«Quién sabe. Has mostrado una valentía increíble, pero también tuviste una suerte increíble. No lo entiendes porque solo eres un niño, pero fíate de mi palabra. Esa cosa proviene de fuera del universo. Allí existen horrores que ningún hombre es capaz de concebir. Si bregas con eso, te arriesgas a la muerte o a la locura o a la destrucción del alma misma.»
Después es una novela publicada en marzo de 2021 que como todo lo escrito por Stephen King, es un bestseller apenas llega a las librerías, incluso existen listas de espera (preventa) para ser el primero en tener la obra. Con poco más de medio siglo escribiendo historias, hay una gran cantidad de lectores de varias generaciones que siguen a King. Indudablemente cualquier libro, independientemente de su calidad, estará en la colección de los fanáticos de King, aunque narrativamente Stephen King nunca nos queda a deber. Stephen King publica al menos una novela por año, y digo al menos, porque el 2021 cierra con dos, puesto que Billy Summers fue publicada en agosto.
Después es una novela relativamente corta, no es el acostumbrado medio millar de páginas al que nos tiene acostumbrado el autor, a por lo menos. De hecho, me da la impresión de que Después se pensó como un relato breve destinado a una de esas colecciones como Todo es eventual, Todo oscuro, sin estrellas o La sangre manda, incluso creo que en este último iba a estar, pero que King al releerlo descubrió que tenía sus propias capas y que no podía terminarlo ni en 20, ni en 30 y tampoco en 100 páginas, se tuvo que extender a más de 250 y con ello ya era una novela de extensión estándar, aunque corta para un escritor como King. La sinopsis es la siguiente:
«Jamie Conklin, el único hijo de una madre soltera, solo quiere tener una infancia normal. Sin embargo, nació con una habilidad sobrenatural que su madre le insta a mantener en secreto y que le permite ver aquello que nadie puede y enterarse de lo que el resto del mundo ignora. Cuando una inspectora del Departamento de Policía de Nueva York le obliga a evitar el último atentado de un asesino que amenaza con seguir atacando incluso desde la tumba, Jamie no tardará en descubrir que el precio que debe pagar por su poder tal vez es demasiado alto.»
La historia se narra en primera persona por un chico de 22 años, aunque nos cuenta acontecimientos que van desde que tenía seis años hasta los quince. Aquí es importante valorar la capacidad de King para sintonizar la madurez del protagonista y plasmar su voz de una forma coherente y creíble. El divagar un poco en los hechos quizá inicialmente lo tomemos como un defecto porque el narrador no está del todo seguro de lo que cree o no cree, de lo que siento de lo que no, pero rápidamente nos percatamos de la intencionalidad debido a que si omitiéramos el nombre de King, probablemente nos creeríamos sin dilación que la narración la hace una persona joven que sabe escribir bien y no un profesor de literatura entrado en su setenta, muy experimentado y con medio centenar de libros a cuestas.
La historia me recuerda a la película de El sexto sentido de M. Night Shyamalan, un niño que ve personas muertas y que luego recibe ayuda de un mentor que al principio no cree en esa habilidad. Stephen King es consciente de la referencia y la hace notar durante la narración; la diferencia estriba en que Jamie Conklin, dado que al principio nadie le dijo que esto no era normal, lo asumió como normal, al menos para él, y de esa cuenta toda la carga del horror que esta condición pudiera tener se fue disolviendo para convertirse más en una novela criminal. Obviamente Stephen King establece unas reglas, algunas arbitrarias y sin explicación como que los muertos no te hablan a menos que tú le hables primero, que cualquier cosa que le preguntes a los muertos te responderán con la verdad, que los muertos a los días van desapareciendo. La diferencia más importante entre la película de M. Night Shymalan y Después es que en esta última los muertos si están conscientes de que han fallecido y que, emocionalmente, parecen castrados, es decir, no parecen felices ni tristes, tampoco asustados o agresivos, simplemente están muertos, lo saben y lo aceptan sin más remedio o consuelo. Hay un par de escenas donde los muertos, sus fantasmas o almas para ser más precisos, pueden dejar una huella en los vivos como un viento que mueve unos cabellos o una sensación fría, pero de forma general se quedan muy cerca de sus cuerpos, en el lugar donde murieron o donde pasaban la mayor parte de su tiempo cuando estaban vivos. Parecen más como un eco de la existencia. Donde Stephen King encuentra un terreno fértil para una idea todavía no gastada, porque realmente es la primera vez que leo algo así, es en la posesión de los muertos, al menos del alma, por un demonio o espíritu maligno. La entidad que posee el alma de Kenneth Therriault, lo hace como si esta fuera una especie de vestidura o cascarón. Lo especial de Kenneth Therriault consiste en que es un criminal en serie que coloca bombas y por lo tanto está perturbado al mismo tiempo que carga con la muerte de inocentes. Esta entidad nunca se nos especifica que es, pero King recurre al cosmicismo como alternativa al cliché de la religión, aunque no por ello el protagonista deja de utilizar algunas herramientas místicas de medio oriente.
