«El trayecto lo llevó a través de un paisaje que resultaba a ratos pintoresco y a ratos deprimente. Había extensiones de campiña bucólica: gloriosos campos verdes, silos rojos, riachuelos sinuosos, muros de contención de piedra, laderas cubiertas de flores silvestres. Y también había sombríos emblemas de deterioro económico: ventanas rotas, paredes cubiertas de enredadera en plantas lecheras en su día florecientes, granjas y establos en ruinas, pueblos desolados donde hasta los carteles de SE VENDE se caían a trozos.»
John Verdon pasó de publicista retirado a novelista policial. Cualquiera pensaría que los temas de sus novelas estarían más orientados a su experiencia profesional, al mundo de los medios y al marketing en general, pero lejos de ello, pareciera que lleva en su interior un detective obstinado. En 2010 publicó su primera novela, Sé lo que estás pensando, que pronto se convirtió en un fenómeno en ventas y resulta que, aunque muchos apostaron que había puesto toda la carne en el asador, es decir, sus mejores ideas en esa primera propuesta, había bastante más en su mente y terminó por convertir a su protagonista en una serie, la serie de Dave Gurney, que hoy ya cuenta con siete publicaciones en total y que pareciera que continuará hasta donde le alcance el aliento a John Verdon.
Ininterrumpidamente he seguido a John Verdon desde su primera publicación. Es una década leyéndolo. Sus primeras cuatro novelas las leí un par de veces. Todas las reseñas están disponibles en este blog y allí recopilo algunos datos acerca de cómo Dave Gurney es el alter ego de Verdon y la existencia de otros elementos de su propia vida referidos en el ambiente hogareño de su detective estrella. El Ángel Negro es el último episodio publicado del detective y esta es la sinopsis:
«Angus Russell, un poderoso hombre millonario aparece muerto en su mansión de Harrow Hill con la garganta cortada de lado a lado. Las huellas dactilares y el ADN encontrado en la escena del crimen señalan como culpable a Billy Tate, un bicho raro del pueblo relacionado con temas de brujería y con un conocido rencor contra la víctima. Pero hay un problema. Tras caer desde un tejado, Tate fue declarado muerto el día anterior al asesinato de Russell. Cuando la policía revisa la morgue donde está el cuerpo de Tate dentro de un ataúd sellado, descubre que, además de que el cadáver ha desaparecido y el ataúd había sido abierto con fuerza desde el interior. Enseguida se desata un circo mediático, con titulares que proclaman: hombre muerto caminando, el asesino del infierno, el asesinato de zombis. El pueblo entero entra en pánico: empiezan a correr todo tipo de teorías de conspiración, comienza una literal cacería de brujas y, para echar más leña al fuego, un apocalíptico predicador amante de las armas alienta a sus seguidores a una batalla contra Satán.»
El Ángel Negro es una novela policial en el sentido estricto. Poco más que decir al respecto. John Verdon no corre riesgos y apuesta sobre seguro. Dave Gurney, siendo un detective retirado que en realidad está más disponible que la palabra, es llamado para asesorar, investigar y contribuir en la rápida resolución de un caso de alto impacto, puesto que se trata de un millonario que ha sido asesinado en su mansión, pero surgen pistas y circunstancias que hacen que el caso se dificulte tanto que se convierte en una verdadera amalgama.
Si algo no podemos negarle a John Verdon es su gancho narrativo. Sabe como mantener al lector capítulo tras capítulo jugando al gato y al ratón, tratando de dar con el asesino. Es el efecto Agatha Christi mezclado con un toque hollywoodense. El caso lo arma de tal forma que genere más preguntas que respuestas mientras se avanza. Cada capítulo deja la invitación de pasar al siguiente no otro día, sino inmediatamente, como si los personajes corrieran peligro si los dejamos de leer. Si la serie de Dave Gurney fuera convertida en una serie de televisión, cada libro sería una temporada y los guionistas no deberían partirse mucho la cabeza, puesto que la forma de contar la historia es bastante sencilla, lineal, imposible perderse.
El narrador es el mismo que sus publicaciones anteriores: equisciente fijado exclusivamente sobre Dave Gurney. Vemos, oímos y percibimos lo mismo que Davey Gurney. Si ya hemos leído antes a John Verdon es fácil saber cual será el desenlace, porque hasta el momento, todos sus libros, tienen las mismas características de construcción, nudo y desenlace. Esto también deja una sensación de desgaste porque sabemos que no importa que tanto se hunda Gurney entre la porquería, siempre saldrá airoso y con aroma a lavanda. Por otra parte, al terminar el libro, nos viene a la mente el sinsentido del villano. Ya, al menos en El Ángel Negro, los mismos personajes van planteando todo el esfuerzo inútil por un plan tan retorcido y sumamente complicado. El villano es brillante y piensa en todo. Es capaz de realizar un plan preciso, original y creativo, pero es incapaz de mantener la compostura y termina cometiendo errores que tiran al traste todo innecesariamente.
Las novelas negras generalmente tienen un tema que trasciende al crimen; existe mucho énfasis en los personajes y el conflicto interno. La resolución del crimen no es el fin, sino el arco de los personajes. En las novelas policiales todo es más ligero. La resolución del caso es el objetivo. Los temas y hasta los personajes son accesorios o elementos para sostener la historia, para hacerla avanzar. Aquí Dave Gurney comienza y termina igual que en sus otros libros. Cualquiera pensaría que después de estar tan cerca de la muerte y haber arriesgado la vida de su esposa serían suficientes alicientes como para dejar pasar los casos, pero los acepta sin chistar, como una adicción incontrolable.
La novela aborda someramente temas que no desarrolla: brujería, fanatismo religioso, el derecho de portar armas, infidelidades, pedofilia, manipulación, política, negligencia, entre otros. Lamentablemente son meros accesorios. Están allí para dar matices a la historia, y esto va igual para los personajes, que en esta oportunidad estaban acartonados sin excepción. Hasta el propio Gurney actuaba casi en automático y en el único momento en el que parecía que la conciencia le ganaba, termina siendo desperdiciado por la conveniencia de mantenerlo impoluto.
De la serie de Dave Gurney podría decir que El Ángel Negro es la propuesta más plana, que no por ello deja de ser entretenida y tener sus momentos. Cumple, pero no sorprende. Es una lectura ligera apropiada cuando se ha terminado o se quiere empezar una obra más ambiciosa y compleja.
Para cerrar, algunos aforismos que logré rescatar mientras leía:
«Pedir ayuda no era signo de debilidad, sino un signo de cordura.»
«Aprende a escuchar, luego escucha para aprender.»
«El orgullo precede a la caída.»
Mientras escucha a algunos lectores y leía tu critica sobre este libro, descubro que es una saga con un personaje en el centro de todo como lo es el detective David Gurney, escuchando al autor en un video que encontré y al cuestionarlo ¿por qué? el origen de este personaje el autor responde que desde un principio fue concebir un personaje con extremo raciocinio, mientras las novelas presentan una serie de clichés y esta no es la excepción en donde se tocan hasta temas sobre naturales, religiosidad etc. El autor parece no solo hacer un hincapié en los personajes sino en las ideas que estos proyectan haciendo más interesante el argumento, generando un universo para todo gusto de lectores, atrayéndolos con diferentes anzuelos, como bien has dicho, lo interesante de este tipo de novelas no es la resolución del caso, sino los caminos y/o atajos que se utilizan para resolverlo.
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