«Era el más pequeño de los chicos, el último al que elegían en los deportes. Había tenido que pasar por una serie de desafíos brutales para llegar hasta aquel asiento, para lograr ser el elegido.»
Gregg Hurwitz es un escritor estadounidense que reside en San Francisco y que ha estado ligado a la industria del entretenimiento. Se licenció en artes en Harvard y se ha dado a conocer principalmente como guionista de cine y televisión y escritor de comics. Ha participado en la creación de guiones con el productor Jerry Bruckheimer y también ha hecho trabajos para Marvel Cómics con Wolverine y The Punisher, y DC Comics con Batman.
Muy pocas veces se tiene la oportunidad de leer el primer libro de una serie sabiendo que está planeado para ser una serie con apenas haberse publicado. De hecho, creo que es la primera vez que me sucede tal cosa. Normalmente tomamos como series los libros que ya han hecho algo de eco.
Si publicar una novela es una proeza, pensar en una serie es una idea sobradamente ambiciosa. Las editoriales no suelen hacer eso, menos con autores noveles. La mayoría de veces los escritores se decantan por una serie cuando un libro ha tenido tanto éxito que suele ser mucho más sencillo continuar con otra historia que involucre los mismos personajes que los lectores ya conocen, que empezar a crear nuevos perfiles y caracteres y esperar que tengan el mismo carisma y atractivo para los lectores; esto fue lo que le sucedió a Dan Brown, que después de Ángeles y Demonios, entendió que Robert Langdon era el más cualificado para descifrar el Código Da Vinci, y así continuó sus aventuras y peripecias hasta llegar a Inferno –y si llega una nueva novela de Brown sin Lagndon nos decepcionaría y no lo perdonaríamos–. Eso también sucedió con las novelas policiacas y de misterio de John Verdon, que después de Sé lo que estás pensando, concluyó que el detective David Gurney daba para más y desde allí ya aparece en una serie que hasta el momento son seis libros y contando.
Hay casos, pocos, pero los hay, en que las series son pensadas desde un inicio como una saga, generalmente pasa cuando la trama es tan amplia que un libro no es suficiente y la orientación o norte suele ser el género fantástico. Fue lo que sucedió con las obras de George R. R. Martin, Patrick Rothfuss y J. K. Rowling. En thrillers es muy raro comenzar con la idea de una serie desde el principio. Las editoriales no están seguras si el tiraje será poco o demasiado, si tendrá buena recepción, si será un bestseller, si se traducirá a varios idiomas. Y es allí donde Gregg Hurwitz tuvo una apuesta fuerte y nos presenta el Huérfano X con un objetivo también ambicioso, puesto que con su publicación también estuvo la confirmación de venta de los derechos de filmación para Warner Bros, así que posiblemente en algún momento, quizá en un año o dos, estaremos conociendo la adaptación del Huérfano X.
Anteriormente ya había leído a Hurwitz con una obra autoconcluyente publicada en 2008 llamada Crimen de autor, una novela negra genérica de la cual no recuerdo mucho de cómo iba la trama, hace años que la leí, pero no la tengo por mala, era entretenida, mas no sobresaliente. El Hurwitz de esta ocasión es diferente, bastante orientado a la acción de tipo cinematográfica, de hecho, presenta las situaciones tal y como si se estuviera viendo escenas de una película. Es una novela, no un guion, aunque se le parece mucho. Quien adapte esta obra lo tendrá muy fácil.
¿Qué es exactamente Huérfano X? La respuesta está en la sinopsis:
«Evan Smoak es Nowhere Man, un hombre entrenado para matar sin dejar rastros, que emplea sus talentos y recursos en una misión personal: ayudar a todos cuantos no pueden recurrir a nadie más. También es un hombre con un pasado peligroso. Cuando aún era un niño, Evan fue criado y entrenado como parte de un programa secreto diseñado para crear asesinos perfectos para los servicios de inteligencia. Él era el Huérfano X. Evan rompió con el programa y utilizó todo lo que había aprendido para desaparecer. Ahora, ha descubierto que alguien con talento y un entrenamiento parecido lo está persiguiendo, alguien que empezará a pisarle los talones y que aprovechará su punto débil—su trabajo como Nowhere Man— para encontrarlo y eliminarlo.»
Es imposible notar la influencia del cine de espionaje en el transcurso de la lectura. Existen ideas tomadas de Agente Salt y de la saga de Jason Bourne –quien también comenzó en las páginas escritas por Robert Ludlum–. El paralelismo es tan evidente que no requiere dificultad para descifrarlo. Evan Smoak, el protagonista, es un calco de Jason Statham, su personalidad, características y habilidades calzan con las interpretaciones de este actor. Mientras leemos es la imagen de Statham, el personaje fue hecho para Statham, así que, si se hace la película, lo más obvio sería buscar a ese actor.
Es una novela genérica de acción orientada a un público joven, tiene un hilo argumental pobre que no resiste ninguna lógica y cuestionamientos básicos. Bien podría haber quedado mejor como una novela gráfica o un comic. Lo que Hurwitz busca no es darle demasiadas vueltas al tornillo, sino simplemente ir al ritmo de un tambor, a la velocidad de una bala. Hurwitz es un martillo. De hecho el libro, aunque no es ni corto ni extenso, con casi 400 páginas, se las arregla para enganchar al lector capítulo tras capítulo. La estructura es simple, la narración es plana y tramposa, el lenguaje nada complicado y la fluidez constante.
¿Cuántos libros tendrá esta serie? hasta donde podría intuir es que mientras el personaje principal respire –en las páginas, claro está– y haya un público fiel que lo siga, no parará. A diferencia de la fantasía que todo acaba cuando se vence al poder oscuro, en las novelas de espías, agentes de la CIA, grupos de élite, las permutaciones dependen de la capacidad creativa de su autor y las teorías de conspiración las hay a montones.
«El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional.»
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