viernes, 29 de octubre de 2021

OJOS DE FUEGO de Stephen King


«El ciego bajó del bordillo, se abalanzó hacia adelante y se estrelló de cabeza contra el marco de la portezuela del Pinto rojo que probablemente pertenecía a las dos chicas. Lanzó un alarido. Le manaba sangre por la sien.»

En 1980, un joven Stephen King de 33 años publica una novela llamada Ojos de fuego. Por aquella época ya era conocido el nombre de King en las librerías como un autor de obras de terror. Carrie, El resplandor, La danza de la muerte y La zona muerta le precedían. Quién podría imaginar que más de cuarenta años después Stephen King se convertiría en uno de los escritores norteamericanos y del mundo más importante, trascendiendo el contexto de la literatura para ser un referente de la cultura popular. Ha estado puntual año tras año con nuevas publicaciones y francamente no es que sea el escritor más ubérrimo, pero vaya que tiene talento narrativo y leer todo lo que ha escrito ya es todo un reto. Cada obra representa en esencia un reflejo de su época y siempre es un gusto leerlo.

Ojos de Fuego, como un buen número de novelas y cuentos de Stephen King, cuenta con su propia adaptación. Firestarter, título original, llegó a los cines en 1984; sin embargo, pasó sin pena ni gloria, no tuvo el éxito deseado. Apenas recuperó su presupuesto y lo único a destacar es el papel de Drew Barrimore como Charlie, la niña protagonista, y que Stephen King aparece como coguionista. Particularmente no he visto la película, lo cual considero que es una ventaja, porque pude apreciar la novela como un relato nuevo. He aquí la sinopsis:

«Charlie es una niña rubia, de ojos azules, educada y cariñosa. Pero también es piroquinética. Sí, puede encender fuego a distancia, desde inofensivas fogatas hasta hogueras voraces. Y si posee estas capacidades a los siete años, horroriza pensar en sus poderes destructores cuando sea adulta. Aunque, la verdad, tiene pocas probabilidades de llegar a la edad adulta. Porque el servicio secreto norteamericano encargado de realizar investigaciones científicas y paracientíficas para su aplicación militar ha decidido estudiar a Charlie y luego eliminarla.»

Ojos de fuego si lo abordamos desde la perspectiva de la idea o propuesta, no parece muy original. En Carrie era la telequinesis, en El resplandor es la telepatía, en La zona muerta es la clarividencia y en Ojos de fuego es la piroquinética. Da la impresión que Stephen King seguía un patrón, quizá hasta se sentía cómodo repitiendo la fórmula del éxito inicial; pero fuera de ello, desprendiendo a las historias de lo sobrenatural y observando más de cerca nos encontramos con relatos dramáticos: Carrie es la historia de una adolescente ingenua víctima del maltrato y abuso de su madre y acoso escolar, su explosión final es como si hubiera encontrado un arma; muy parecido a lo que Stephen King retrató bajo el pseudónimo de Richar Bachman con la novela Rabia; en El resplandor nos relata la historia de un escritor frustrado enclaustrado con su familia en un viejo hotel en el que poco a poco va perdiendo la cordura a raíz de un encierro autoimpuesto y del cual no es capaz de librarse, realmente el don de su hijo no es más que un McGuffin; La zona muerta es la historia de un hombre que despierta después de un coma y cree tener la obligación de librar a la humanidad de un posible presidente que desde su perspectiva (clarividencia) provocará la tercera guerra mundial; esto nos lleva a Ojos de fuego donde nos encontramos con la historia de un padre y su hija que huyen de una agencia secreta del gobierno, es un thriller con elementos orwellianos y kafkianos donde los supuestos dones no son natos ni mágicos, sino productos de experimentos.

El LCD fue una droga que creo la CIA mientras buscaba un suero de la verdad y teniendo en cuenta todos los abusos de las agencias secretas no solo del gobierno de los Estados Unidos, sino las del todo el mundo, no era muy descabellado el que King realizara un planteamiento narrativo de experimentos en humanos, pues por décadas se han desclasificado documentos donde se muestran estas prácticas que retuercen la ética y en no pocos casos llevan a los lindes de la tortura. También es muy importante considerar que en el momento en que esta historia fue concebida Estados Unidos se encontraba en ese período histórico conocido como Guerra Fría y los secretos y el espionaje eran el común denominador.

Ojos de fuego se desarrolla a través de la voz de un narrador omnisciente, su estructura es lineal con ligeros saltos o elipsis que lo hacen abarcar períodos de tiempos bastante amplios y centrarse en momentos o hitos específicos en los cuales sucede algo que hace avanzar la trama. Si la comparamos con las obras anteriores de King, al menos hasta ese momento, esta sería la propuesta más endeble, aunque no por ello signifique que es mala (de hecho, se encuentra en un nivel superior al de la mayoría de los thrillers de la época). De inicio parece concebida para ser adaptada al cine sin demasiada dificultad, es decir, no hace uso de herramientas o elementos narrativos experimentales que funcionan bien en la literatura, pero que en la pantalla no; por ejemplo, Carrie está formado esencialmente por notas periodísticas, entrevistas y algunos conectores que dan forma a una historia, ciertamente se filmó la película, aunque eso significó perder la experiencia literaria enmarcada por King en su opera prima. Ojos de fuego brilla en su fluidez y desarrollo, tiene un ritmo que atrapa al lector y nos hace empatizar fácilmente con los protagonistas. Stephen King demuestra que es un buen novelista y que domina el arte narrativo. Los diálogos, que abundan y mucho, en la mayoría de los casos son bastante coherentes y no nos encontramos con situaciones o momentos que desentonan. 

Francamente mi expectativa con Ojos de fuego no era demasiada. No aparece entre las obras del canon y difícilmente algún lector de King la pondría entre las primeras diez novelas destacadas del autor; no obstante, no puedo negar que es bastante entretenida, un thriller en toda regla que funciona dentro de su propio contexto. Tiene sus virtudes y aunque su conclusión es abierta e incluso traída de pelos, se perdona por las cuotas de emoción y por las decisiones creativas dentro de la propia historia para mantener su coherencia.

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