jueves, 16 de diciembre de 2021

LOS ABISMOS de Pilar Quintana

«Salí a la terraza. El viento frío me levantó el pelo y se me erizó la piel. Quise derrumbarme y soltarme a llorar. No buscarla más. Que se tirara al precipicio y no volviera. Quedarme sola con mi papá, ahogada con él en el mar de su silencio. Pero seguí dando la vuelta y, cuando estuve segura de que mi mamá no estaba en la terraza, entré a la casa.»

Pilar Quintana es una escritora colombiana originaria del distrito de Cali quien en 2007, con apenas una obra publicada, había sido elegida como uno de los 39 escritores menores de 39 años más destacados en América Latina. Ya en 2010 con su novela Coleccionistas de polvos raros recibió el premio La Mar de Letras, y en 2018 volvería al podio de los reconocimientos con su obra La perra que fuera galardonada con el Premio Biblioteca Narrativa Colombiana. Con Los abismos, Pilar Quintana vuelve a sorprender en 2021 y nada menos que con el XXIV Premio Alfaguara.

El Premio Alfaguara tiene la característica de que las novelas que participan son inéditas y se hacen desde el anonimato. Son cientos de plicas por las que el jurado debe navegar para escoger a la mejor de todas y en 2021 resultó que esa novela destacada era Los abismos de Pilar Quintana. El jurado de esa ocasión brilló, estuvo presidido por Héctor Abad Faciolince, reconocido escritor colombiano autor de El olvido que seremos, y con él estuvieron la poetisa Ana Merino, ganadora del Premio Adonáis de Poesía en 1994; la académica y escritora Irene Vallejo, ganadora de múltiples reconocimientos, incluyendo el Premio Ojo Crítico por su investigación histórica El infinito en un junco; la profesional y emprendedora Cristina Fuentes La Roche, directora de Hay Festival y promotora de eventos y proyectos culturales en Hispanoamérica; el periodista de la Vanguardia, Xavi Ayén; el lector y librero  Xavier Vidal; y representando a la editorial Alfaguara, Pilar Reyes, quien siempre ha aparecido con voz, pero sin voto.

Después de la monumental, visceral, violenta, sangrienta y extrañamente romántica Salvar el fuego de Guillermo Arriaga en 2020, volvemos a otro tipo de novelas mucho más pausadas, sutiles, no tan extensas, aunque no por ello de menor calidad literaria. Los abismos es una novela que comencé sin siquiera leer la sinopsis, me lancé a ciegas al abismo de Pilar Quinteros y recomiendo hacerlo de esa manera. Toda sinopsis es un spoiler que no vale la pena.

Los abismos es la narración en primera persona de una niña entre ocho y nueve años. Pero los hechos que cuenta son los que han sucedido y no los que está viviendo, por lo nunca me dejó claro si era una mujer adulta recordando una faceta de su infancia, o era una infanta contando algo que apenas sucedió; sin embargo, me decanto por la segunda opción porque existe un hilo de ingenuidad e inocencia que hilvana la trama. Por momentos me recordó a la obra de Emma Donoghue, La habitación, puesto que también era la narración desde la perspectiva de un niño, aunque mucho menor que Claudia, la protagonista de Los abismos. Obviamente la historia de La habitación se encuentra en otro orden de cosas, escuece al lector de una forma diferente. Lo que me hace dudar sobre el momento de la narración son las descripciones y ciertos detalles, donde se marca una distancia sino de tiempo, al menos emocional.

Los abismos es la transición y descubrimiento de una niña del mundo de los adultos, del matrimonio de sus padres, de las historias de los familiares, de lo que le ha pasado o han hecho viejos amigos de la familia. El tema central es el distanciamiento, de cómo los conflictos matrimoniales hacen mella en el espíritu de los hijos, donde ellos, a pesar de la edad, no son ajenos al amor, desamor, rencor, traición, alejamiento, discusiones y adicciones de sus padres.

La obra no profundiza en las motivaciones de los personajes, aunque no lo necesita, pues el retrato de un matrimonio feliz que viene a menos y donde, junto con la protagonista, el lector también se convierte en testigo de los sucesos. Los observa y los entiende, pero no hay nada que hacer más que contemplar ese camino devastador a orilla de los abismos.

Los padres de Claudia son una familia de clase media, su madre, también llamada Claudia, es joven y hermosa, no llega a los 30 años, no trabaja y su pasatiempo favorito es leer revistas; su padre, Jorge, por otra parte, es adicto al trabajo, es copropietario de un modesto supermercado heredado, tiene casi 50 años y una calva. Junto a su padre está su socia, su hermana mayor, que de haber sido la eterna soltera se enamora y decide traerse a vivir con ella a un joven de veintitantos menor, que tiene un trabajo por demás sencillo y que su única aparente ambición es estar en buena forma. No hace falta describir más para saber que pasará en la novela.

Pero la historia de Los abismos no es una telenovela ni de cerca está a parecerse a un triángulo amoroso. Es de como una niña debe soportar a sus padres que, a pesar de todo, han decidido seguir juntos, pero que lo sucedido ha destruido irremediablemente el puente que los conectaba, ahora no queda más que un profundo abismo, frío y desolador. Claudia debe lidiar con la depresión de sus padres, la que cada uno hace a su manera, pero es la de la madre la que más le afecta porque con ella pasa la mayor parte del tiempo y ve en ella algo que está muriendo y las historias de suicidios que su madre le cuenta no solamente no la ayudan, sino la dejan intranquila y en vilo todo el tiempo, terminan por atormentarla hasta que toma una decisión que nadie vio venir, porque para una niña la tristeza no debe ser su mundo.

Los abismos es una novela diferente, es tanto una exploración de nuestra infancia, de momentos que nos pudieron marcar y que por siempre vivirán como demonios o fantasmas, o bien, una invitación a la reflexión pues no solo existe la consecuencia, sino el daño colateral y muchas veces este es invisible.

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