viernes, 9 de julio de 2021

LA INVENCIÓN DE LA SOLEDAD de Paul Auster


«Un día hay vida. Por ejemplo, un hombre de excelente salud, ni siquiera viejo, sin ninguna enfermedad previa. Todo es como era, como será siempre. Pasa un día y otro, ocupándose sólo de sus asuntos y soñando con la vida que le queda por delante. Y entonces, de repente, aparece la muerte. El hombre deja escapar un pequeño suspiro, se desploma en un sillón y muere. Sucede de una forma tan repentina que no hay lugar para la reflexión; la mente no tiene tiempo de encontrar una palabra de consuelo. No nos queda otra cosa, la irreductible certeza de nuestra mortalidad.»

Paul Auster es un escritor estadounidense que ha ganado mucha notoriedad por cada una de sus obras y probablemente sea difícil afirmar que en su bibliografía haya alguna considerada como menor; todas han tenido elementos a destacar. La trilogía de Nueva York, una antología de tres novelas, lo consolidó como uno de los mejores narradores estadounidenses del siglo XX. La invención de la soledad fue publicada en 1982, varios años antes de que su nombre subiera al panteón de las letras, y aunque no fuera exactamente ficción, le sirvió de punta de lanza para abrirse camino en su profesión. Paul Auster, aparte de novelista, ha sido poeta y ensayista, también tiene algunas obras de teatro, lo que a su vez le permitió tener una breve experiencia en el séptimo arte como guionista y director.

La invención de la soledad está dividida en dos partes que no guardan demasiada relación y se pueden leer de forma independiente. La primera se llama Retrato de un hombre invisible, donde Paul Auster escarba en sus recuerdos y en los objetos la semblanza de su padre. La segunda parte se denomina Libro de la memoria, que es una narración en tercera persona de sí mismo en su papel como padre, aunque después incorpora otros elementos que la enriquecen y le dan un cariz completamente distinto. En esencia nos encontramos con dos libros en una sola publicación y esto se debe a que las páginas que nutren la obra provienen de manuscritos construidos en momentos diferentes los cuales Paul Auster unió pensando que no tendría otra oportunidad de publicarlos con la editorial. Evidentemente su decisión estaba fundamentada, quién apostaría por un nuevo escritor de origen judío en Nueva York. Tenía dudas si la editorial valoraría la tradición literaria o simplemente buscaría el próximo bestseller apuntando a la rentabilidad. No quiso arriesgarse, ambos trabajos son un retrato de lo que es. Probablemente si hubiera sabido acerca de su éxito, se habría contenido y decidido por publicarlos de forma separada, quizá hasta hubiese añadido más páginas (suponiendo que algunas se quedaron en el proceso de edición).

La invención de la soledad no es ficción, aunque tampoco califica como biografía novelada. Básicamente es lo que parece: memorias, reflexiones y opiniones. Fuera de esto no hay más, aunque con esa triada cualquiera con talento podría tener suficiente para una obra maestra, y Auster tiene mucho talento. Es difícil decir cuál de las partes de la obra es mejor, porque los tonos, la estructura, la intención y hasta la voz narrativa son diferentes. Particularmente encuentro mucho valor en Retrato de un hombre invisible, porque sin buscar ser pretenciosa abre brechas profundas como abismos en temas como la vida y la muerte. Parte con una llamada que recibe Paul Auster en donde le notifican que su padre ha fallecido. La llamada la recibe el escritor un domingo por la mañana, cuando se disponía a pasar tiempo con su propia familia. Estamos hablando ya de un Paul Auster adulto, maduro. En su propia voz comienza a reconstruir la historia de su padre y esa distancia que nunca pudo salvar con él. No es que hayan tenido una relación difícil o conflictiva, sino que las personalidades e intereses de ambos divergían. La narración aparenta ser una medida para paliar el duelo, superar una etapa, acercarse en la muerte a quien nunca entendió en la vida. La distancia de Paul Auster con su padre también la puede palpar el lector sin apelar a una falsa empatía, sino por la propia contundencia de la verdad, humanidad y experiencia. Ser invisible no es exactamente una decisión, sino una condición extrapolable con mucha facilidad. Esa soledad que atería a padre e hijo por igual es transmitida en cada línea con una sutileza que cuando nos enteramos ya somos espectadores heridos en compasión, respeto y hasta del propio duelo. Un día somos vida, otro un retrato que eventualmente quedará condenado al olvido. El universo continúa y no se detiene por nadie. La huella es completamente ingrávida y la consciencia no soporta esa sentencia. 

