lunes, 7 de junio de 2021

REY BLANCO de Juan Gómez-Jurado

 

«Pasan varios meses, o quizás media hora, mientras el chorro cae sobre su cuello y su espalda, golpeando contra los puntos de sutura, en los lugares donde alguien le ha insertado la muerte. Jon comprende que ya no le quedan lágrimas cuando a éstas las sustituye la rabia, y comprende que esto pasa porque cuando quiere darse cuenta está aporreando el lateral del cubículo con todas sus fuerzas. Por suerte para sus nudillos, los herrajes que sostienen el fenólico no resisten más que tes embates antes de que los puñetazos los arranquen de la pared.»

Juan Gómez-Jurado es un novelista español, periodista de profesión, que ha surgido como uno de los escritores de habla hispana más vendidos y traducidos de la última década. En 2008 ganó el Premio de Novela Ciudad de Torrevieja por su obra El emblema del traidor, dejando como finalista a Alejandro Palomas. Este galardón, que apenas duró una década, reconoció el trabajo de escritores como Javier Reverte, César Vidal y Jorge Bucay, por lo que en ese momento significó mucho para Gómez-Jurado y terminó por afianzar su carrera como escritor. Rey Blanco, publicada en 2020, es su novela más reciente.

Juan Gomez-Jurado cierra con Rey Blanco una trilogía que comenzó en 2018 con la publicación de Reina Roja; sin embargo, en una nota final del libro, el autor expresa que es una pentalogía y debe incluirse también a las novelas El paciente y Cicatriz que, aunque no tengan relación directa con los sucesos de la «trilogía», transcurren en el mismo universo, sentando las premisas para lo que hasta el momento ha sido su proyecto escrito más ambicioso. En Rey Blanco seguimos a Antonia Scott, una mujer en sus treinta, la más inteligente del proyecto «Reina Roja», que aparte de tener una serie de habilidades cognitivas, también es una persona que se encuentra dentro del espectro autista y requiere de una fuerza protectora que más que un guardaespaldas sea su escudero, un alfil, esa figura es Jon Gutierrez, el personaje más simpático de todos, un detective corpulento, no es que esté gordo, que actúa como columna de la historia, sin él, simplemente todo se derrumba.

El proyecto Reina Roja se podría definir como una unidad de investigación similar a la Europol, con la diferencia de que tienen mayor tecnología, hay menos personas involucradas, es secreta, se encargan de casos de alto impacto o de mayor sensibilidad y utilizan a investigadoras con alto coeficiente intelectual capaces de ver detalles o percibir información desde una perspectiva diferente a como lo haría una persona normal. Hay una reina roja por cada país y es allí cuando entra Antonia Scott, una española hija de un diplomático británico, que en su pasado reciente sufrió la pérdida de su esposo (por desconexión, porque estaba en coma), derivado de un hecho violento provocado por una persona más inteligente que ella que se hace llamar señor White, que da lo mismo que Rey Blanco. Desde entonces Antonia Scott se permite, antes de comenzar el día, un momento de pocos minutos que son eternos, para pensar en el suicidio.

«Reina Roja» es un nombre tomado prestado de Alicia en el país de las maravillas, una fantasía que tiene mucho simbolismo de múltiples interpretaciones, pero fantasía al final y en esencia, por lo que para disfrutar de esta trilogía (voy a continuar pensando diferente al autor a este respecto), es necesario desconectarse, zambullirse y dejarse llevar por la historia, que en el momento en que empezamos a atar cabos, nos damos cuenta que estamos en un enredo y sinsentido que no roza lo absurdo, está en el ojo de lo absurdo y por más que busquemos puerto para salvar la idea, no hay por dónde.

Desde Reina Roja Juan Gómez-Jurado nos deja ver que esta obra va de entretención y que las aspiraciones literarias no son tan importantes, la creación del personaje de Jon Gutierrez es la excusa para la introducción del humor negro y para decirnos a los lectores que no nos tomemos tan en serio esta novela, que disfrutemos el viaje, con sus altibajos. No obstante, no se puede negar algunos detalles que vale la pena resaltar: de forma general, los tres libros conservan el estilo y son uno mismo e inconfundible; la narración es fluida, en tercera persona y en tiempo presente; existen dos líneas narrativas, o a veces más de dos (en lugares distintos o tiempos distintos), que terminan por confluir en un punto; la estructura son oraciones, párrafos y capítulos cortos, muy directos y sencillos; utiliza varios recursos discursivos y narrativos, muy sutiles y breves que si parpadeas te los pierdes. Estos últimos no cambian la dirección, pero al menos terminan por mejorar el tono momentáneamente, por ejemplo, el párrafo con que abro esta reseña, que tiene un lenguaje muy superior a la media del libro.

