ORDESA de Manuel Vilas

«Ojalá pudiera medirse el dolor humano con números claros y no con palabras inciertas. Ojalá hubiera una forma de saber cuánto hemos sufrido, y que el dolor tuviera materia de medición. Todo hombre acaba un día u otro enfrentándose a la ingravidez de su paso por el mundo. Hay seres humanos que pueden soportarlo, yo nunca lo soportaré.»

Las palabras que con valor reúne Manuel Vilas tienen la perenne sombra de la soledad entretejida en una narración franca que destila pensamientos y suspiros con ecos de melancolía. Imaginaba muchas cosas con respecto a Ordesa, pero nada me pudo haber preparado para encontrarme con una obra de esas dimensiones y características. En los momentos que pensamos que la literatura está en decadencia, debemos tan solo ojear algunas páginas de Vilas para darnos cuenta de que aún existen bastiones donde las letras fluyen y penetran, aun así sea con amargura. 

Ordesa se ha convertido en la obra cumbre de Manuel Vilas. Siendo traducido a más de dieciséis idiomas y vendido más de cien mil ejemplares. Ninguna obra anterior, ni siquiera la brillante España de 2008, ha logrado lo que Ordesa. En noviembre de 2019 fue ganadora del Premio Femina Éstranger en Francia, lo cual lo tiene sumamente merecido, pero a la vez me parece insuficiente que otros países, y principalmente España no haya tenido un reconocimiento por Ordesa que es una fuerte candidata para convertirse en un clásico de la literatura hispana de inicios del Siglo XXI.

«El pasado es la vida ya entregada al santo oficio de la oscuridad. El pasado nunca se marcha, siempre puede retornar. Vuelve, siempre vuelve. Contiene alegría el pasado. Es un huracán el pasado. Lo es todo en la vida de la gente. El pasado es amor también. Vivir obsesionado con el pasado no te deja disfrutar del presente, pero disfrutar del presente sin que el peso del pasado acuda con su desolación a ese presente no es un gozo sino una alienación. No hay alienación en el pasado.»

Ordesa es abrumadora. He estado procrastinando por meses escribir una reseña sobre una obra que cala hondo. No encontraba el modo ni las palabras para expresarme de la manera que Ordesa merece. Si eres muy joven puede que no encuentres más que las palabras de un hombre viejo, triste y solitario. Si has vivido algo, si has visto al mundo, esas palabras de repente no son tan distantes a tu perspectiva, a tu filosofía, a tu visión de las cosas. Y si has tenido la pérdida de tus padres, te removerá recuerdos. ¡Te sacudirá! Es inevitable.

«Entre los muertos vive la verdad.»

Manuel Vilas es un escritor español, un gran poeta y narrador. Se dice que su estilo es natural y realista, desapasionado en lo banal y emotivo con sutileza. Ordesa es mi primer acercamiento con este escritor. Es impresionante, una verdadera joya que nos sumerge en la hermosura que puede alcanzar la exposición de recuerdos y sentimientos, pero que también nos lleva a tierra. No somos los mismos luego de leer unas páginas de libro. Nos cambia, pero al mismo tiempo no sentimos que hayamos cambiado, tan solo envejecido. 

«Quienes mejor mueren son quienes no sabían que estaban vivos.»

Ordesa no es ficción. Es una narración de la vida y se centra en la relación de Manuel Vilas y sus progenitores, ambos ya fallecidos. Toma como eje o impulsor de la narración a su padre. Pero no tenemos algo novelado y tampoco el orden cronológico importa demasiado. Son anécdotas dispersas en el presente de Vilas. No llevan una estructura, pero se mencionan justo en el momento que la obra lo requiere. Ordesa es una acción riesgosa en la literatura porque Vilas nos abre la puerta a su pasado que puede ser el pasado de muchos españoles de su generación. Su familia de clase media no era diferente y tampoco tenía características que la hicieran sobresalir del resto. Cierto que había detalles, ciertas tradiciones o costumbres hogareñas, también secretos o cosas muy íntimas, pero ¿qué familia no los tiene? En las sociedades modernas y en las pasadas, la norma ha sido la disfuncionalidad. Las familias felices con un padre sabio y noble, una madre abnegada e hijos obedientes son ficciones más al estilo Disney. Por ello no es difícil vernos reflejados en Ordesa y probablemente es lo más inquietante, porque la voz de Vilas se parece mucho a la nuestra y aunque no pertenezcamos a la misma generación, no significa que no podamos compartir sentimientos similares por nuestros pasados, por nuestra infancia, por esos lugares en donde crecimos y que ahora ya no existen o se han transformado y nos parecen irreconocibles, tan irreconocibles que nos asusta.

