viernes, 24 de abril de 2020

SE LO QUE ESTÁS PENSANDO de John Verdon


«No hice lo que hice
por gusto ni dinero,
sino por unas deudas
pendientes de saldar.
Por sangre que es tan roja
como rosa pintada.
Para que todos sepan:
lo que siembran, cosechan.»
Un publicista y experto en marketing en una edad de retiro emprendió un proyecto que dio un giro de 180 grados a su vida, se convirtió en lo que siempre quiso ser, un escritor de novelas policiacas. John Verdon no ha trabajado en comisarías, fiscalías o cualquier otra agencia de investigación, tampoco ha sido abogado, periodista, criminalista o forense, profesiones base que han sido semilleros de escritores de estos géneros literarios y que contribuyen en la construcción de novelas negras o policiales. Verdon simplemente era un ávido lector de este tipo de historias, un aficionado en toda regla que un día se dijo «yo también puedo». Sin duda obtuvo un gran e inesperado logro con las editoriales y se convirtió en un bestseller internacional en poco tiempo, todo esto con un solo libro, Se lo que estás pensando, y con un solo personaje, Dave Gurney. Un libro que atrapa desde el ingenioso título, la sugerente portada y una sinopsis que engancha sin necesidad de llegar siquiera a la primera página.

John Verdon ha hecho que su público se familiarice tanto con su personaje, Dave Gurney, que sus aventuras y peripecias no se detuvieron en una sola publicación. A 2018 son seis libros donde Gurney con su ingenio, obstinación e implacabilidad es el héroe que ha detenido a asesinos seriales, sicarios y genios criminales. Otro punto que cabe resaltar es que, aunque Dave Gurney no sea un alter ego literario de Verdon –según sus palabras–, faltó poco ya que sí que lo dotó de pasados y gustos muy similares e incluso de su personalidad, tiene todo el ADN Verdon y es difícil separar al creador de su creación, pues fue hecho a su imagen y semejanza. 

John Verdon es una persona bastante creativa y como ejecutivo publicista, se encontraba bien relacionado como para tener contacto con agentes, editores y compañías editoriales; sin embargo, esto no es suficiente para publicar un libro, antes debe crearse una historia y esta debe ser buena o por lo menos aceptable, que de novelas policiacas hay tantas opciones de tantas épocas diferentes que ya es difícil encontrar algo original. Verdon ha afirmado muchas veces que la lectura de novelas policíacas fueron el detonante y su combustible. Si no hubiese sido gracias a las obras de Arthur Conan Doyle (creador del emblemático investigador Sherlock Holmes) y Ross MacDonald (creador del detective Lew Archer) no hubiese podido encontrar su musa y aun menos el método para plasmar todas esas ideas en un libro que la gente se animase a leer.

La sinopsis del libro es la siguiente:
«Un hombre recibe una carta que le urge a pensar en un número, cualquiera. Cuando abre el pequeño sobre que acompaña al texto, siguiendo las instrucciones que figuran en la propia carta, se da cuenta de que el número allí escrito es exactamente en el que había pensado. David Gurney, un policía que después de 25 años de servicio se ha retirado al norte del Estado de Nueva York con su esposa, se verá involucrado en el caso cuando un conocido, el que ha recibido la carta, le pide ayuda para encontrar a su autor con urgencia. Pero lo que en principio parecía poco más que un chantaje se ha acabado convirtiendo en un caso de asesinato que además guarda relación con otros sucedidos en el pasado. Gurney deberá desentrañar el misterio de cómo este criminal parece capaz de leer la mente de sus víctimas en primer lugar, para poder llegar a establecer el patrón que le permita atraparlo.»
La premisa del libro es buena y sabe enganchar: un asesino en serie que lee la mente de sus víctimas. ¿Cómo lo hace? Esta novela no versa sobre lo paranormal, sino de encontrar el vínculo y el truco del asesino, tal y como se tratase de un mago. El antagonista tiene un modus operandi, posee un sistema, pero ni el uno ni el otro están del todo claro. El tiempo es también otro factor clave porque obra en contra. Sino se actúa con prontitud, habrá otra víctima, otra muerte.

La narración de Verdon es entretenimiento puro. No tiene otras pretensiones más que hacernos pasar un buen rato entre sus páginas. Es parecido a como cuando vamos al cine a ver una película de acción. Mientras la vemos no notamos todos los agujeros del guion e incluso los aceptamos porque la trama debe obrar a favor de los protagonistas. Lo mismo sucede con este libro.

La historia está poblada de los clichés de siempre: un detective retirado con un trágico pasado familiar, que es inteligente y tenaz, con fama y renombre en el cuerpo de la policía por logros pasados, una esposa abnegada que no tiene ni idea de una investigación criminal, pero tiene unas sugerencias que terminan siendo claves. Por otra parte, la investigación se ve entorpecida por la burocracia y hermetismo de la policía de condados pequeños, resulta que los jefes de policías locales siempre son idiotas. El asesino en el último momento se vuelve inesperada e innecesariamente locuaz y revela todo, dándole tiempo a los protagonistas para vencerlo. Los asesinatos son notablemente enredados para confundir lo que le aporta más surrealismo que veracidad. Las pistas que no tienen sentido sino hasta el final, y ya en los últimos capítulos el cierre se torna abrupto y poco convincente, Verdon tira por la borda toda la trama construida de metódico suspenso por algo más visceral y sensacionalista.

No hay duda de que el libro cumple su cometido de entretener, y que la premisa en sí es interesante; pero no deja de ser una novela policial más con la diferencia que engancha rápido, se lee fácilmente e involucra al lector indirectamente en la investigación, puesto que uno se parte la cabeza tratando de identificar al asesino, me recordó mucho a las novelas de Agatha Christie, con la diferencia de que aquí los personajes son más unidimensionales y acartonados. 

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