viernes, 24 de abril de 2020

NO CONFÍES EN PETER PAN de John Verdon


«En cuanto llegó a la escena, a dos calzadas de distancia, confirmó su impresión. Vio una pequeña cabina envuelta en llamas y humo. Ya había dos hombres con brazaletes de seguridad apresurándose hacia allí con extintores y gritando a los mirones que se quietaran de en medio. Dos mujeres de seguridad llegaron y empezaron a abrirse paso por la parte de atrás de la cabina, gritando repentinamente.»
Todo escritor de novelas policiales tiene un detective estrella, su héroe resuélvelo todo. Lee Child tiene a Jack Reacher,  John Connolly tiene a Charlie Parker, Dennis Lehane tiene a Patrick Kenzie y por supuesto, Verdon tiene a Daver Gurney. No confíes en Peter Pan es la cuarta entrega de la serie de Dave Gurney, un detective retirado que desde su jubilación no ha dejado de trabajar resolviendo los casos más complejos de su vida. Se ha enfrentado a asesinos en serie, sicarios y genios criminales. Un hombre muy listo y perspicaz, pero muy obstinado.

El título original de esta novela es Peter Pan must die, pero en las traducciones al español es bastante frecuente que los títulos cambien por razones que únicamente la editorial conoce o entiende, porque a veces no queda claro si es por una cuestión mercadológica o es por quedar bien con lo políticamente correcto, en todo caso lo importante es que el título sugiera algo que enganche para su compra y no para su polémica. Creo que Peter Pan debe morir suena mejor que No confíes en Peter Pan, aparte que la trama de la novela no justifica el título castellanizado. Sin embargo, ningún título de Verdon ha tenido una traducción literal, por ejemplo, el primer libro se dio a conocer entre los hispanohablantes como Se lo que estás pensando, el titulo original era Think of a Number –Piensa en un número–, y la última novela, Wolf Lake –nombre propio de un lugar, por lo tanto, no traducible–, fue rebautizado como Controlaré tus sueños. Son esos detalles que vienen a ser como el aporte de la editorial. Peter Pan must die es un gran spoiler, y No confíes en Peter Pan es un sinsentido.

Aquí la trama viene un tanto diferente, pero no por mucho tiempo. Un amigo de Gurney que fue obligado a renunciar de las fuerzas policiales ahora es un investigador privado, y quiere ayudar a una persona, a una mujer que fue sentenciada por el asesinato de su marido. La ayuda no es tanto porque crean en la inocencia de la mujer, sino porque hubo vicios durante el proceso judicial. Gurney de procesos judiciales no sabe nada, no es abogado, lo suyo siempre ha sido la investigación, pero se ve obligado a colaborar porque fue por su culpa que su amigo perdió el trabajo. Él siempre lo utilizó como un topo para sacar información de la base de datos de la policía que le era muy útil en la investigación de los casos vistos en las anteriores entregas.

Gurney hace lo que puede con lo que tiene. Como de derecho y apelaciones desconoce todo, investiga a la vieja escuela detectivesca: entrevistando a las personas que tienen información y haciendo las preguntas correctas. No tardó en descubrir inconsistencias en la historia de la fiscalía y llegar a la conclusión de que la persona tras las rejas en efecto es inocente. Pero a Gurney no le basta con evidenciar que la mujer no participó en el crimen. Si ella es inocente, significa que el asesino está afuera y hay que encontrarlo. Y Gurney va de nuevo y por cuenta propia. Toma un caso sencillo que al principio no quería y lo complica para que valga la pena, pero como es un desafío para su mente resolverlo, se obsesiona con él hasta las últimas consecuencias.

