lunes, 28 de noviembre de 2022

EL ANDAR DEL LOBO de Carlos Mateo Balmelli

«La búsqueda de un consuelo nos pone al margen de la existencia vital. No dedicaré el resto de mis días a obtener un consuelo. Para mí ha sido un deseo atractivo adquirir una visión de la vida. En la vida hay bajadas y subidas, pero ante todo he tomado mi vida como una nada, como un sueño, como un balanceo.»

Carlos Mateo Balmelli es un escritor, funcionario y abogado paraguayo. Incursionó en la política de su país desde los inicios de su carrera profesional. Entre 2003 y 2008 ejerció como Senador Nacional consiguiendo el liderazgo de la Cámara de Senadores al ser nombrado presidente de esta, posteriormente dirigió Itaipú, la segunda central hidroeléctrica más grande del mundo, compartida y situada en la frontera entre Paraguay y Brasil. Los primeros libros de Mateo Balmelli fueron ensayos, análisis y estudios de carácter político, no fue sino hasta 2013 que publicó su primera novela: La pasión de lucrecia.

El andar del lobo, publicada en 2022, es una novela experimental, extraña o en todo caso difícil de definir, puesto que la mayor parte de esta parece un ensayo filosófico-político del nazismo desde la perspectiva nazi. Francisco Pérez de Antón, autor de Los hijos del incienso y de la pólvora y miembro de la Academia Guatemalteca de la lengua, esboza la sinopsis de este libro de la siguiente manera:

«El andar del lobo es la dramática biografía de Wolfgang, un nazi sin apellido, y de su viaje vital al corazón de las tinieblas. Desde su adolescencia en la Alemania hitleriana hasta su refugio y muerte en Asunción del Paraguay, Wolfgang hallará la justificación de su vida y de sus crímenes en el viejo aforismo latino, según el cual el hombre es un lobo para el hombre. El genocidio nazi, asegura, no fue tan diferente a otras matanzas parecidas de la Segunda Guerra Mundial. La razón histórica absuelve al viejo lobo de todo juicio moral hasta el día en que, ya en el otoño de su vida, sucumbe a los dictados del amor, una emoción a su juicio incapaz de servir a una causa superior como la suya.»

Si este libro fuera escrito por un autor alemán, austriaco, polaco, sueco, noruego, italiano y algún otro país que haya tenido muchos adeptos nazis, probablemente nunca hubiera pasado la edición. Me atrevo a decir que sería muy difícil que este libro fuera traducido al alemán y pudiera estar disponible libremente en tierras teutónicas. En Alemania desde que finalizó la Segunda Guerra Mundial mencionar cualquier cosa de los nazis tiende a ser un tabú que hasta se castiga con infracción o cárcel. No fue sino hasta el siglo XXI que se permitió nuevamente la reproducción de Mi Lucha de Hitler, aunque comentada y anotada para refutar cada estrofa, consigna o afirmación del Führer. Y eso que Mi lucha es el libro más vendido de un autor de habla alemana en la historia del país, aunque a favor hay que agregar que eran otros tiempos y con seguridad muchas de las copias vendidas eran más con fines propagandísticos del nazismo y de adoctrinamiento que una reiteración del valor intrínseco del documento como un eslabón de la historia, de la identidad y del destino. La mayor parte de El andar del lobo es una apología al nazismo que defiende y sostiene con argumentos filosóficos, históricos, políticos, morales y hasta biológicos y evolutivos, la ideología nazi. Antes de continuar debo aclarar que Carlos Mateo Balmelli no es un nazi ni descendiente de nazis, es más, pertenece a un partido de corte liberal progresista, es decir, social demócrata.

Camilo José Cela en 1942 publicó La familia de Pascual Duarte, con lo que inició una corriente literaria llamada tremendismo. En esta novela se nos cuenta la vida de Pascual Duarte. Es una confesión extendida de éste donde, además de relatar las miserias de su vida, describe los crímenes que cometió, aunque no por el que está condenado a morir. Esta narración en primera persona no solo es extremadamente dura y realista, sino también convincente y ubicua, que no deja de generar en el lector cierto rechazo, juicio y condena por las acciones del protagonista, al mismo tiempo que no se puede dejar a un lado el ambiente tóxico que lo rodeaba, que no justificaba su violencia, pero que sí la explicaba. Algo parecido hace Carlos Mateo Balmelli con su protagonista Wolfgang, a quien cede la narración y deja que fluya sin miramientos, sin distinciones, con tremendo realismo. Y es que, a diferencia de Pascual Duarte, Wolfgang es un alemán educado, inteligente, culto y con sobrados recursos económicos, además de atlético y vigoroso; contaba con los rasgos que lo hacían el epítome del ario nazi.

Wolfgang es un protagonista que sabe todo el tiempo de lo que habla. Es un exoficial nazi de alto rango que hace un minucioso repaso de su vida desde que se unió a las Juventudes Hitlerianas, hasta su ingreso a las Schutzstaffel –SS–. Nos da un recorrido histórico desde la perspectiva del testigo y actor, puesto que nos relata todos los acontecimientos que ya conocemos en los libros de historia y documentales, y también otros hechos no tan conocidos que vale la pena explorar; no obstante, el mayor efecto lo tienen sus reflexiones del nazismo en las cuales no hay ningún asomo de arrepentimiento. Wolfgang escribe esto ya no cuando es un joven, sino un adulto de mediana edad, por lo que su pensamiento maduro es evidente, ya que en ningún momento habla desde la emoción, sino desde la racionalización. Sus reflexiones que lindan en la filosofía, política, ética y hasta la biología evolutiva y darwinismo social, son la baza de esta obra, que en no pocos casos no deja de causar rechazo por el lector consciente, pero que al mismo tiempo es imposible dejar de leer.

