«Mis ayeres están desapareciendo y mis mañanas son inciertos, así que ¿para qué seguir viviendo?, podríamos preguntarnos. Yo vivo día a día. Vivo momento a momento. En algún mañana me olvidaré de que hoy he estado aquí, ante vosotros, y que he dado este discurso. Pero, sólo porque en algún mañana me olvide, no significa que no haya vivido cada segundo de este día. Olvidaré este hoy, pero eso no significa que este hoy no importe.»
Lisa Genova es una escritora norteamericana, doctorada en Ciencias Neorológicas por la Universidad de Harvard y escribe regularmente una columna en internet para la National Alzheimer’s Associaton. Con estos antecedentes de la autora de Siempre Alice tenemos una expectativa distinta de que esta novela será mucho más que una historia de una persona afectada por la enfermedad del Alzheimer. También debo agregar que esta es su primera novela y fue autopublicada. La mayoría de las novelas que no reciben o publican las editoriales no es porque sean malas, es importante aclarar. Apuestan a lo seguro, autores que ya tengan una marca personal y que puedan venderse. Lisa Genova es una científica, una neuróloga de Harvard, y aunque tenga una hoja de vida impresionante, es difícil crear un best-seller de la nada; no obstante, Genova no solo lo logró por su cuenta, sino hizo que su historia trascendiera de las páginas al celuloide.
Muchos nos acordaremos de la película Still Alice de 2014, la cual se llevó los aplausos del público y con su drama perfectamente contado hizo más de algún nudo en la garganta en los espectadores. Esa película fue interpretada magistralmente por Julian Moore. La actuación fue tan convincente que logró el Globo de Oro y el Oscar a mejor actriz. Otros actores que participaron en la película fueron Alec Baldwin como John, el esposo de Alice, y Kirsten Stewart como Lydia, la hija menor de la familia. Si el drama de la película nos hizo suspirar y reflexionar, con toda franqueza puedo afirmar que el libro a pesar de que una imagen dice más que mil palabras, esas palabras escritas dicen mucho más que la película; es una vorágine emotiva que supera a la escena más trascendental del filme.
«El bienestar de una neurona depende de su habilidad para comunicarse con las demás. Los estudios han demostrado que la estimulación eléctrica y química de las neuronas ayuda a mantener la vitalidad del proceso celular. Las neuronas incapaces de conectarse con otras se atrofian. Una vez que se vuelve inútil, una neurona abandonada se muere.»
Esta novela trata de Alice Howland, una investigadora, conferencista, experta y profesora de la Universidad de Harvard. Tiene un matrimonio estable, su esposo es atento, comprometido y también es un científico exitoso, y dos de sus hijos están matriculados siguiendo carreras universitarias, y la menor, que es su pequeña frustración, está siguiendo una carrera apartada de las aulas y emporios académicos, una carrera como actriz. Alice, con tan sólo cincuenta años, es diagnosticada con Alzheimer temprano, una variación de la enfermedad que se manifiesta antes de la tercera edad, y que tiende a ser mucho más agresiva y degenerativa. Por lo que, a partir de ese momento, cuando empieza a sentir los embates de la enfermedad, su vida se transforma al mismo tiempo que la de su familia. Sufren una metamorfosis. La enfermedad es el detonante para apreciar la vida con todos sus colores y emociones. Antes Alice estaba atrapada en su rutina, vivía el mismo estrés que la mitad del mundo, pero luego todo eso se va y con ello también los recuerdos y su vida.
No es usual que haga comparaciones entre película y novela en mi blog, pero ya que estamos aquí y toqué el tema, vamos a por ello. En la novela nos encontramos con algunas subtramas que en la película se omiten. El tiempo del metraje es un factor, eso es seguro, pero lo más probable es que el guion se haya adaptado mejor para centrar la trama en el personaje principal, en Alice. Se omite completamente al alumno cuya tesis estaba asesorando, a la doctora de cabecera que le recomendó que acudiera con un neurólogo, y a la asociación que ella logró organizar con varias personas afectadas con el diagnóstico de Alzheimer temprano.
En la película observamos que es en la Universidad de Columbia donde ella se desenvuelve. No obstante, cada página del libro destila a Harvard, sin duda un reflejo de la gratitud de la autora por su Alma Mater. Filmar en Harvard pueda que sea mucho más caro que filmar en Columbia o que se requieran más licencias y permisos, de allí que la dirección de la película no consideró sacrílego mudarse de universidad. Otra cosa hubiese sido la selección de Yale. La modificación de la universidad también hace insostenible, y por tanto se omite, la discusión familiar final sobre la mudanza a Nueva York. Cambiando la locación a la Universidad de Columbia, qué sentido tiene hablar de mudarse a Nueva York si ya están en Nueva York.
La novela transcurre entre los años 2003 y 2004. Alice por tanto utiliza la mejor herramienta tecnológica personal de telecomunicaciones de esa época, un Blackberry. Alice confía su memoria deteriorada a la agenda de su teléfono. En la película vemos la actualización obligatoria a un iPhone, que hasta la fecha que escribo este post sigue siendo una de las mejores opciones, sino es que la mejor. En la novela el Blackberry se destruye cuando lo olvida dentro del refrigerador, mientras que en la película el iPhone es encontrado destruido en la alacena. Pueda que el iPhone pasó la prueba del «bajo cero», punto para Apple.
