martes, 7 de julio de 2020

RAYUELA de Julio Cortázar


«Sí, pero quién nos curará del fuego sordo, del fuego sin color que corre al anochecer por la rúe de la Huchette, saliendo de los portales carcomidos, de los parvos zaguanes, del fuego sin imagen que lame las piedras y acecha en los vanos de las puertas, cómo haremos para lavarnos de su quemadura dulce que prosigue, que se aposenta para durar aliada al tiempo y al recuerdo, a las sustancias pegajosas que nos retienen de este lado, y que nos arderá dulcemente hasta calcinarnos. Entonces es mejor pactar como los gatos y los musgos, trabar amistad inmediata con las porteras de roncas voces, con las criaturas pálidas y sufrientes que acechan en las ventanas jugando con una rama seca. Ardiendo así sin tregua, soportando la quemadura central que avanza como la madurez paulatina en el fruto, ser el pulso de una hoguera en esta maraña de piedra interminable, caminar por las noches de nuestra vida con la obediencia de la sangre en su circuito ciego.»
Julio Cortázar fue un maestro del cuento, la poesía y el microrrelato, y posteriormente un cisma de la novela y narrativa discontinua. Fue uno de los escritores hispanos más importantes del Siglo XX, parte del movimiento conocido como el boom latinoamericano. Rayuela fue su opus magnum, novela que terminó por convertirse en el equivalente hispano del Ulises de Joyce, con muy buena recepción crítica y considerándose una de las obras más destacadas e imprescindibles de la literatura latinoamericana.

Rayuela no es como cualquier novela. No se puede leer esperando encontrarse con una historia que brille por la estructura del relato, que nos de todos los elementos tradicionales de introducción, desarrollo, nudo y desenlace, que los hay pero al mismo tiempo no los hay. Rayuela es una obra difícil de comenzar, difícil de continuar y difícil de terminar, lo situaría fácilmente en ese panteón de los libros más complejos que he leído, más complicado aun que esos autores rusos clásicos. La primera vez que tomé Rayuela no superé la página ochenta, la segunda vez ni siquiera llegué a conocer a Rocamadour, pero en esta ocasión tuve más resiliencia y aunque leí varios capítulos dos veces, logré terminarla, incluyendo los capítulos prescindibles. Julio Cortázar tenía muy claro que deseaba una obra que la odiaras y la amaras al mismo tiempo, que elogiaras y repudiaras al escritor al pasar de un capítulo a otro. Así es Rayuela.
«Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos.»
En una de las cartas de Julio Cortázar, mientras escribía Rayuela, decía que tenía entre manos un proyecto, una novela, que sería una bomba atómica en la literatura latinoamericana. No bromeaba con ello. Dedicó muchos años a Rayuela y más de una década si sumamos las traducciones a diferentes idiomas en los cuales él estuvo supervisando el trabajo de los traductores. Al principio se refería a Rayuela como una antinovela, término acuñado por Jean-Paul Sartre (escritor, filósofo e intelectual francés, conocido por su obra El ser y la nada); sin embargo, después de haberla terminado, Cortázar dijo que lo que había creado era más bien una contranovela, término acuñado por él y que al parecer ningún escritor utilizó después. A Julio Cortázar le fastidiaban las novelas, las veía repetitivas, aburridas y predecibles, cuando no pretenciosas y sobradas de páginas. Lo suyo eran los cuentos, la narrativa breve, la prosa, y vaya que era grande en ello. Muchos de los mejores relatos cortos que se han escrito en español nacieron de la pluma de Cortázar. Pero por muchos relatos y poesía que se escriban, no harían demasiado si Cortázar no tenía una obra que pudiera convertirse en un clásico.