Mateo Balmelli se lleva las palmas al inyectar magistralmente la filosofía de Nietzsche, Schopenhauer y Kant, alemanes que sin duda marcaron la dirección de la filosofía de occidente y fueron un parteaguas que sostiene las discusiones de muchos pensadores hasta hoy. Si Mi lucha la hubiera escrito un hombre como Wolfgang luciría más parecido a este libro, y es que Hitler no era un hombre culto precisamente. De hecho, en las altas esferas sociales se le veía despectivamente. No era un noble ni descendiente de nobles y la única razón por la que lo apoyaron fue porque se subieron al tren del antisemitismo y encontraron intereses comunes. No podemos dejar de advertir que el libro de Hitler está colmado de imprecisiones producto de su emoción desbordada y ese fanatismo que rosaba lo histriónico. En la obra de Mateo Balmelli probablemente lo que hace más ruido es cuando Wolfgang intenta arrojar panegíricos a “Mi lucha, porque siendo Wolfgang un hombre culto es imposible que no vea las carencias, a menos que simplemente volteara a ver hacia otro lado cuando no era conveniente.

Si abrimos una página cualquiera del libro podrá parecer que es una oda al nazismo en el siglo XXI. No obstante, debe leerse como un documento íntegro, porque es en la suma del relato donde encontramos las reflexiones históricas entre el bien y el mal o, mejor dicho, que la guerra no precisamente la ganaron los buenos, porque no hay buenos en una guerra. Es una cuestión de perspectiva y de bando. Para los japoneses en Hiroshima y Nagasaki las bombas atómicas no parecieron ser un llamado a la diplomacia, sino a la aniquilación, lo mismo para los cientos de miles de chinos en las costas que perecieron a manos de los japoneses. Los detonantes de la Segunda Guerra Mundial no pueden ser únicamente responsabilidad de un hombre o de una nación. El libro profundiza en la psique del derrotado y no es para nada desdeñable su interpretación histórica. No cambia los hechos, crímenes son crímenes, pero sí enfatiza que los crímenes solo se juzgan en el derrotado, en los vencedores no se dicen, no se escriben, se tratan de olvidar, aunque las cicatrices no lo permitan.

Donde la novela cae a las aguas y zozobra es justo en la parte final, cuando Wolfgang encuentra el amor. Pareciera que pasamos de una novela a otra, porque toda la estructura y estilo que se había mantenido, de repente se pierde. Desconocemos a este Wolfgang y sus decisiones. Creo que hubiera sido un acierto que Wolfgang se encontrara con un judío, un comunista o un eslavo que le hiciera reconsiderar toda la carga ideológica que lleva en sus espaldas. Probablemente hubiera sido un cliché, donde el criminal empatiza finalmente con la víctima y asume la culpa y arrepentimiento, o bien, por medio de la racionalización y la asunción de una nueva consciencia por la edad despierta a una realidad que derrumba sus convicciones, pero la decisión de Mateo Balmelli es la menos convincente de todas. Construyó un personaje denso, profundo, creíble y realista para luego arrojarlo a las garras de la insatisfacción melodramática novelera. No obstante, la lectura es un viaje y no un destino. Aunque la conclusión de la obra sea un atentado en contra de esta, es su construcción y desarrollo lo que mantiene la lectura y la hace plausible. Wolfgang al igual que Pascual Duarte, son merecedores de su tragedia. Particularmente considero que el protagonista pierde su sentido y propósito en cuanto sale de Alemania. Wolfgang era un soldado, un guerrero, no podía suprimir su voluntad y tampoco sobrevivir a la derrota y todavía afirmar sus convicciones y creencias. Sus memorias desde una prisión, desde un gulag, hubieran sido el emulo perfecto de Mateo Balmelli. Repetitivo, sí, efectivo, también. 

Como lo he expresado desde el inicio, este libro parece un tratado filosófico en el que encontraremos muchas sentencias, en varias podemos no estar de acuerdo por los conflictos morales que provocan, en otras podemos navegar con un ojo más crítico y en consecuencia de esto y para concluir, listo una serie de líneas que vale la pena rescatar y releer.

«El hombre puede ser más determinado al hacer el mal que al hacer el bien.»

«Cuando impera una idea fija: acaba dominando la violencia.»

«Del infierno se regresa a la vida con el corazón endurecido.»

«La guerra puede ser descripta, pero no explicada.»

«En la confrontación la irracionalidad se vigoriza y se incrementa con el odio.»

«Frente al catastrofismo los hombres individualizan su egoísmo.»

«Las guerras son el hambre y la ambición de los tiempos.»

«Decir la verdad será siempre un acto de valentía.»

«Lo más fácil para un holgazán es condenar sin involucrarse y sin siquiera procurar situarse en el sitio del otro.»

«El carácter se desnuda cuando se siembra, no cuando se cosecha.»

«La historia universal ha sido atravesada por la biografía de grandes hombres y por la alevosía de situaciones inesperadas.»

«La vida se amplifica en lo incierto y se consagra en la tragedia.»

«El guerrero no tiene vida, vive para el combate. Cumplirá su misión y encontrará la paz en su tumba.»

«No somos más que artesanía del mismo barro, polvo de la misma arena, relieve de la misma piedra.»

«Cuando uno se desagrada de lo que ha sido, se cansa de lo que es.»

«Solo en la cumbre de la vitalidad uno sabe quién es.»

«Para el criminal el crimen es un componente de la historia. Para la víctima, en contrario, el crimen es la historia misma.»

No hay comentarios:

Publicar un comentario