«Me ha venido todo esto a la cabeza hace unas horas, cuando he visto la higuera reventando de frutos, en la cansada plenitud de este verano que se acaba. Breve es nuestro día y la noche es inmensa. A veces me pregunto en qué pensará uno antes de morir; qué recuerdos escogerá como resumen para narrarse. Y estoy casi segura de que esa niña cantando fue una escena luminosa y crucial en la imaginería de Pablo. En su representación de la existencia. He heredado de él ese recuerdo fundamental y se lo agradezco.»
Rosa Montero es una periodista y escritora española de gran trayectoria que ha acumulado una ingente cantidad de premios y reconocimientos en ambos frentes que ya se hace difícil acordarse de todos, aunque debo destacar el Premio Nacional de las Letras Españolas. Así mismo, entre las publicaciones de la autora se encuentran novelas, ensayos, antologías, artículos, bitácoras de viajes, relatos cortos, colaboraciones y hasta literatura infantil, convirtiéndola en una escritora tan prolija como versátil.
La ridícula idea de no volver a verte es una obra publicada en 2013 de clasificación difícil. No es precisamente una novela y tampoco una biografía, en todo caso es un libro ecléctico que se vale del arte narrativo para contar dos historias a través del recuerdo atadas transversalmente por opiniones y reflexiones evocadas con una sensibilidad que linda entre lo sublime y lo poético. Una obra que trata del dolor, de la soledad, del duelo, del feminismo, de la muerte, de la vida. Incluso no existe una sinopsis que le haga justicia, por lo que decidí decantarme por un fragmento:
«La característica esencial de lo que llamamos locura es la soledad, pero una soledad monumental. Una soledad tan grande que no cabe dentro de la palabra soledad y que uno no puede ni llegar a imaginar si no ha estado ahí. Es sentir que te has desconectado del mundo, que no te van a poder entender, que no tienes palabras para expresarte. Es como hablar un lenguaje que nadie más conoce. Es ser un astronauta flotando a la deriva en la vastedad negra y vacía del espacio exterior.»
Rosa Montero se encontraba escribiendo una novela cuando recibió una llamada de su editora en Seix Barral pidiéndole su colaboración para escribir el prólogo de un pequeño libro que formaría parte de una colección. El libro en cuestión era el diario de Marie Curie, documento escrito inmediato a la muerte del esposo de la científica, Pierre. Este diario no tenía más de veinte páginas y sus entradas que al principio eran frecuentes, después de meses se hicieron irregulares hasta dejar de haberlas. Al cumplirse exactamente un año del fallecimiento de Pierre, el diario llegaba a su fin. La editora pensó que Rosa Montero era la indicada y mejor preparada para escribir un prólogo del diario de Madame Curie. La autora conocía de primera mano el significado del duelo. Pablo Lizcano, esposo de Rosa Montero, había muerto hacía algunos años tras una dura lucha contra el cáncer, dejando huellas y vacíos en un matrimonio de veintiún años. La editora no estaba equivocada, su elección también era la más brillante y acertada. Rosa Montero aceptó escribir el prólogo. Su admiración por Marie Curie no dejó lugar a la indecisión o al titubeo. No obstante, después de leer el diario y profundizar más sobre la vida de Madame Curie no pudo quedarse con unas cuantas páginas que presentaban otras tantas. Dejó la novela que estaba escribiendo y se embarcó en un proyecto del que no sabía que resultaría y que terminó por titularse La ridícula idea de no volver a verte.
