la característica que calan en las personas. Por otra parte, Bucay se apoya no solo su propia experiencia, sino también en bibliografía relacionada al tema, pero con la particularidad de que su comunicación es mucho más sencilla y amplia.
El duelo es parte de la vida y pese a todo lo que implica, debe verse como normal. Todas las personas tienen la capacidad de llevar sus propias cargas y finalmente superarlas, el problema radica cuando se quedan atrapadas en una etapa de la cual no es posible que salgan a menos que haya una intervención, una ayuda. Volviendo a la analogía de la cicatriz, es difícil que esta se produzca si constantemente estamos manipulando la herida, quitándonos la costra, hurgando en ella y provocándonos más dolor. Las heridas a veces se infectan y cuando eso pasa el cuerpo ya no es capaz de resolverlo. Hay heridas que cuestan amputaciones o la propia vida. Vivir en negación o con ira termina por agotar a cualquiera y la depresión consume. No es casual que muchas personas que tienen la pérdida de un hijo o de su pareja aumenten sus probabilidades de muerte en el primer año. El síndrome del corazón roto existe porque una pérdida puede ser tan terrible para alguien que renuncie literalmente a la vida y su corazón se comprima y deje de latir.
¿Cuánto es lo normal en un duelo? Bucay expresa que cada etapa es diferente, pero que en términos generales es un año, pocas veces es menos que eso e igualmente, más de dos sería también algo que sale de lo normal. El primer año es cuando todo es primera vez, verbigracia, de un cumpleaños, una navidad o cualquier celebración sin esa persona.
Si alguien está viviendo un duelo, este libro es una herramienta que sin duda podrá ayudarle. Si alguien ha vivido un duelo, el libro le hará repasar esos momentos y prepararlo para otra situación similar. Y si alguien nunca ha vivido un duelo, seguramente conocerá a alguien que sí y con esto podrá entenderlo mejor y al menos no cometer impropios de decir palabras que hieran, incomoden o molesten.
Para finalizar, el libro está colmado de aforismos de los cuales dejo los que me han parecido más interesantes e importantes como para traerlos en este último apartado, para recordarlos y repasarlos:
«Cuando creemos y confiamos en que de alguna forma se puede seguir adelante, nuestras posibilidades de avanzar se multiplican.»
«No vivimos en la realidad sino en nuestra imagen de ella.»
«Hay acciones en la vida de uno que dejan huellas en la vida de otros.»
«No hay pérdida que no provoque necesariamente un crecimiento personal.»
«Cada instante que vivimos va a tener que morirse para que nazca uno nuevo.»
«Ningún camino se termina si antes no se comienza a recorrerlo.»
«Mientras yo me crea que nunca podría algo, cualquier cosa, lo más seguro es que no voy a poder.»
«Los humanos llevamos con nosotros el peso de nuestra capacidad (a veces subconsciente) de transformar en realidad, si de nosotros depende, nuestras más catastróficas profecías.»
«Cada día que empieza es también la historia de la pérdida de mi día anterior.»
Al Autor lo conocí por su libro “Cartas para Claudia” que es un compendio de un trabajo de tres años dedicado a sus pacientes, en el cual les escribía una serie de cartas las cuales eran tan buenas que los mismos pacientes empezaron a intercambiarlas hasta decirle al autor que debería publicarlas porque encerraban grandes verdades que podrían a muchos ayudar. El nombre de Claudia pertenece a una amiga muy querida del autor con quien intercambiaron también correos y cartas.
ResponderEliminarHace unos meses atrás empecé a leer de Philip Yancey ¿Dónde esta Dios cuando duele?, que es un libro que va por la misma temática, pero desde el punto de vista espiritual, y aunque suele ser reconfortable a momentos termino por agotarme, quizás al momento que vivía y no que me sentía dispuesto para hablar de perdidas en mi vida y menos del duelo, seguramente lo retomare más adelante. Los libros de autoayuda suelen tener una gran demanda, y muchos de estos autores han salido del anonimato con grandes obras que ayudan en parte a mejor los estados de animo de las personas e incluso hasta cambiarles la perspectiva de la realidad en la cual se encuentran inmersos.
Como siempre tu análisis descubre de una manera objetiva y rápida la obra del autor no dejando nada al azar y mostrando la esencia de la obra lo que me ha permitido comprenderla y seguramente la agregare al carrito de compras. Me ha resultado raro que a pesar de que este libro ha tenido cierta demanda, en internet sin embargo no encontré mayores reseñas del libro, y las pocas se limitan a dos o tres minutos en donde no dicen casi nada del libro y más del autor.
Yo creo que estos temas que tocan la sensibilidad del lector deben escribirse no solo con la razón sino con el corazón, porque el duelo esta una etapa o mejor una parte de la vida que no podemos evitar y nunca estaremos lo suficiente preparados para superarlo, pero siempre es bueno encontrar a alguien con un escrito que nos sacude y nos da su punto de vista para mejor y seguir adelante. Saludos.