miércoles, 14 de julio de 2021

DOS SOLEDADES de Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa


«Muchos años después, frente al auditorio de la Universidad de Ingeniería, el escritor García Márquez había de recordar aquella tarde remota en que su abuelo lo llevó a conocer el dromedario. Aracataca era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo.»

Dos soledades es el encuentro de dos grandes escritores en un momento en que las letras hispanas se desbordaron de talento. Por un lado estaba Gabriel García Márquez que recién recibía los aplausos, reconocimientos y los focos de atención de la crítica y los lectores en todo el planeta por esa obra cumbre de la literatura universal, Cien años de soledad; por el otro lado se encontraba un joven Mario Vargas Llosa, académico y carismático, que también comenzaba a construirse un nombre con sus dos primeras novelas: La ciudad y los perros y La casa verde, ambas premiadas y que a la postre terminaron por convertirse en lecturas imprescindibles de la literatura latinoamericana. Gabriel García Márquez obtendría el Premio Nobel de Literatura en 1982; Vargas Llosa en 2010.

1967 fue el año del Boom latinoamericano y este explotó por dos grandes acontecimientos: fue publicada Cien años de soledad y Miguel Ángel Asturias recibió el Premio Nobel de Literatura. Desde cervantes, las letras hispanas no tuvieron un acontecimiento verdaderamente importante que revolucionara e hiciera eco en la literatura. El Quijote fue el catalizador que removió las bases de las letras, trazó un antes y un después, hizo surgir la novela moderna y todas las que se han escrito desde entonces tienen su germen en El Quijote. Miguel de Cervantes definió el ADN de la novela, pero después de ello no fueron los hispanohablantes los que siguieron aportando a las letras, lo hicieron los ingleses, luego los franceses y hasta en la fría Rusia surgieron escritores cuyos nombres difíciles de pronunciar terminaron en la lengua de todos. Pasaron varios siglos antes de que Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Juan Rulfo, Miguel Ángel Asturias, Jorge Luis Borges, Augusto Roa Bastos, y, por supuesto, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa escribieran sus primeras líneas y sin pensarlo o siquiera desearlo, le dieran un nuevo brillo a la literatura hispana creando verdaderos clásicos, obras completamente atemporales que se seguirán leyendo por generaciones.

A pesar de que el Boom es un movimiento reciente en las letras, hay discrepancias respecto a sus orígenes o comienzos. Algunos estudiosos del fenómeno sugieren que el Boom comenzó con la publicación de Rayuela de Julio Cortázar, obra que muchos indican independizó las letras de América Latina; otros piensan que fue Pedro Páramo de Juan Rulfo, una novela publicada en 1955 que requiere el involucramiento del lector y que muchos clasifican como brillante; también hay quienes creen que el Boom comienza mucho más temprano, en 1930 con la publicación en París de Leyendas de Guatemala de Miguel Ángel Asturias, un compendio de relatos en una prosa cuasi poética rica en recursos narrativos y retóricos donde ninguna oración o palabra sobra; tampoco podemos dejar de mencionar La ciudad y los perros, que también hay quienes creen que sin el Premio Biblioteca Breve que obtuvo Mario Vargas Llosa, el reconocimiento a las letras hispanas hubiera tardado más. Realmente es difícil definir un origen porque probablemente esa cercanía en el tiempo obra en contra de la percepción y muchos críticos o estudiosos caerán al sesgo valorando un poco más al autor de su país de origen, que en mi caso tendría que defender (y realmente defiendo) que fue Miguel Ángel Asturias la mecha de ese Boom.

Dos soledades es una entrevista histórica que marcó un hito en la literatura. Gabriel García Márquez fue invitado a Perú por la Universidad Nacional de Ingeniería de Lima con el propósito de tener una especie de diálogo literario y entrevista que realizaría nada menos que Mario Vargas Llosa, que en aquel momento a sus 31 años venía de obtener el Premio Rómulo Gallegos con su novela La casa verde. El tema central siempre fue la obra de Gabriel García Márquez que en aquel momento eran: La hojarasca, El coronel no tiene quien le escriba, La mala hora y Cien años de soledad, todas cortadas con un estilo que definiría un nuevo movimiento literario. En 1967 el término «realismo mágico» no existía, pero en esta entrevista empezó a pergeñarse. García Márquez y Vargas Llosa esbozaron la realidad de Latinoamérica como una irrealidad que solo allí era y aún es posible. Años después alguien tomó la palabra «mágico» para darle un sentido metafórico a esa irrealidad.

Mario Vargas Llosa había estudiado la obra de Gabriel García Márquez, de hecho, años después realizaría su tesis doctoral sobre esta que terminaría siendo publicada por Barral Editores en 1971 bajo el nombre García Márquez: historia de un deicidio. Esto significaba que en aquella entrevista Mario Vargas Llosa conocía con mucha profundidad la obra de García Márquez, incluso mejor que él como lo dejó ver en el argumento de varias preguntas. García Márquez, según Vargas Llosa, es un escritor de un gran talento, técnica inigualable y mucha soltura. Crea sus personajes y las historias, pero es en el proceso creativo donde estas se terminan de perfeccionar. Lo ideal es que esa entrevista hubiese sido filmada, porque si bien es cierto que leer la voz de los escritores evoca la mezcla de su dedicación, emoción y pensamiento, verlos charlar hubiera sido inigualable. El libro recoge esa entrevista, la edita y prácticamente la revive medio siglo después. El nombre «Dos soledades» hace alusión al trabajo del escritor. Por naturaleza cada obra es un producto de la soledad.