Las cinco preguntas que Alice fijó como culminantes para saber si ya llegó a un estado sumamente crítico, son distintas. Quizá no tan diferentes, pues guardan una similitud en la esencia de lo que nosotros consideramos nuestros recuerdos claves, los que nos definen como personas o como individuos. Otra trama que se omite completamente es que el neurólogo que atiende a Alice recomienda un tratamiento experimental que tiene como objetivo frenar el progreso del Alzheimer, dado que los medicamentos tradicionales lo único que hacen es desacelerar. Obviamente Alice, dado que es científica, decide someterse a ese tratamiento experimental porque con el tratamiento tradicional no tiene ninguna esperanza, y con esa opción al menos existe esa luz de no perderlo todo, de un milagro.
La familia, sus hijos y su esposo, graban vídeos para ella, contando los recuerdos que ellos tienen con Alice; esos vídeos fueron sustituidos en la película por otros en los cuales Alice era joven y compartía en la playa con su familia temprana (padre, madre y hermana), todos ya fallecidos. La fertilización en vitro de la hija mayor, también es otra subtrama que se omite.
Y podría seguir con detalles por aquí y por allá de diferencias. Probablemente eso sea lo positivo de leer un libro y de inmediato ver la película basada en el libro, y por supuesto, escribir en tu blog, todo está mucho más fresco. El dilema está en lo que uno recordará después de unos años, si el libro o la película. Es importante aclarar mi visión particular sobre estos asuntos: las novelas (o el libro, si la expresión queda mejor) y las películas son manifestaciones artísticas diferentes, con un proceso de creación complejo, ambas meritorias y valiosas por cuenta propia, son independientes y si tenemos la opción de apreciar ambas, es para complementar la experiencia de la historia más que para embarcarnos en una inagotable y hasta estólida discusión si una es mejor que la otra.
Un acierto que me gustó en la película y que en el libro está de una manera muy distinta. Es el mensaje que ella se deja a sí misma, ese mensaje que básicamente explica e ilustra la portada Butterfly, mariposa. En el libro Alice está en su computadora y entra a una carpeta en su escritorio llamada Butterfly. Encuentra una carta para ella; pero los problemas de lógica a los que se enfrenta es que ella no está segura si esa carta se la escribió a sí misma, o simplemente es una carta que alguien la escribió haciéndose pasar por ella. Dado que es un documento electrónico, no hay firma; también es un poco extenso y la etapa de la enfermedad que padece ya es bastante avanzada como para terminar de leerlo sin olvidar el inicio. Todos esos problemas la película los resuelve mejor, en lugar de una carta opta por algo mucho más versátil, un video. Ese video, que posiblemente sea el momento más álgido, donde se concentra la catarsis, es donde ella se dice que se cerciore de que esté sola, que vaya a un mueble en su dormitorio en el cual reposa una lámpara azul. Al final del primer cajón debería buscar un pequeño recipiente de píldoras que está etiquetado con «Para Alice», luego que vaya a por agua y se las tome todas. Después de haberlo hecho, ella se dice que enseguida se recueste en la cama y que duerma. Dicho momento nos tuvo en vilo, tanto en las páginas como en la película. Pero el Alzheimer era muy avanzado, así que el proyecto de la eutanasia no funcionó.
Tener una idea de lo que significa el Alzheimer no es suficiente; y en muchas ocasiones nos encontramos con personas insensibles. Peor que la indiferencia es que se burlen de esta enfermedad. Esta novela es un portal de experiencias que nos lleva de la mano. Aprendemos de la historia de un personaje el significado de padecer el Alzheimer. No sólo contemplamos el drama, aprendemos y comprendemos mejor de la enfermedad que leer un artículo en la wikipedia. Lisa Genova se ha especializado en el Alzheimer, lo conoce muy de cerca, por lo que su novela de cierta manera también es un tratado o ensayo de este padecimiento. La escritora nos da varias píldoras científicas que en ningún momento son demasiado técnicas o pesadas, y esto nos ayuda a empatizar mejor con sus personajes. Y es que, aunque la novela sea ficción, pareciera y sentimos que estamos leyendo un caso real.
La novela está escrita en tercera persona, pero haciendo hincapié en la experiencia personal, reflexiones y pensamientos del personaje principal como paréntesis en primera persona. Cada capítulo es un mes, y mes tras mes leemos a una Alice luchadora, que busca lo mejor entre lo peor, que no se da por vencida. También vemos como esto afecta a la familia, como sus hijos reaccionan de manera diferente. Y su hija menor, la más distante, la que seguía una carrera en desacuerdo a los deseos de su madre, es la que se acerca más y en las cuales descansa incluso el final de la película y del libro.
De los mejores libros que he leído este año. De los mejores que he leído también. Muy recomendable.
«Nuestra labor como padres es transmitir nuestra experiencia vital a nuestros hijos.»
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