He aquí una sinopsis:
«Han pasado cuatro meses desde que David Gurney resolvió el caso del Buen Pastor y las consecuencias han sido terribles: se perdieron vidas y hubo carreras profesionales afectadas. Uno de los que más ha sufrido ha sido Jack Hardwick, que violó la normativa por ayudar a Gurney. Los superiores de Hardwick pensaron que despidiéndole arreglaban todos sus problemas. En realidad, se buscaron un enemigo acérrimo. Ahora, Hardwick se propone demostrar la ineptitud de sus antiguos empleadores presentando pruebas que sirvan para revisar algunas condenas muy sonadas. Empieza con el caso Spalter, un rico empresario y promotor asesinado en el funeral de su madre. Su infiel esposa Kay fue condenada a cadena perpetua, pero Hardwick está seguro de que a la mujer le hizo la cama un detective corrupto y quiere que Gurney le ayude a probarlo. Muy pronto Gurney se encuentra enfrentándose a un fiscal sin escrúpulos, un detective completamente corrupto, un jefe mafioso extrañamente amable y un famoso criminal griego, Petros Panikos, Peter Pan, un hombre menudo que esconde un insaciable apetito por el asesinato. Todo por alguien que, después de todo, puede que sea realmente culpable».
Los asesinos de la serie de Dave Gurney son bastante mundanos en sus motivaciones, pero extremadamente complejos en sus planes. El Buen Pastor de Deja en paz al Diablo colocaba animales plásticos en las escenas del crimen, ¿por o para qué? Para confundir a la policía y principalmente al lector, ¿y qué era lo que quería el Buen Pastor?, la fortuna de un testamento. El asesino de Sé lo que estás pensando acosaba a sus víctimas durante semanas, enviando mensajes mediante un sistema masivo con resultados extrañamente aleatorios, ¿por o para qué? Si lo único que quería hacer era matar a todos los alcohólicos rehabilitados que le recordaban a su padre. Peter Pan no es un asesino en serie, sino un sicario de élite, a quien se le contrata para cometer un asesinato difícil de una forma rápida, limpia y sin rastros. Es un griego que llega a Estados Unidos solo para esa misión. Luego, por razones azarosas e inexplicables, las cosas se salen de control y empieza a comportarse como un asesino en serie de lo más acartonado para quitar cabos sueltos que no sabían que eran cabos. Lo más lógico era que Peter Pan se marcharse porque a final de cuentas tenía una colección de pasaportes de todo el mundo y con muchas identidades. Si quería hubiera desaparecido para siempre.

En esta entrega siento que Verdon se está quedando sin ideas. Gurney ya está desgastado incluso el caso lo resuelve más por suerte que por ingenio. Si no hubiese tenido ayuda de un mafioso local que le dijo literalmente todo, hubiera estado persiguiendo sombras y rascándose la cabeza. Y de igual manera, fue una suerte que Petros Panikos, alias Peter Pan, se volviera irracional y que todavía estuviera no solo en los Estados Unidos, sino cerca de donde Gurney realizaba la investigación. Si se hubiese marchado del país, tal y como se suponía que era su perfil profesional, Gurney se hubiera quedado impotente y de brazos cruzados.

El final de la novela es un tanto lamentable, más que en las anteriores, porque además de sicario, Peter Pan resultó convenientemente un pirómano y que usaba explosivos como cualquier burdo terrorista. De experto francotirador, ahora era un ruidoso incendiario. Al menos no comete el cliché del asesino locuaz tan común en los otros villanos de Verdon, pero sí el del villano que muere tontamente por un mal cálculo. Pareciera que existen dos Peter Pan, el del inicio del libro, muy pulcro y perfeccionista, meticuloso y certero, y el del final del libro, improvisador, desesperado y estúpido.

Las novelas de Verdon tienen una buena construcción de la historia y enganchan. Uno está en vilo página tras página y es fácil no advertir el tiempo. Las ideas que conforman el caso son como un rompecabezas que también atrae al lector a resolverlo. Diría que la narración y expectación funcionan bien el 80% del tiempo, y que solo en el nudo empieza a cojear y desbaratarse.

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