¿Cómo hacer una novela si no te gustan las novelas? La respuesta estaba en la reinvención de la novela y el resultado fue Rayuela. Julio Cortázar quería que su obra tuviera una interacción mucho más íntima con el lector, que este pudiera tener múltiples perspectivas, empezar a leerla sin importar el capítulo que eligiera y terminarla en el capítulo que deseara, que buscara su propio desenlace o que lo omitiera. Cortázar quería construir una novela orgánica, viva, donde hubiera un escenario en el cual los personajes fluyeran libres, con decisiones provocadas por su propia naturaleza y no por elección de su autor. No obstante, Cortázar no se detuvo ni conformó con romper las normas tácitas de la estructura, porque además experimentó con todos los recursos narrativos que pudo como la voz de la narración, la prosa, la perspectiva, el ritmo, el lenguaje –incluyendo una gran cantidad de líneas y hasta pequeños párrafos en francés e inglés–, y también están presentes la mayoría de las figuras retóricas que existen: hipérboles, elipsis, oxímoron, metáforas, sarcasmos, paradojas, onomatopeyas, ironías, antítesis, pleonasmos, perífrasis, etc. Y cuando se la acabaron rompió con el lenguaje, como sucede en un capítulo donde adrede casi todas las palabras tienen faltas de ortografías –una sátira al sonido ambivalente de las letras– y hasta creó un lenguaje musical conformado por jitanjáforas llamado glíglico. Y si lo anterior aun queda corto, colmó varias páginas y diálogos con sus gustos musicales, literarios y filosóficos, propios de los intelectuales progresistas que hacían guiños a la generación beat. Nuevamente, así es Rayuela.

Pueda que me sienta anatema al decirlo: Rayuela es la obra más pretenciosa que he leído. No discuto la intelectualidad y erudición de Cortázar, tampoco su intención de revolucionar la literatura hispana, que en efecto lo logró. El problema es que nos da una amalgama literaria encapsulada en seiscientas páginas que hacen pesada y soporífica su lectura. Rayuela es una obra de estudio porque todo está allí contenido y únicamente es necesario tomarse el tiempo para desenredarlo, pero eso es válido si uno estudia literatura, un lector casual no querrá intimar demasiado con una historia donde es tan fácil desesperarse como perderse. En uno de los capítulos de Rayuela, uno de los personajes dice que el dilema del escritor no estriba entre la forma y el contenido, sino de la forma expresiva y lo expresado y que bajo estos términos la forma expresiva, que es el lenguaje y que al mismo tiempo es el arte, es la elección correcta. Si Rayuela fuera música, sería jazz, si fuera una pintura sería un picasso, a pocos les gusta el jazz, a pocos les gusta Picasso, pero todos estamos de acuerdo en que ambos son arte y requieren mucho talento. Siguiendo esa analogía, que alegre es comprender que Rayuela no es un Jackson Pollock. Pese a esto, Cortázar logró esa relación amor-odio con el lector, porque uno se encuentra con capítulos o párrafos entre capítulos colmados de belleza y lirismo, una prosa verdaderamente exquisita, que sirven como recompensa al esfuerzo por continuar leyéndola, y para muestra basta volver a leer el párrafo introductorio de este post.

Rayuela es una novela de difícil clasificación, una novela sin género que contiene todos los géneros, como una luz que a través de un prisma se descompone en todos los colores. Rayuela tampoco tiene un tema argumental central. Los personajes están allí, respiran, viven y conviven, pero no tienen objetivos o propósitos claros. He visto algunas portadas de Rayuela donde hay una pareja abrazada o bailando, o referencias a un romance parisino. Pero dista mucho de ser una novela romántica y nos lleva a cuestionar si hay una gota de amor entre sus personajes centrales, o simplemente es una obsesión o capricho, una aventura o costumbre. Y lo de parisino, en Paris hay tantos puntos turísticos importantes como la Torre Eiffel, la Avenida de los Campos Elíseos, el Arco del Triunfo, el Louvre, la catedral de Notre Dame, pero Rayuela transcurre entre cafeterías, las paredes de un apartamento y a lo mucho el Pont des Arts en el Cena. 

