«A la conciencia de gran alcance le he dado el nombre de conciencia autobiográfica o extendida, dado que se manifiesta de una manera más vigorosa cuando una parte sustancial de la propia vida entre en juego, y el proceso lo dominan tanto el pasado vivido como el futuro anticipado. Trata y se ocupa de la personalidad y de la identidad, y está presidida por un sí mismo autobiográfico.»
António Damásio es un reconocido y destacado neurólogo portugués. Su trabajo e investigación en la neurociencia ha contado con el acompañamiento de su esposa, Hanna Damásio, con quien compartió en 2005 el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica. Actualmente es uno de los neurocientíficos más importantes y respetados del mundo y es miembro de la Academia Estadounidense de las Artes y las Ciencias y también de la Academia Europea de las Artes y la Ciencia. El error de Descartes, publicado en 1994, es su obra más célebre e importante y precursora de la tesis que establece en Y el cerebro creó al hombre.
El cerebro creó al hombre, publicado en 2010, es un ensayo científico de carácter divulgativo donde Antonio Damásio busca dar respuesta al origen de la consciencia humana. Ciertamente examinar el cerebro, observar las neuronas e incluso contemplar la interacción sináptica es una puerta que ya está abierta y en donde los neurocientíficos realizan nuevos descubrimientos cada cierto tiempo. Pero la mente no es lo mismo que el cerebro y es en esta donde se sostiene que reside la consciencia. Como seres humanos tenemos el lenguaje, la moral, la creatividad, los sentimientos, las emociones, somos individuos que nos destacamos de toda la vida conocida porque somos conscientes de nuestra propia existencia. Explicar esto desde la lente de la ciencia siempre ha sido un reto, porque evolutivamente todavía se trabaja con muchos supuestos y lo que Antonio Damásio sostiene no está tan alejado de esta afirmación. Pese a la elegante construcción y argumentación del autor, linda con varias hipótesis, aunque evidentemente las teorías son más y estas nunca cesan. Una década después Damásio publicó Sentir y saber: el camino de la consciencia, que continúa el tema de esta obra y probablemente en el futuro, ya sea por la autoría de Damásio u otros neurocientíficos, nos encontraremos con más información que sirva de base o de pie a la respuesta de qué es la consciencia o más exactamente, dónde, cuándo, cómo, porqué y qué la origina.
Actualmente ya existe la tecnología suficiente para emular un cerebro humano. Antes hablábamos de supercomputadoras, pero estas ya son casi todo lo potente que pueden ser. La velocidad y capacidad en la que resuelven modelos matemáticos y otras tareas supera con creces a las de cualquier humano. Todos nos sorprendimos cuando Gary Kasparov perdió ante una computadora en 1997, ahora creo que ya todos dan por sentado que es imposible ganarle en el ajedrez a una máquina, salvo que la programemos en modo principiante y nosotros ya estemos en un nivel experto. En cualquier caso, hoy en día no es el hardware, sino el software lo que crea abismos de diferencia. En una analogía práctica, nuestro cerebro es el hardware y la mente es el software, pero ¿qué es exactamente la consciencia?
Interactuamos con inteligencias artificiales todo el tiempo. Los buscadores como Google, todas las redes sociales y los servicios de streaming funcionan con algoritmos muy específicos y potentes que son capaces de predecir con una exactitud perturbadora nuestros gustos y hasta nuestras próximas decisiones. Un código de programación es capaz de conocernos mejor que nosotros mismos. Y ahora hasta pueden escribir música, hacer una pintura y no tardará el día que hasta puedan realizar un análisis o una reseña literaria. La tecnología, los sistemas, la robótica, la inteligencia artificial, todo se desarrolla progresivamente y habrá que preguntarnos si llegará ese momento en que una máquina, un robot, una inteligencia, lo que sea, será consciente de sí misma, de su propia existencia y qué hará después, o bien, en el otro extremo, que significaría si ese día jamás llegara porque la consciencia no puede ser replicada. Este párrafo poco tiene que ver con la obra de Damásio, pero de cierta manera fue un detonante para leerlo, porque entender la consciencia suscita demasiadas dudas.