Los personajes, los que venían: Antonia, Jon y Mentor, están bien construidos. Hay muchas páginas donde los hemos conocido por sus diálogos, por sus pensamientos, por sus acciones, por sus sentimientos. Están más tridimensionales, aunque no por ello sean perfectos. Antonia, por ejemplo, hay algunas cosas que no terminan por convencer, principalmente porque su condición dentro del espectro autista marcaría, en ocasiones, acciones diferentes a las tomadas. Por otra parte, de Jon sabemos apenas lo necesario de su pasado, pero lo suficiente para que su peso, no es que esté gordo, sea determinante en la trama. Es gay, pero Juan Gomez-Jurado retiró de él todo cliché y eso es de aplaudirse. 

Donde Juan Gomez-Jurado falló a lo grande, y me parece que es un fallo de toda la trilogía, es en los villanos. No es que en Reina Roja o Loba Negra hayan sido buenos, pero Rey Blanco, que sería el mejor de todos por su peligrosidad, carisma y astucia, parece una caricatura plana de villano de James Bond: sus motivaciones no son claras, su inteligencia es cuestionable y literalmente es malo porque sí, porque se requería que hubiera un malo y ya, solo faltó que tuviera de mascota un gato para que le acariciara el cogote mientras explicaba sus planes. Al menos la chica de la Loba Negra tenía ciertos detalles que nos hacían comprender su actuar, nos empatizaba, tenía tonos, pero el señor White es completamente blanco. Bueno, también hay otra villana, que viene desde Reina Roja, Sandra Fajardo, a quien Gómez-Jurado se encarga de profundizarla y darle una explicación, pero luego la desperdicia de forma lamentable.

Rey Blanco es la entrega más floja de la trilogía. Muy apresurada, con las ideas poco cuajadas; no es que la Reina Roja sea Shakespeare, pero es que parece repetitivo, cayendo en clichés disfrazados. Sabemos de antemano que Antonia es impulsiva y recalcitrante, que Jon Gutierrez es mordaz y tiene mal carácter y que como son los protagonistas, no les pasará nada malo, porque el villano de turno cometerá un error, que de entrada todo su plan resuma una complejidad ridícula que no es que no se entienda, sino que carece del sentido práctico (de allí es que cuestionamos la loable inteligencia del señor White). Luego tenemos algunos giros de tuercas y unos efectos de shock que vienen tarde y que, francamente, no importan, solo sirven para abrirle más agujeros a la trama y dejarla como un colador.

Como lo advertí en un inicio, esta trilogía de Juan Gómez-Jurado funciona desconectándose, como una película de Michael Bay, Roland Emmerich o Stephen Sommers. Es lo que es, entretención pura y dura. Un thriller de acción que utiliza las bases de la novela policial (en ocasiones novela negra), pera integrar el suspense a borbotones en la cuenta regresiva. 

«La vida es algo demasiado valioso como para dejarlo en manos del destino.»

1 comentario:

  1. Viendo algunas reseñas sobre este libro, resulta interesante que muchos lectores defienden este libro, argumentado en favor de los personajes y más de los antagonistas que muchos creen que han evolucionado cosas con la cual estas en desacuerdo, para algunos lectores, este autor hace gala de giros increíbles en esta obra, lo que la hace para algunos uno de sus mejores libros, aunque también algunos lectores hacen la mención que la mejor es la Reina Roja. El gran desafío de estas trilogías es mantener una línea de suspenso e interés en su argumento y casi siempre su talón de Aquiles es que esto se quiebra o se desvanece no dando importancia a la trama o quitando personajes que podrían ser mejor utilizados, algo que parece suceder aquí. La incógnita es si seguirá la trama o realmente termino y esto por una línea en la portada que habla de que el fin tan solo es el principio, en fin solo el tiempo lo dirá.

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