«Todo ser humano que comienza a vivir está alegre. Es la alegría que procede de la juventud, que es el tiempo de la suprema ignorancia de la extinción.»

Ordesa es una narración que nos hace perdernos en medio de su prosa. La vida del autor se ve empequeñecida en sus reflexiones donde los temas centrales son el pasado, la soledad, la pérdida de los seres queridos, la lejanía con sus raíces, la cercanía con la muerte, el desarraigo de no encajar con el presente y la incertidumbre del porvenir. 

Ordesa es un lugar de España, de la vieja España que vive en los recuerdos del escritor. El color amarillo, elegido para la portada, y que según Vilas también es el color que llega a su mente cuando piensa en Ordesa, tiene un doble significado. El color amarillo es un color vivo, alegre, que lo llena todo; pero también es el color de la enfermedad, de lo viejo, de lo que está por partir o de lo que se ha perdido. El pasado despierta añoranza. Un recuerdo de la infancia nos puede dar un momento de alegría, pero esta es efímera, inmediatamente puede dar lugar a la melancolía porque todo es irrepetible e irreversible y jugarnos los momentos de los recuerdos significa que estamos dejando de soñar, que estamos envejeciendo, que estamos muriendo por dentro. 

«La existencia es una categoría moral. Existir nos obliga a hacer, a hacer cosas, lo que sea.»

No obstante, la vida es pasión. Vilas deja muy claro su postura. Pueda que exista una nube y que derrame su lluvia en nosotros, pero la vida es bella y debemos hacer algo, lo que sea, para aferrarnos a ella de la mejor manera. El sufrimiento no es un padecimiento exclusivo de nadie.

«El sufrimiento es una conciencia expandida que alcanza a todas las cosas que han sido y serán.»

Leer a Vilas puede ser complejo. No lo recomendaría a ninguna persona que esté pasando por un mal momento o que padezca de depresión, o que haya perdido recientemente a un ser querido o que esté enfrentando un proceso de sanación o de lucha contra una enfermedad terminal. Tampoco creo que es un libro que alguien muy joven pudiera disfrutar o siquiera comprender. Para todos los demás es un excelente libro. Una imponente obra que jamás pasaría desapercibida.

He escrito algunos extractos, principalmente frases sobresalientes de la novela a lo largo de este post. No obstante, se me acabaron los párrafos para intercalar, por lo que concluyo y cierro de esta manera:

«¿Y quién es el Estado? Es una superposición amarillenta de voluntades cansada, que ya no piensan, que pensaron hace muchas décadas, y que la pereza, que es la madre de la inteligencia, perpetúa.»

«Que te espere alguien en algún sitio es el único sentido de la vida, y el único éxito.»

«Me dañan el corazón los enigmas del pasado que ya nunca podré descifrar. Pienso que en ellos hay cosas maravillosas que permanecerán escondidas para siempre.»

«Nunca decimos toda la verdad, porque si la dijéramos romperíamos el universo, que funciona a través de lo razonable, de lo soportable.»

«Sabedlo: no existe la muerte instantánea. Por una razón muy simple: porque la vida es fuerte, siempre es fuerte y robusta la vida. la vida nunca se marcha tan tranquilamente. Siempre se muere con un dolor indecible, insuperable, inhumano, indecente.»