El título de este libro, Y el cerebro creó al hombre, condensa su tesis en seis palabras. Damásio explica como la evolución permitió que nuestros cerebros se desarrollaran y como de este, en sus propias capas, se desprendieron las emociones, los sentimientos, la memoria, la mente y finalmente el yo. Divide el libro en tres grandes secciones, la primera es Despertar, que actúa como un marco teórico y trabaja en un plano sumamente científico, aunque no por ello menos didáctico, aquí se habla más sobre la vida, la evolución, la biología en general. En la segunda parte ya entramos al nivel en el que Damásio es experto: El cerebro, y donde explica la mente, las sensaciones, los sentimientos, la memoria, es una de las partes del libro más interesantes, porque también se abordan perspectivas interpretativas desde la psicología. La tercera parte es la titulada Ser consciente y es aquí donde se explica la conciencia, la mente consciente, tipos de consciencia, el inconsciente, el consciente autobiográfico, que en su conjunto representa la sección medular del libro, la razón por la cual se compra, por la que se lee. En las primeras dos partes existen una gran cantidad de notas y referencia bibliográficas, pero en la tercera estas se reducen significativamente.
Francamente los argumentos de Damásio respecto a la consciencia son en su mayor parte convincentes, aunque no puedo negar que hay grietas que incomodan. Esto mismo le sucedió a Charles Darwin con la teoría de la evolución que formuló en su libro El origen de las especies. Sus argumentos eran bastante válidos, pero carecía de suficiente evidencia para demostrar lo que decía. Hoy la evolución ya no es una hipótesis, sino una teoría y salvo que existan fundamentalismos religiosos o sectarios, es validada y aceptada. La teoría de la evolución todavía tiene grietas que no dejan de ser ruidosas y probablemente lo mismo suceda perpetuamente con el cerebro, con la mente, con la consciencia.
En la película Blade Runner, antes de morir el replicante Roy Batty y le dice a Deckard: «Yo he visto cosas que vosotros no creeríais […] todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia». Esa sensación es la que queda después de leer este libro de Damásio. Todos nosotros hemos dicho, sentido y vivido cosas únicas y el último bastión de trascendencia que quedaba en un mundo materialista era la consciencia, pero si esta tal y como sostiene Damásio no es más que un reflejo evolutivo de la mente y esta al mismo tiempo es un producto del cerebro mismo, entonces con la muerte de las neuronas nada queda. El Alzheimer, por cruel que nos parezca, nos enseña esa lección todavía más cruel. Podemos estar vivos, podemos tener un cuerpo, podemos tener incluso una mente, pero podemos perder la consciencia y con ella el yo, el protagonista único, todo lo que en realidad somos, deja de ser y es irreversible.
El mundo todavía tiene muchos misterios, la vida es uno de ellos. Somos seres compuestos por materia, en su mayoría estamos formados por átomos de carbono. ¿Cómo es que estos átomos desarrollaron químicamente una programación molecular para crear un organismo unicelular? Es un misterio. ¿Cómo es que organismos unicelulares lograron cooperar para crear formas de vida más compleja? Otro misterio mayor. ¿Y si la consciencia humana no puede ser replicada? Probablemente no vivamos lo suficiente para saberlo.
La mente, como la programación del cerebro que es, corre por las neuronas como sinapsis. Es electricidad produciéndose todo el tiempo. La consciencia por extensión es inmaterial, pero no puede definirse en los mismos términos que la mente, es algo más que electricidad. Francamente el cerebro pudo haber creado la idea del hombre, pero también pueda que haya todavía mucho por descubrir respecto a la consciencia.
Para cerrar, algunas líneas que vale la pena volver a leer:
«Si bien la función primordial del cerebro humano es indiscutiblemente la gestión de la vida, apenas es su rasgo más distintivo.»
«El estrés que se prologa en el tiempo, destruye la vida, tanto mental como física.»
«La conciencia es un estado mental en el que se tiene conocimiento de la propia existencia y de la existencia del entorno.»
«La tríada rectora está formada por el estado de vigilia, la mente y el sí mismo.»
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