Se dice que Rayuela fue la novela que independizó a la literatura latinoamericana por atreverse a narrar una historia en un país que no fuera el natal del escritor y también por utilizar unos personajes más libres, modernos y cosmopolitas. Independizar es un término que me parece inapropiado, pero sí que es cierto que en Rayuela no vemos lo típico: criollismo, ruralidad, explotación indígena, dictadores y militares. Antes de Rayuela la literatura hacía parecer que América Latina era una distopia del feudalismo, que en realidad lo era, lo es y probablemente siga siendo un extraño resabio del colonialismo, ahora con problemas de crimen, mafias y narcotráfico. Rayuela es diferente, es la antítesis de la novela latina.

Rayuela está dividida en tres partes: la primera denominada Del lado de allá, donde la historia transcurre en Paris; la segunda, Del lado de acá, donde nos traslada a Argentina; y la tercera, De otros lados, donde no vamos a ningún lugar y al cual Cortázar también llamó los capítulos prescindibles porque no aportan ni suman a los argumentos, salvo que ayudan a profundizar un poco más en los pensamientos de los personajes, principalmente del central, Horacio Oliveira. A pesar de que Cortázar quería que el lector fuera quien decidiera como leer Rayuela, le fue imposible dejar de colocar una recomendación de lectura en la cual al menos propone dos alternativas. La primera es el camino rápido, leer Rayuela desde el Capítulo 1 hasta el Capítulo 56, de forma continua, con lo cual el lector debería darse por satisfecho y tener por leída la obra. La segunda manera es el camino largo, siguiendo una guía que intercala los cincuenta y seis capítulos principales (excepto el Capítulo 55), con los otros noventa y nueve capítulos de la sección De otros lados. ¿Habrá más formas? Por supuesto, algunos capítulos prescindibles son epílogos, otras escenas eliminadas, al igual que hay otros capítulos dentro de los principales que pueden ser eliminados sin que afecte la congruencia. La forma de jugar con el orden o desorden de los capítulos no es precisamente armar un rompecabezas, sino diseñar uno. Ya lo escribí y lo repito, así es Rayuela.
«Hay una diferencia bien conocida entre el ignorante y el tonto, y cualquiera lo sabe menos el tonto, por suerte para él.»
Horacio Oliveira, el personaje principal, es un cuarentón iconoclasta, intelectual y taciturno que no sabe que es lo que quiere, que no tiene un propósito. Constantemente se le describe como una persona que busca algo, pero no sabe donde encontrarlo y tampoco que es ese algo. Embebido en sus pensamientos y erudición se vuelve pedante e insufrible. Se encuentra hasta el último nivel de su soberbia intelectual, pero también vive en el desarraigo, la alienación y nihilismo. Horacio Oliveira es de aquellas personas insatisfechas e infelices, que pasa ante una floristería y solo puede percibir el hedor del fertilizante, que ve a una persona vivaz y alegre y sólo puede señalar su ingenuidad e ignorancia. Oliveira es todo un personaje que se la pasa presumiendo su cultura, un idealista que deshace y reconstruye el mundo, pero lo único que hace es cebar mate, fumar tabaco y beber licor. Junto a otro grupo variopinto de personajes sumidos en la bohemia forman algo llamado El Club de la Serpiente y discuten de diversos temas sin llegar a concluir en ninguno. Es tan bella la forma de decir nada creyendo que se dijo todo, así son los diálogos, una monserga bien dicha. Repito, así es Rayuela.
«Hay gente para la cual el misterio empieza precisamente con la explicación.»
El único personaje con el cual el lector sentirá empatía es la Maga, de la cual nos enteramos de que su verdadero nombre es Lucía. Ella no solo es el interés romántico de Oliveira, sino también el alma de Rayuela. Sin la Maga no hay ninguna magia, aunque Cortázar juega con el doble significado de «maga», la otra definición es «campesina inculta». La Maga es la figura trágica y su destino tan incierto como aquel que el lector quiera darle, a mí me pareció suicidio, a otros quizá una desaparición, una huida, en todo caso una ausencia. Sin la Maga no es Rayuela.
«Hay ausencias que representan un verdadero triunfo.»
Es necesario darle un fin a Rayuela, después de todo eso me toca como lector. En el Capítulo 56 da la impresión de que Oliveira saltará de una ventana y con ello pondrá fin a su vida, imagino que lo hizo, que se suicidó y que el mundo no es menos ni más, sigue girando igual. Obviamente habrá que omitirse los prescindibles epílogos, porque hay varios para que elijamos. Y si estoy pecando al mencionar muchos puntos importantes en el argumento, que le estoy destruyendo la expectativa en la lectura a muchos, sería válido si Rayuela fuera una típica novela, aquí no importa que sepáis o ignoréis de la trama, porque nada puede sustituir la experiencia de leerla y encontrarse en la mente de Oliveira mientras contempla la candidez de la Maga.

