«Yo quería a mi papá con un amor que nunca volví a sentir hasta que nacieron mis hijos. Cuando los tuve a ellos lo reconocí, porque es un amor igual en intensidad, aunque distinto, y en cierto sentido opuesto. Yo sentía que a mis hijos no les puede pasar nada si están conmigo. Es decir, yo sé que antes me haría matar, sin dudarlo un instante, por defender a mis hijos. Y sé que mi papá se habría hecho matar sin dudarlo un instante por defenderme a mí.»
Héctor Abad Faciolince es un periodista y escritor colombiano, nacido en Medellín, hijo de Héctor Abad Gómez, un médico y activista de derechos humanos que fue asesinado por grupos paramilitares en 1987. Este libro, El olvido que seremos, publicado en 2006, el autor lo dedica a la memoria de su padre y hasta la fecha ha sido su publicación más exitosa, premiada y reconocida, obteniendo el Premio Casa de América Latina en Portugal y el Premio Wola-Duke en Derechos Humanos. También ha recibido reconocimientos y elogios por otras obras que ha escrito y por sus aportaciones en la labor periodística que ha desarrollado en su país.
El olvido que seremos es parte de un verso de un soneto de Jorge Luis Borges que Héctor Abad Gómez llevaba en su bolsillo el día que fue asesinado. Horas antes él había escrito a mano aquel epitafio aparentemente sin ninguna otra razón más que la admiración por las letras. Héctor Abad Gómez aparte de su activismo en favor de los derechos humanos, fue un académico respetado en la Universidad de Antioquia y ocupó varios cargos políticos por mérito propio, donde con su ideología de corte liberal promovía proyectos de desarrollo social y de apoyo a las comunidades. Trabajó también para la Organización Mundial de la Salud y viajó a varios países pobres con el propósito de apoyar en programas de salud pública. Durante toda su vida luchó por la vida y el derecho a la salud de las personas, promovía condiciones básicas como el acceso al agua potable y nutrición como elementos claves para disminuir la mortalidad en las poblaciones más vulnerables; no obstante, llegó un momento en que la violencia estaba costando más vidas que cualquier enfermedad. El cólera, la neumonía y otras afecciones de su natal Antioquia habían sido superadas por las acciones de grupos de guerrilla, narcotráfico y paramilitares. Para él fue ineludible e inexcusable cualquier silencio y se dedicó a criticar y denunciar fuertemente aquellos hechos de muerte sistemática, cuales quiera que fuesen los causantes y responsables. Sus ensayos, columnas de opinión y programas de radio iban cargados de esa denuncia social, que al mismo tiempo se convertía en una petición de auxilio ante las autoridades, pero lamentablemente su mensaje, al igual que el de muchos en aquella década sangrienta, fue mal interpretado y grupos militares que representaban el brazo armado de la extrema derecha colombiana confundieron el progresismo y pensamiento crítico con la militancia comunista.
América Latina ha sido un polvorín de autoritarismo, conflictos civiles y violencia desde siempre. Comenzó con la conquista y continúa hasta la fecha. No existe un país en el que no haya habido violaciones a los derechos humanos: desapariciones, muerte o tortura de opositores políticos, activistas o sus familiares; acceso precario a la salud, seguridad y educación; generalización de la desnutrición, racismo y clasismo. Las desigualdades sociales son un común denominador y donde hay pobreza siempre hay violencia, pero esta aumenta cuando los que gobiernan son sordos, que solo les importa los intereses que protegen. Todos los países de América Latina tienen una historia de violencia, sus banderas deberían de ser completamente rojas por la sangre inocente derramada, que no cesa. El olvido que seremos es una muestra de ese conflicto que, aunque pertenezca a Medellín, a Antioquia, a Colombia, realmente es homologable a muchas provincias y regiones de este basto continente.
Héctor Abad Faciolince crea en El olvido que seremos una narración novelada donde él es el protagonista, pero el héroe es su padre. Sin caer en ningún momento en vicios de cursilería o sensibilidad barata, Abad Faciolince describe con franqueza y naturalidad la historia de su familia, los hitos más importantes de los que fue testigo o conoció y principalmente quien fue su padre, lo que hizo y cómo terminó. La admiración, respeto e inspiración por su padre es una vena que palpita a lo largo de los capítulos. Sabemos que su padre es un hombre y por lo tanto tiene debilidades y temores, que se equivoca, pero ello nunca impidió que respondiera a un propósito mayor y que dedicara su vida a ello. Este libro escrito con fluidez, naturalidad y una estructura brillante es una puerta liberadora que usa Héctor Abad Faciolince para terminar de llorar a su padre y que su memoria no quede en el olvido.