Marie Curie nació en Varsovia en 1867 con el nombre Maria Salomea Skłodowska. Fue una científica destacada, inteligente y decidida. Fue la primera mujer en recibir el Premio Nobel de Física y la única mujer hasta el momento en tener dos Premios Nobel, pues años después le sería otorgado el de Química. Se le reconoce por haber descubierto el polonio y el radio, aunque como científica fue la primera mujer en tantos frentes que la convirtieron en una figura icónica, un referente de los orígenes del feminismo, aunque en esto último es importante subrayar que Curie, salvando algunos aspectos sociales donde defendió su rol como mujer, dedicó su vida exhaustiva y exclusivamente a la ciencia al extremo que su muerte fue consecuencia de su trabajo, de sus descubrimientos que la exponían constantemente a niveles peligrosos de radiación. Cuando Maria Salomea Skłodowska tenía veintisiete años tuvo la fortuna de conocer a Pierre Curie, otro científico de personalidad retraída y fascinado por la física. Si no se hubieran conocido probablemente cada uno hubiera terminado solo y quizás hasta olvidados en la historia. Sus pensamientos y personalidades los convirtieron en la pareja perfecta, cada uno complementaba a otro principalmente en lo concerniente a la ciencia. A pesar de algunas precariedades y limitaciones, parecían felices y hacían lo que les gustaba. Lamentablemente once años después de haber contraído nupcias, Pierre Currie muere trágicamente cuando pierde el equilibrio y cae en el camino justo en el momento que pasaba un carruaje. Los caballos lograron evitarlo, pero no así la llanta del carruaje que pasó por encima de su cráneo matándolo al instante. Marie Curie desconsolada inicia una conversación con un Pierre ausente. Hace anotaciones en un diario porque nunca pudo despedirse de él, anotaciones que un siglo después serían leídas por Rosa Montero.
La ridícula idea de no volver a verte es una obra que cala hondo en el dolor indecible e inefable. Rosa Montero honra la memoria de Madame Curie con el mejor nivel narrativo que haya entregado, al mismo tiempo que se involucra en el sentimiento del duelo al narrar fragmentos de su propia vida con Pablo Lizcano, por lo que también termina haciendo un ejercicio catártico del dolor propio. Esta obra rápidamente tuvo una fuerte aceptación y obtuvo el Premio de la Crítica de Madrid en la categoría narrativa. Pese a que solo ha pasado una década desde su publicación, se ha convertido en un clásico moderno que conmueve a quien lo lea y si el lector ha pasado por una pérdida, sea esta reciente o distante, es ineludible el nudo en la garganta y los ojos vidriosos, aunque debo aclarar que no es una novela ensimismada, triste o luctuosa, en realidad celebra la vida, la oportunidad de haber tenido, de haber conocido. Rosa Montero aboga por la consagración de la memoria como el mejor vehículo para honrar a quienes ya no están y significaron tanto, porque la muerte no significa olvido.
Esta obra de Rosa Montero utiliza varios hashtags: #ambición, #coincidencias, #culpadelamujer, #culpa, #culpabilidad, #debilidaddeloshombres, #felicidad, #hacerloquesedebe, #honraralpadre, #honraralamadre, #ligereza, #lugardelamujer, #lugardelhombre, #palabras, #raro, y unos pocos más. Rosa Montero los utiliza para subrayar algún punto específico, por lo que en realidad hacen las veces de comillas o cursivas. Es una curiosidad que no puedo dejar mencionar. Los hashtags comenzaron en Twitter, aunque su uso se ha generalizado en toda red social para etiquetar el contenido y que los algoritmos los reconozcan para mostrarlo a las personas.
La ridícula idea de no volver a verte comenzó como un prólogo que se extendió hasta convertirse en un libro por derecho propio, no obstante, el germen que dio lugar a la idea permanece como un apéndice, es decir, al final de la lectura nos encontraremos con el diario de Marie Curie. Las anotaciones van del 30 de abril de 1906 hasta abril de 1907.
Para cerrar esta reseña, dejo unas líneas que sobresalieron tanto que se ganaron su derecho a volver a leerse una y otra vez.
«El verdadero dolor es indecible.»
«En el origen de la creatividad está el sufrimiento, el propio y el ajeno.»
«Todos necesitamos la belleza para que la vida nos sea soportable.»
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