Si llegaste a este punto pueda que no estéis de acuerdo con mi reseña o pueda que sí, pueda que solo en algunas partes y en otras ampliaréis u opinaréis diferente. Así es Rayuela, se presta a muchas interpretaciones, a muchos significados y a muchos simbolismos, porque también una parte de Rayuela transcurre fuera de sus páginas, está en la mente del lector y ningún lector es igual porque los caminos que lo llevaron a Rayuela están colmados de su propia vida y de todos los libros anteriores.
«Pobre amor el que de pensamientos se alimenta.»

1 comentario:

  1. La otra sección conocida como "de otros lados", comprende hasta el capítulo 155 que para algunos son capítulos prescindibles, algo que también ya mencionaste en tu reseña y en donde el autor hace de manera magistral el uso de capítulos cortos a veces tan sólo de un párrafo, por supuesto, pese a la recomendación del autor los lectores no creo que los obvien ya que en ellos se encuentran muchas de las aclaraciones y situaciones puntuales que viven los personajes. Por si fuera poco, es aquí donde aparecen referencias al arte, a la música, a la cultura, a la literatura, una gran cantidad de reflexiones que como bien diría un lector: "pareciera más bien esta parte un libro de recortes"

    Lo que llamo mí atención de esta obra:

    Primero: Es una obra con la cual se puede jugar debido al panel de capítulos que se encuentran al final del libro, (no sé, si el autor tenía amigos físicos y entendió por un momento la hipótesis de los universos paralelos, ya que me dio está impresión al jugar con los capítulos y buscar diferentes finales) y que te indican que pueden haber varias historias dentro de la misma obra, algunas guiadas por el autor, otras conforme a la necesidad del lector.

    Segundo: es un libro de ciudad; direcciones, lugares, locaciones, todo muy bien escrito y detallado, como anécdota, una chica argumenta que incluso se fue a París y fue a vivir ese ambiente descrito en el libro, en los diferentes lugares donde "la Maga" interactuaba con el personaje principal.

    Tercero: la música, la obra está plagada de música y algunos incluso se atreven a decir que es una novela músical sobresaliendo el género del jazz, aunque también hay obras selectas de Beethoven, Mozart y otros autores, hubiera  podido agregarte links pero no sé si eres fanático de estos géneros musicales, de igual manera si te llama la atención puedes encontrarla en Spotify y en YouTube como playlist Rayuela Julio Cortázar.

    Cuarto: esto no se refiere al fondo de la novela sino más bien a la forma, me pareció muy interesante, ya que algunos lectores indican que hay versiones de la obra que colocan en donde se dan explicaciones a los temas tratados por el "club de la serpiente", ya que era gente muy versada en los temas de las artes y que un lector común difícilmente podrá comprenderlos.

    Quinto: el arte, se habla mucho del arte, de la pintura específicamente, incluso hay lectores que indican que gracias a los retratos de las diferentes pinturas, fueron a buscarlas ya que querían experimentar lo que los personajes vivieron, creando así ese ambiente que se vivía en la novela, seguramente es lo que buscaba Julio Cortázar cuando en una entrevista dice: que lo que él quería en el momento de escribir Rayuela era tener un "lector cómplice". Como dijo un escritor al terminar de leer Rayuela: "No he leído una novela, ha sido una crónica, la crónica de un locura".

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