«Le decían la Bruja, igual que a su madre: la Bruja Chica cuando la vieja empezó el negocio de las curaciones y los maleficios, y la Bruja a secas cuando se quedó sola, allá por el año del deslave. Si acaso tuvo otro nombre, inscrito en un papel ajado por el paso del tiempo y los gusanos, oculto tal vez en uno de esos armarios que la vieja atiborraba de bolsas y trapos mugrientos y mechones de cabello arrancado y huesos y restos de comida, si alguna vez llegó a tener un nombre de pila y apellido como el resto de la gente del pueblo fue algo que nadie supo nunca, ni siquiera las mujeres que visitaban la casa los viernes oyeron nunca que la llamara de otra manera.»
Fernanda Melchor es una escritora mexicana proveniente de Veracruz. Estudió periodismo y obtuvo una maestría en Estética y Arte. Se ha desempeñado principalmente como traductora, donde sobresalen sus colaboraciones con Francisco Goldman y Grahan Greene. Temporada de huracanes es su segunda novela publicada en 2017, la cual no ha pasado desapercibida por la crítica ni por los lectores y pronto fue traducida y distribuida en otros países de habla no hispana. Gracias a esta obra Fernanda Melchor ha recibido varios premios y nominaciones, siendo finalista del premio Booker Internacional.
Temporada de huracanes es una novela literariamente compleja y con una temática cruda, brutal y hasta tabú, que desborda en un lenguaje acorde a la narración. He aquí la sinopsis:
«Un grupo de niños encuentran un cadáver flotando en las aguas turbias de un canal de riego cercano a la ranchería La Matosa. El cuerpo resulta ser de la Bruja, una mujer que heredó dicho oficio de su madre fallecida, y a quienes los pobladores de esa zona rural respetaban y temían. Tras el macabro hallazgo, las sospechas y habladurías recaerán sobre un grupo de muchachos del pueblo, a quienes días antes una vecina vio mientras huían de casa de la hechicera, cargando lo que parecía ser un cuerpo inerte. A partir de ahí, los personajes involucrados en el crimen nos contarán su historia mientras los lectores nos sumergimos en la vida de este lugar acosado por la miseria y el abandono, y donde convergen la violencia del erotismo más oscuro y las sórdidas relaciones de poder.»
Temporada de huracanes es una novela que también tiene su grado de dificultad en la lectura. No es para nada amigable con el lector. Está dividida en ocho capítulos, de los cuales cinco son bastante largos y escritos en un párrafo, un párrafo de treinta o cuarenta páginas, esto no significa que la novela sea larga en sí misma, es la forma de presentarla. Ese bloque que ya es una proeza mantenerlo intacto durante la narración, también contiene una particularidad que es una hazaña, el uso de oraciones largas de varias líneas, a veces llegando a una página sin que aparezca ningún punto que de por finalizada la locución. Obviamente estas oraciones son compuestas, pero aún así es brillante la forma en que dentro de esa estructura se mantiene la idea principal. El uso de numeraciones internas es magistral, de como una expresión o recuerdo da lugar a otro y este a otro más profundo y como este último explica algo del primero y luego se desprende otro, para dar lugar a otro conjunto de recuerdos, ideas, pensamientos o sentimientos.
Temporada de huracanes podrá tener su grado de dificultad y no por ello ser aburrida. Podrá cansar encontrarse con un bloque entero y aparentemente sin fin, pero lo cierto que es que Fernanda Melchor no usa ningún recurso tipo cliffhanger para invitarnos a leer el siguiente capítulo. Podría decirse que cada uno tiene su propio principio y fin, a su manera, en una perspectiva concreta. Pasar al siguiente no es por un aspecto inconcluso, sino por la necesidad del lector en sumergirse en la historia y esa forma de contarla tan única, tan tortuosa y fascinante al mismo tiempo.
La voz narrativa también es difícil de definir, inicia con un narrador omnisciente que pronto deja su responsabilidad y se diluye en medio de un pensamiento o introspección surgiendo la voz de uno o varios de los personajes en primera persona, los cuales no solamente están perfectamente definidos y planteados, tal como si fueran testimonios de personas reales, sino que cada uno sostiene tramas y subtramas del pasado y del presente que enriquecen la novela. Luego estos personajes regresan la voz al narrador principal. Lo difícil es que, a diferencia de cualquier otro libro, Melchor no separa cuando comienza uno y termina el otro. En ocasiones debía regresar una página o dos para volver a encontrar la dirección de la lectura.
La historia transcurre en un poblado llamado La Matosa, que me recordó mucho a Macondo, con gente sencilla, aunque en un momento de violencia y decadencia. Los personajes que intervienen en la narración, tanto si son principales o secundarios, son hombres y mujeres rotos, provenientes de familias disfuncionales y con pasados y presentes que van de la miseria a la pobreza y viceversa. Los temas principales son la homofobia, la prostitución y la misoginia por lo que nos encontramos con tramas de venganza, violaciones, drogadicción, asesinato y aborto. La narrativa es rica en lenguaje coloquial mexicano, pero nada difícil de seguir, y en algunos momentos llega a ser en extremo gráfico, vulgar y obsceno que hace difícil creer que una mujer haya escrito tal, aunque no niego que ese pensamiento en sí mismo encierra un sexismo que no va. Si la autora puede escribir con tal nivel sin que ello reste mérito a la calidad literaria, significa que se entregó tanto al proyecto que vivió la emoción de cada uno de los personajes que desarrolló y que probablemente le haya causado también algún pesar personal. Ella misma, en una entrevista, mencionó que mientras escribía Temporada de huracanes tenía una actitud y pensamientos más inclinado al pesimismo y a la desesperanza.
Todos los hechos narrados son ficción, aunque Fernanda Melchor menciona en una nota al final que están inspirados en una crónica periodística y sin duda, en muchos casos de violencia que son noticia común por estos lares. También una novela que menciona Melchor como parte de su inspiración es El otoño del Patriarca de Gabriel García Márquez, de la que no puedo decir demasiado, puesto que la tengo en mis pendientes.
Este tipo de novelas son en realidad una denuncia, una crítica social. Fernanda Melchor está diciendo que existe un mundo abajo del mundo, un submundo, donde las personas no viven, sino que perviven haciendo lo que sea. En la pobreza la humanidad se mutila, se deforma, se apaga. Los escritores europeos tienden a hablar del nihilismo y el vacío existencial en medio de un mundo material para personajes que viven acomodadamente, Fernanda Melchor nos invita reflexionar que, si hay vacío en el estómago, poco queda para pensar en otra cosa, ni siquiera en el mañana.
Si buscas una novela que rete en la lectura y reflexión social, estas es una y de las mejores.
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