Ambos escritores, aunque integrantes del mismo Boom, se observan y notan diferentes. García Márquez era un escritor maduro, espontáneo y con menos rigor al protocolo, más campechano por así decirlo, sin que eso demerite su conocimiento y genialidad. Vargas Llosa, por otra parte, en su juventud ya se mostraba muy sobrio y diplomático, con un semblante académico y un proceder analítico y estructurado. Si tuviéramos que hacer una mejor analogía: García Márquez sería una persona con quien tomarías una cerveza mientras ves un partido de fútbol; Vargas Llosa, un chardonnay previo a una ópera. García Márquez es realismo mágico; Vargas Llosa, realismo a secas. Algo que demuestra de mejor manera esto es cuando ambos hablaron acerca del legado de Borges: Mario Vargas Llosa manifestó una gran admiración por la técnica del argentino; García Márquez lo leía por la belleza de sus líneas, aunque lo deplora por su vacío y contención.

Dos soledades no solamente contempla el diálogo mencionado anteriormente, se complementa con varios escritos de gran valor, la mayoría de ellos están desarrollados en la última década. Comienza con unas páginas a manera de prólogos o introducciones de Juan Gabriel Vásquez (escritor colombiano, autor de El ruido de las cosas al caer), Luis Rodríguez Pastor (escritor e historiador peruano, autor de Causas y azares) y José Miguel Oviedo (académico, escritor y crítico literario peruano).  También se acompaña con los testimonios de quienes presenciaron el diálogo: Abelardo Sánchez León (sociólogo, poeta y periodista peruano), Abelardo Oquendo (académico y crítico literario peruano) y Ricardo González Vigil (poeta y periodista peruano). Y concluye con un pequeño ensayo sobre Gabriel García Márquez escrito por Mario Vargas Llosa, dos entrevistas efectuadas a Gabriel García Márquez y un pequeño álbum fotográfico de su visita a Perú en 1967.

Para cualquier lector hispanohablante este es un libro que vale la pena. Aporta la perspectiva del escritor en la creación de su obra, la concepción de la idea y los elementos narrativos involucrados. Cien años de soledad era un fenómeno recién publicado y García Márquez no terminaba por enterarse y explicarse del por qué de su éxito, pero Vargas Llosa que comprendía la implicancia y trascendencia fue capaz de hacer las preguntas precisas para conocer parte de la veta de donde mana el talento.

Para finalizar, algunas líneas que fui recolectando durante la lectura.

«El que tiene la vocación de escritor tiene que escribir pues solo así logra quitarse sus dolores de cabeza y su mala digestión.» García Márquez

«El dictador latinoamericano es el gran monstruo mitológico de nuestra historia.» García Márquez

«Se escribe con obsesiones, pero yo creo que esas obsesiones determinan también las convicciones.»  García Márquez

«Toda buena literatura es irremediablemente progresista, pero con omisión de las intenciones del autor.» Vargas Llosa

«En una novela tiene que ir todo: las convicciones, obsesiones, tradiciones, leyendas.» Vargas Llosa

1 comentario:

  1. Como bien dices: “es una pena que no exista un registro visual” de este encontronazo entre dos de los escritores mas reconocidos en la literatura hispana. Y es increíble pensar el momento en que Gabriel García Márquez con su libro de “Cien años de soledad” ganaba notoriedad sin que su autor supiera del todo el ¿por qué? Y que tenga a alguien como Vargas Llosa para que le explique la cima que ha alcanzado.
    En el enlace que te adjunto por si te interesa encontré una entrevista que le hacen a Vargas Llosa, donde uno de sus temas más queridos para hablar es el de compañero contemporáneo de escritura “El Gabo” Gabriel García Márquez, una vez más vemos esa afabilidad, ese cariño para describir a su amigo de letras y párrafos, juntos dice Vargas Llosa descubrieron que no eran simplemente un escritor colombiano y otro peruano, sino que eran escritores latinoamericanos que unían al continente con sus obras. Para Vargas Llosa, su amigo “El Gabo” no lo concebía como un intelectual, sino más bien como un artista, ya que uno de los principales atributos dice Vargas Llosa era la forma de narrar anécdotas, recreaba los paisajes, los entornos de los personajes y era muy divertido escucharlo.
    Después de tanos años Vargas Llosa recuerda una serie de anécdotas de su amigo y lo muestra con mucho cariño como el escritor que supo plasmar grandes obras y que en vida fuera un ser con el cual compartieron no solo la amistad sino un estilo de literatura que ha perdurado a través del tiempo.
    Link de la entrevista.

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