«No usan pastillas de encendido. Lo único que tienen para iniciar el fuego es una enorme pila de periódicos viejos (intacta) y un ejemplar de Cincuenta sombras de Grey al que le faltan la mitad de las páginas. Con dedos casi insensibles, Lola arranca un capítulo y lo usa para arrancar la hoguera.»
Loba negra es la segunda parte de la trilogía de Antonia Scott, la protagonista del programa de investigación criminal especial de casos de alta categoría, Reina Roja, título con el que Gómez-Jurado abre esta serie en 2018. Recientemente en 2020 fue publicado Rey blanco, donde se cierra, al menos de momento, el arco de todos los personajes e hilos sueltos de las primeras dos entregas.
Juan Gómez-Jurado en una nota al final de la novela, una nota de agradecimientos, insta al lector a no comentar sobre los hechos narrados para que no hayan spoiler que puedan afectar la experiencia de futuros lectores. Por lo que es preciso hasta omitir la sinopsis. El puente descriptivo entre un libro y otro presupone el desenlace del primero. Generalmente no hago comentarios que develen la trama o sus giros, salvo que sean historias ya conocidas por todos. Loba negra no será la excepción.
Esta trilogía de novelas policiacas que están teniendo muy buena aceptación a nivel mundial no cuenta una gran historia realmente, de hecho, es bastante mediocre en comparación a otras series que podemos encontrar en las últimas dos décadas: la serie Kenzie & Gennaro de Dennis Lehane, la serie Millennium de Stieg Larsson y posteriormente retomada por Daved Lagercrantz y la serie de Rebecka Martinssonn de Åsa Larsson contienen mejores historias y más riqueza argumental, y si lo comparamos con escritores españoles Dolores Redondo es mucho más sólida y efectiva con la trilogía del Baztán y también podemos mencionar a Eva García Sáenz de Urturi que logra mayores avances narrativos y un estilo más pulcro con la trilogía de la Ciudad Blanca. La virtud de Gómez-Jurado está en la forma de contar la historia, donde usa fórmulas efectistas que impresionan en la primera lectura, pero que a la medida que pasa el tiempo, esa sorpresa o giro se va disolviendo y únicamente nos quedan los guiños del escritor que por lejos, es lo que más valoro de estos libros, cada guiño vale oro y dibuja una sonrisa en el lector que lo capta. Lo anterior no significa que la narración de Juan Gómez-Jurado sea mala, realmente evidencia un buen dominio del lenguaje y la forma de implementarlo a su propio estilo. No es que Reina roja o Loba negra ganen algún premio literario, porque no es el objetivo, pero al menos podemos afirmar que están bien escritos y que hay cuidado en los detalles. Juan Gómez-Jurado no es pretencioso, pero tampoco nos arroja bazofia.
«El buen gusto no es moda. Es armonía.»
La historia se desarrolla un año después de los acontecimientos del primer libro con el peso de los cabos sueltos que no se lograron satisfacer y que calan en los personajes, específicamente en Antonia Scott cuya principal cualidad también es la puerta de su debilidad. La narración es en tercera persona. Sí, nuevamente el narrador omnisciente es quien nos describe los acontecimientos de principio a fin. La escritura está conformada por oraciones cortas, párrafos de pocas líneas, diálogos breves y capítulos de unas cuantas páginas. Hay al menos tres líneas narrativas principales, aunque todas en el mismo espacio temporal.
El personaje de Jon Gutierrez es sin duda la voz de Juan Gómez-Jurado. Sin Jon Gutierrez la historia que de por sí es bastante floja, caería en un vacío abismal. Gutierrez es por mucho el personaje mejor desarrollado y del cual manan los mejores momentos. Todo guiño, sarcasmo e ironía proviene de Jon Gutierrez. Si es de darle un aplauso de pie a Gómez-Jurado es por ese acierto. Todos los que queremos leer El rey blanco lo queremos hacer para saber qué pasará con Jon Gutierrez.
Jon Gutierrez es un policía, un detective, se le describe como un hombre maduro, de cuarenta y tres años, gay y que vive con su madre. Sin embargo, no es ni por asomo un estereotipo. Allí el brillo de la construcción. He creído y afirmo que decir que el personaje es gay es para aliviar la tensión de la trama, puesto que, al hacer pareja con un personaje femenino, lo usual es que surja una chispa romántica, lo cual es un cliché usado hasta el hartazgo. Gutierrez podrá ser un personaje gay, pero se funde con la historia y a nadie le importa su orientación, porque importa y vale como persona y es así como debiera de ser siempre también fuera de la ficción.
Al igual que la Reina roja, Loba negra tiene una visión cinematográfica. Saltar de la novela al guion no es una tarea difícil porque la novela fue pensada para aliviar el trabajo del guionista. Sería una adaptación que no complicaría llevar ninguna escena al celuloide y ya imagino a muchos diciendo que la película o la serie fue fiel a las novelas. No es por nada que en los agradecimientos aparece James Gunn y John Carpenter, el primero conocido por dirigir Los guardianes de la galaxia, y el segundo por ser el director de Halloween y The Thing. Fijarse en las obras de esos directores nos traslada a la atmósfera creada por Gómez-Jurado, un thriller con ritmo y fluidez como muy pocos, al mismo tiempo con su dosis oportuna de comicidad.
Los easter eggs literarios tampoco se hacen extrañar. Tan solo el párrafo con el que abro esta reseña contiene uno y por allí nos encontramos también referencias al Código Da Vinci y El coronel no tiene quien le escriba, y muchas otras referencias más. Es de estar atentos para no perderse ninguna. De allí que en los agradecimientos también se mencione a Andrea Köhler, Pablo Neruda, Arturo Pérez-Reverte y Gabriel García Márquez.
En cuanto a historia, Loba negra no es mejor que la Reina roja; sin embargo, si es una buena secuela que nos aporta más información acerca de sus personajes. Una novela de transición que nos lleva a las puertas del fin de la trilogía. Si alguien busca lectura entretenida y adictiva, Gómez-Jurado es su escritor.
Y para cerrar, algunos aforismos que recolecté durante la lectura.
«No existe talento sin pasión.»
«Caminando en línea recta no puede uno llegar muy lejos.»
«Es mucho más sencillo perdonar a otros por estar equivocados que por estar en lo cierto.»
«Y si nada nos libra de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida.»
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