La prosa de Héctor Abad Faciolince sumerge e involucra al lector en su narración. Sabemos que su padre fue asesinado, hay noticias y artículos que pueden ser leídos, incluso reportajes audiovisuales respecto a su caso. Pero el autor no quiere que nos fijemos en cómo murió ni las razones, esto apenas son un par de capítulos. Abad Faciolince quiere decirnos que tuvo el mejor padre del mundo, no porque sea la obligación de un hijo con respecto a su padre por el simple hecho de ser su progenitor y más porque murió asesinado, sino porque aparte de procurar siempre su felicidad, buscaba que él encontrara su propio camino en la vida. Las palabras, los consejos y la comunicación nunca hicieron falta, aunque tampoco es que hayan sobrado; sin embargo, fue su ejemplo el que lo marcó. Innegablemente sabemos que algunas partes de este libro se escribieron con un nudo en la garganta, no por nada hicieron falta dos décadas para que el autor se llenara de suficiente valor para poder desatar el nudo de sus manos y escribir de tal forma que su padre pudiera no tanto sentirse orgulloso, sino que no quedara en el olvido.
En la portada vemos una niña, esta es la hermana del escritor, Marta, la talentosa, la artística, la soñadora; y quien muriera por un melanoma a la edad de 16 años. Esta tragedia se convirtió al mismo tiempo en una reflexión sobre la muerte, con una inclinación a ensayo filosófico sobre la naturaleza mortal de la propia vida y la grieta emocional que abre en una familia, una herida que nunca termina por cerrar y a lo sumo, apenas logra una cicatriz que eventualmente sangra.
El olvido que seremos es una obra que reboza de calidad literaria y que evoca humanidad. Temas como la muerte, la tristeza y la tragedia parecen una constante y en ocasiones le dan a la narración un tono gris, opaco, como un sollozo perpetuo, como melancolía a través del tiempo. Sin embargo, en medio de todo ello existe también otros temas subyacentes como la paternidad, el compromiso social y la memoria. Realmente es un libro que no deja ninguna deuda o pendiente, al mismo tiempo que hace una huella reflexiva.
Para terminar, un listado de aforismos y líneas que fui recolectando durante la lectura.
«Si quieres que tu hijo sea bueno, hazlo feliz, si quieres que sea mejor, hazlo más feliz.»
«El mejor método educativo es la felicidad.»
«Hay un único motivo por el que vale la pena perseguir algún dinero: para poder conservar y defender a toda costa la libertad de pensamiento, sin que nadie nos pueda someter a un chantaje laboral que nos impida ser lo que somos.»
«Cuando la felicidad nos toca es cuando menos nos damos cuenta de que somos felices.»
«Mientras la felicidad nos parece algo natural y merecido, las tragedias nos parecen algo enviado desde afuera, como una venganza o un castigo.»
«Los humanos, en el dolor más hondo, podemos sentirnos confortados si en la pena nos conceden una rebaja menor.»
«No es la muerte la que se lleva a los que amamos. Al contrario, los guarda y los fija en su juventud adorable. No es la muerte la que disuelve el amor.»
«No sé en qué momento la sed de justicia pasa esa frontera peligrosa en que se convierte también en una tentación de martirio. Un sentimiento moral muy elevado corre siempre el riesgo de desbordarse y caer en la exaltación del activismo frenético, el cual tiene cierto parentesco con la vanidad.»
El autor abre las puertas de su corazón para mostrarnos los recuerdos de su familia, y por eso mucho de los lectores dicen que esta obra se debe leer con profundo respeto, sobre todo por los hechos dolorosos que el autor narrara. Siendo el autor el único hijo varón de la familia, refiere que su padre fue no solo un hombre generoso sino muy cariñoso con su familia y principalmente con él. En la época de los años ochenta sobre todo en Colombia se vivió una época marcada por diferentes hechos sociales, los grupos paramilitares, y los narcotraficantes trataban de gobernar el país por sus hechos violentos, para muchos colombianos este libro es una obra de arte que todos deberían de conocer por narrar una historia que va acompañada de sentimiento profundo, una historia que lamentablemente se repite una y otra vez.
ResponderEliminarEn la contraportada el autor español Javier Cercas, dice: “un libro tremendo y necesario de un coraje y una honestidad arrasadores, por momentos me he preguntado ¿Cómo ha tenido la valentía para escribirlo?
La hija del autor de nombre Daniela es cineasta y basada en la obra de su padre produce un documental llamado “carta a una sombra” que refiere mucho de esta obra. Por si te interesa en el link anexo te dejo una entrevista con el autor y su diferentes perspectivas sobre esta obra. https://www.youtube.com/watch?v=BSOcyaOUxNw
Héctor Abad Faciolince “El Olvido que seremos”
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