Stephen King nos sitúa en un Estados Unidos con una economía deprimida producto de la burbuja hipotecaria de 2008. Esto lleva a la madre del protagonista, Tía Conklin, a enfrentar graves problemas financieros y superar obstáculos infranqueables para no ir a la calle, aunado a que es madre soltera de un chico que ve a los muertos, lo cual, ante la falta de dinero, es la menor de sus preocupaciones si es que acaso eso le preocupa. Además de lo sobrenatural, Stephen King aborda temas como las drogas, la corrupción, el abuso, las mafias, el feminismo, las relaciones homosexuales y el incesto. Aunque parezca un libro progresista, los temas peliagudos no son profundizados y quedan como un esquema de fondo que muestra un reflejo de la sociedad moderna.
Después es una novela desenfadada. King no busca ser citado por este libro ni mucho menos. Pareciera incluso un ejercicio para no perder el ritmo. Pero debo mencionar, sin que esto suene a “spoiler, algunas curiosidades que vale la mena rescatar. Regis Thomas es un personaje secundario, un muerto para ser exacto que en vida fue un famoso escritor que dejó una saga literaria inconclusa, una saga de novelas de misterio con contenido erótico como valor agregado, con miles de seguidores en el mundo que tienen muchas preguntas y esperaban que estas fueran respondidas en la entrega final, de la cual solo estaba escrito el primer capítulo. Regis Thomas parece ser un guiño a esos escritores que están ya entrados en años y están escribiendo sagas y son tan celosos de sus historias que nadie más que ellos (y en su cabeza) saben cómo terminará todo. Es como si Stephen King les estuviera diciendo que, por consideración a sus lectores, dejen notas para que un escritor más joven, en caso de su muerte, pueda terminar el libro, porque al final esas grandes obras pertenecen a todos y no solo a quien las crea. Por allí también se menciona a un abogado, Monty Grisham, que coincidentemente tiene el apellido de un famoso escritor especializado en thrillers legales, él no escribe sagas, pero sus libros siempre encabezan las lista de los bestsellers junto a los de King. Y de forma directa se mencionan obras clásicas como Drácula de Bram Stoker o cuentos clásicos europeos sin descafeinar, es decir, tan duros y brutales como fueron concebidos y no como los adaptó el cine moderno para los niños del siglo XX y XXI.
Debo destacar la portada en la edición en español publicada por Plaza & Janés, un diseño muy surrealista que dice muy poco del contenido de la novela; pero que, si lo comparamos con la edición en inglés de Hard Case Crime, es una obra maestra literalmente. La edición de Hard Case Crime se parece a un poster de cine explotation, como una película tipo B de Robert Rodriguez. Es horrible y dice todavía menos acerca de su contenido. Las portadas normalmente son asunto de las editoriales, la mayoría de las veces el escritor no conoce o no tiene decisión sobre estas, principalmente en las traducciones. De cualquier manera, considero un acierto de Plaza & Janés, me recordó mucho a la portada de El bazar de los malos sueños.
Para finalizar, cierro con unas líneas que vale la pena traer de vuelta.
«Las creencias son un gran obstáculo que superar y diría que para la gente inteligente se vuelve incluso gigantesco.»
«Siempre existe un después. Al menos hasta que morimos. A partir de entonces todo será antes.»
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