«Durante cincuenta mil años, justo hasta la revolución industrial, la civilización humana tenía un objetivo y solo uno: comida. Todas las culturas que existieron dedicaron la mayor parte de su tiempo, energía, mano de obra y recursos a la comida. A cazar, recolectar, cultivar, a la ganadería, el almacenamiento, la distribución… todo era cuestión de comida. Incluso el imperio romano. Todo el mundo conoce los emperadores, los ejércitos y las conquistas. Pero lo que realmente inventaron los romanos fue un sistema muy eficaz de adquirir tierra cultivable y de transportar comida y agua.»
Andy Weir es un ingeniero informático estadounidense que obtuvo notoriedad tras la publicación de su primera novela, El marciano. Al inicio tuvo difícil el camino en las editoriales, que rechazaron su novela una y otra vez, por lo que en 2011 decidió autopublicarse en Amazon. Cualquiera podía descargar su novela por apenas un dólar. Cuando su novela llegó a la lista de los más vendidos, fue cuando le vinieron las ofertas de las editoriales y con la compra de los derechos cinematográficos y la relevancia crítica que obtuvo la película, se convirtió en la nueva promesa de ciencia ficción norteamericana. Proyecto Hail Mary, publicada en 2021, es en el momento de escribir esta reseña, su novela más reciente.
La ciencia ficción bien escrita y narrada y además entretenida es una rareza. No faltan casos en los que, a pesar de todo el esfuerzo del escritor por argumentar sus teorías, lo hace sobre una historia floja y recurriendo a clichés. Pero el caso de Andy Weir es diferente. Tiene planteamientos y ópticas interesantes que enganchan desde el comienzo y cuida mucho el aspecto científico dejando las acciones dentro de las probabilidades, en el entendido de que si es probable es posible y si es posible se puede hacer, aunque lo más disfrutable es el sentido del humor inteligente que, sin buscarlo, nos lleva a momentos, diálogos o pensamientos que reflejan la apología más nerd de la cultura pop occidental. Esto y más es lo que precisamente nos entrega con Proyecto Hail Mary. He aquí la sinopsis:
«Ryland Grace es el único superviviente en una misión desesperada. Es la última oportunidad y, si fracasa, la humanidad y la Tierra misma perecerán. Claro que, de momento, él no lo sabe. Ni siquiera puede recordar su propio nombre, y mucho menos la naturaleza de su misión o cómo llevarla a cabo. Lo único que sabe es que ha estado en coma inducido durante mucho, mucho tiempo. Acaba de despertar y se encuentra a millones de kilómetros de su hogar, sin más compañía que la de dos cadáveres. Muertos sus compañeros de tripulación, y a medida que va recuperando confusamente los recuerdos, Grace se da cuenta de que se enfrenta a una misión imposible. Recorriendo el espacio en una pequeña nave, depende de él acabar con una amenaza de extinción para nuestra especie. Sin apenas tiempo y con el ser humano más cercano a años luz de distancia, habrá de conseguirlo estando completamente solo.»
Ryland Grace es un científico que se dedica más a la pedagogía en escuelas secundarias que a la investigación, más por el gusto de enseñar que por la curiosidad de descubrir. Es un hombre que todavía no llega a la mediana edad y que, estirando la palabra, algunos todavía lo podrían colocar en el saco de los jóvenes. Tiene buena salud y mentalmente es estable, aunque en sus relaciones personales no sea del todo perfecto y parezca no importarle que si muere nadie lo extrañará realmente. Ser solitario e independiente es su común denominador. No es precisamente el típico nerd que quiere pasar desapercibido por fobia a la interacción social, Grace es el hombre que es casi invisible sin proponérselo y de proponérselo ser invisible sería su primera opción. Tiene muchas cualidades: sí, pero lo sobrepasan sus temores porque pone el ojo siempre en sus defectos. Ryland Grace es el protagonista, un humano cualquiera. Es el héroe que salvará a la humanidad de su extinción, o al menos la retrasará.