La narración es franca, abierta y sencilla, pero obviamente sencillo no significa simple. Es como una sinfonía tocada por una orquesta de cámara. No precisa de una avalancha de palabras cuando el eco de unas pocas es suficiente. La obra fluye sin que haya improvisación. En apariencia los detalles, las escenas y las historias van y vienen de forma aleatoria, pero en realidad todos forman parte de una estructura que tampoco busca enconderse. La prosa es bella y no queda ninguna duda del espíritu poético del autor. 

En el Libro de la memoria, Auster sale de sí y se observa tomando la voz del narrador omnisciente, se sitúa en una posición de distancia tal como lo hizo anteriormente con su padre; aunque a diferencia de este, no son los objetos o la ausencia la que habla, sino las emociones de un hombre forjado en una soledad incómoda y en una profesión dedicada a las letras cuya pasión no le es tan fácil de explicar. Esta parte brilla cuando Auster eventualmente cae en análisis literarios. Aporta otra perspectiva con Cassandra de Troya, Jonás en Nínive, Pinocho como el ater ego de Carlo Collodi, y la trascendencia del arte de saber contar historias utilizando como ejemplo a Las mil y una noches. En esos momentos el documento abandona la historia y empieza a convertirse en una exposición crítica, en una clase de literatura, en un entender reflexivo del mundo, donde hay tintes de ensayo. Cada vez que leemos una obra literaria buscamos comprender no solamente la trascendencia de la historia, sino también aquellos símbolos subyacentes que ha dejado el autor de forma consciente o inconsciente, que también terminan aportando un leitmotiv oculto, en un tono casi sordo. Un pintor tiene los pinceles, los colores y el lienzo, pero en su mente está el infinito; así mismo, el escritor tiene las oraciones, la historia y la retórica, pero su mente no tiene fin, porque a ello también debe sumarse la interpretación del lector, a quien también le acompaña el peso de su experiencia. 

Paul Auster crea la soledad hecha de letras.

La portada de la obra es una fotografía del padre de Auster, tomada con un truco que hace parecer que hay muchas personas, pero todas son él mismo. Un retrato de la soledad. Comenzamos con un hombre invisible, pero terminamos con un hombre trascendido.

Para finalizar, algunas líneas que fui recolectando durante la lectura.

«La vida se detiene. Y puede detenerse en cualquier momento.»

«Una noticia que no puede esperar es siempre una mala noticia.»

«El hecho de que uno vague por el desierto no quiere decir que necesariamente haya una tierra prometida.»

«El libro puede hablar de soledad o compañía, pero siempre es necesariamente un producto de la soledad.»

«La vida pertenece sólo a aquel que la vive; la vida misma se encargará de reclamar a los vivos; vivir es dejar vivir.»

«Si la justicia existe, tiene que ser para todos; nadie puede quedar excluido, de lo contrario ya no sería justicia.»

«Vagar por el mundo es como vagar dentro de nosotros mismos y eso equivale a decir que cuando damos un paso dentro del ámbito de la memoria, penetramos en el mundo.»

1 comentario:

  1. Para muchos el mejor libro del autor, y es que en esta obra se recogen una serie de elementos que a muchos logra asombrar, la primera parte destinada a hablar del padre y la segunda es como un tratado de memoria en donde se presenta una amalgama de personajes, donde las coincidencias dominaran, pero hay algo que ha llamado la atención de los lectores y es que si bien el tema del padre es como un hilo fino que recorre todo el libro, el autor también presenta un sub tema y es “el duelo”, hay muchos libros que ya han tratado el recuerdo del padre como tal, pero pocos o ninguno diría yo presentan como manejar la perdida, y es aquí donde el autor presenta una serie de elementos que van ayudando a soportar esta tragedia. Para algunos periodistas que han leído al autor hace la referencia que, si Dostoyevski era el relator de la tragedia en el siglo XIX, Paul Auster es si equivalente en el siglo XX. Su estilo, su tono, sus temas muy de personalidad lo hacen un escritor para recordar, incluso algunos lectores llegaron a mencionar que la segunda parte del libro, los marco en sus relaciones sociales por el concepto de las coincidencias y que empezaron a ver ciertos patrones en sus vidas conforme iban leyendo el libro.
    En resumen, es un autor que es admirado por mucho y aun que mencionaron algunos de sus libros me llamo mucho la atención el de “Tombuctu” en esta novela, Mister Bones es el nombre de un perro quien junto a su amo Willi G. deciden emprender un viaje para encontrar un nuevo hogar a Mister Bones, y es a través de la voz de este personaje que entramos en la vida de estos seres que van en busca de amor y amistad. No se si ya lo leíste, pero en base a todo lo que escuche del autor y las referencias sobre este libro, seguramente lo buscare y lo agregare el carrito de compras. Saludos mi estimado y espero te encuentres mejor.

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