Proyecto Hail Mary es una típica novela de ciencia ficción por antonomasia y nos lleva por una aventura espacial con un propósito mayor que descubrir nuevos horizontes. En el proceso nos describe, argumenta, refuta y defiende varias hipótesis y teorías: la zona de habitabilidad, la panspermia, la base de agua en la formación de la vida, el efecto mariposa, por mencionar algunas; además que se apoya con leyes de la física y la química, conocimiento de la biología humana e incluso algo de psicología. Dado que es una aventura espacial, también nos adentramos en la astronomía. Proyecto Hail Mary parece un burrito que envuelve muchos ingredientes, y vaya que lo es, pero la receta es buena y el resultado muy satisfactorio. Andy Weir nunca nos satura de información, esta se va dispersando en la medida que la historia lo requiere y en las cantidades suficientes para entender la acción de los personajes. Donde Weir no bordea lo suficientemente bien es en los temas políticos y económicos, su apreciación demasiado optimista no se corresponde con la realidad de las naciones que ni siquiera se han puesto de acuerdo ni cumplido los compromisos en el enfrentamiento del cambio climático. Pero habrá que dar un salto de fe y pensar que el mundo limó asperezas y diferencias para actuar como una sola nación y de esta manera crear una nave espacial y traer de vuelta la solución que tanto necesitan no solo para que la humanidad siga existiendo, sino para que toda la vida en la tierra continúe. En algo no se equivocó Andy Weir, que llevando a cierto umbral de carencia de recursos, hasta el país más desarrollado se convertirá en bárbaro y no le importará arrebatar por la fuerza lo que no tiene al más débil. Por lo que, si la amenaza externa no acaba con la humanidad en el mediano plazo, en el corto esta hará un poco honorable harakiri.
Me parece que si doy demasiada información probablemente estaré estropeando los giros y las sorpresas del libro, pero me limitaré a describir un poco la amenaza. Cuando la humanidad finalmente descubre vida extraterrestre, aunque esta sea unicelular y no las criaturas antropomorfas de las películas, las noticias no son buenas. La interacción de estas formas de vida con la estrella de turno es lesiva para esta, llevándola a un agotamiento de su masa. Lo que consume esta forma de vida es a la estrella misma. Nuestro sol corre peligro, porque se está enfriando. El proceso llevará décadas, toda una generación o más, pero finalmente nos sumergiremos de apoco en un período glacial irreversible que solo puede empeorar hasta convertirnos en una roca inerte y fría como Marte o Plutón. La solución está en otra estrella, en otro sistema, de donde estos microorganismos se cree que provienen. Esa estrella no ha perdido masa y parece tener una relación simbiótica con los «astrófagos», las respuestas al por qué y el cómo podrían ser la solución.
Andy Weir con El marciano ya mostraba un sutil talento literario en el uso de recursos narrativos, mostrando el presente en distintos escenarios e interpolándolos inteligentemente para que la trama no perdiera el ritmo. En el Proyecto Hail Mary vuelve a utilizar un recurso similar, con una narración en tercera persona seguimos en el presente a nuestro protagonista con amnesia que en sus intentos de recuperar recuerdos nos lleva con analepsis a momentos clave que van explicado lo que le pasa a cada momento. El protagonista y un inesperado amigo son, como personajes, los mejor abordados. Son muy creíbles y me atrevería a decir que Ryland Grace tiene mucho de Andy Weir, así como lo fue Mark Watney (El marciano). Ahora bien, los secundarios son pocos en realidad y lo que sabemos de ellos es a través de escenas o recuerdos del protagonista, lo que los puede desdibujar intencionalmente rozándolos a un estereotipo, uno de estos secundarios me recuerda mucho a Miranda Priestly (El diablo viste de Prada de Lauren Weisberger).
Esta novela de ciencia ficción también tiene un mensaje subyacente y es el efecto mismo que detona la historia. El cambio climático es serio y no se trata de una inundación por allí y una sequía por acá, sino de un evento que pone en riesgo un sistema biológico equilibrado tras el transcurso de cientos de miles de años, sino es que de millones. Como especie nos concentramos en el consumo voraz de los recursos por perseguir no la subsistencia, sino la supremacía de ciertas facciones o pueblos sobre otros. Es una explotación no sustentable de la que a pesar de que seamos conscientes, es una maquinaria que no es posible detener sin crear un cataclismo de otro tipo. Nos dirigimos a un umbral, un punto de no retorno y las consecuencias, como suele pasar, las endosaremos a la siguiente generación y esta probablemente haga lo suyo con la que venga, pero en algún momento, más pronto que tarde, no habrá generación que reciba la estafeta y ese sería el fin de la era del hombre, el fin de ese breve Antropoceno.
Proyecto Hail Mary, una excelente novela de ciencia ficción que francamente espero tenga el mismo eco que la opera prima de Weir.
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