martes, 21 de febrero de 2023

EL HOMBRE SENTIMENTAL de Javier Marías

«Tampoco yo lo sabía: la mayor parte de las veces uno no sabe cuándo ha sido tomado ni cuando ha sido dejado, no sólo porque eso ocurre siempre a nuestras espaldas, sino porque resulta imposible aislar el momento en que tales vuelcos acontecen, al igual que se ignora siempre si el hecho mismo de ser tomado obedece a los propios méritos o virtudes, a la propia e irrepetible existencia, a la intervención decisiva llevada a cabo o más bien, simplemente, a la casual inserción de uno en una vida ajena.»

Javier Marías fue uno de los mejores novelistas de nuestros tiempos, cuya elegancia semántica y sensibilidad estética nos mostró una literatura tan compleja como accesible, un escalón artístico que expande la capacidad de las letras y la voz narrativa hispanohablante. Siempre se dirá que le hizo falta el Premio Nobel de Literatura como última consagración, aunque de haberlo ganado, hubiera sido el Nobel quien se hubiera consagrado, que falta desde hace tiempo le hace. Pero, así como Tolstoi, Proust y Borges, Marías se consagra cada vez que un lector lo descubre y encuentra en él ese libro, esa historia, ese viaje que no sabía que buscaba.

El hombre sentimental es la quinta novela de Javier Marías y fue publicada en 1986. Es aquí en donde empieza a encontrar y perfeccionar su estilo narrativo, ese modo tan característico que se coronaría con Corazón tan blanco y Mañana en la batalla piensa en mí. Anterior a El hombre sentimental había escrito El siglo y El monarca del tiempo, novelas que no hicieron mucho eco en los círculos literarios, pese a los esfuerzos del autor por utilizar técnicas gramaticales y de composición más complicadas que complejas. En la búsqueda del estilo y estructura que demostraran su capacidad literaria y su habilidad para deconstruir el lenguaje, Marías se extravió un poco. Quería congraciarse con la crítica, pero terminó por perder el favor, o al menos el interés de los lectores, que tampoco es que tuviera muchos por aquella época. Pero finalmente entendió que es mejor escritor aquel que se lee que el que se ignora. Escribió El hombre sentimental sin demasiadas pretensiones, para definir su camino, para encontrarse así mismo. La fórmula resultó ser la correcta. El mismo año de su publicación ganó el Premio Herralde, galardón concebido por la Editorial Anagrama, casa en la que en aquella época publicaba. Catorce años después, cuando la obra fue traducida al italiano, fue galardonada con el Premio Internazionale Ennio Flaiano de Novela. Hecho que termina por subrayar el punto de inflexión que significó esta novela para su carrera literaria.

Esta novela no se distingue por tener una historia compleja o colmada de misterio. En apariencia es sencilla, y desdoblada aún más sencilla. Aborda un tema del cual se ha escrito cientos de veces, cuando no miles: los triángulos amorosos. Por allí comenzó Homero la Ilíada, así de antiguo y trillado es el tema. Aunque un triángulo amoroso escrito por Javier Marías es otra cosa, para empezar no hay ninguna cursilería. Hay secretos y cierto velo que debemos ir corriendo tras la lectura de cada página, aunque diría que es la propia lectura el verdadero protagonista. Pero antes de seguir con la reseña, he aquí la sinopsis:

«Cuatro años han pasado desde que, en el tren que le conducía de Venecia a Madrid para representar el Otelo de Verdi, el cantante catalán el León de Nápoles viera por primera vez a Natalia Manur, a su marido, el banquero Manur, y a Dato, un extraño acompañante. Natalia dormía, el rostro cubierto por una espesa melena, mientras su marido y Dato miraban el paisaje absortos en sus pensamientos. Pero en ese compartimiento, y entre esos cuatro personajes, iba a comenzar una historia de pasiones llevadas hasta sus últimas consecuencias. Últimas al menos para el hombre sentimental, que todos relacionamos con el artista o el pensador y quizá sea en realidad el hombre de negocios, el hombre de acción.»

Lo que se deplora de la sinopsis es que destapa todo misterio. El giro de la novela pierde su fuerza cuando se conoce el significado del título expuesto tan abiertamente en las líneas de la contraportada. Lo que nos salva como lectores es que el viaje que representa la narración misma nos embelesa tanto en las banalidades como en las profundidades. El narrador, que es el protagonista, es el vehículo que utilizó Javier Marías para explorar sus pensamientos y aportar su particular mirada a varios temas como el engaño, las relaciones sentimentales, la muerte, la soledad y la vida, temas que terminaría por profundizar más categórica y ampliamente en Mañana en la batalla piensa en mí.

En El hombre sentimental fluye el espíritu shakesperiano de Javier Marías, comenzando por el fondo de la novela en el que nos encontramos entre los bastidores de Otelo de Guiseppe Verdi, una de las óperas más famosas que existen y con la cual se degusta de mejor manera la novela al romper el silencio con los barítonos dramáticos y las sensibles sopranos, en medio de la eufonía de los fagotes, los clarinetes, las flautas, los oboes, el arpa y demás instrumentos cuya musicalidad riman con la oralidad del discurso de Marías. No hay Shakespeare sin tragedia y en esta historia se cumple como profecía, aunque no siguiendo el canon del propio Otelo. Que de conservarlo hubiese sido, a pesar de la elegancia, manido. Francamente el giro que Marías da a la historia no solamente es el correcto, sino el más apropiado para dejarnos una impresión que perdure después de haber cerrado las páginas. Por otra parte, y a decir verdad, el Otelo de Verdi no aporta nada a la historia, salvo ser una bella filigrana que lo recorre transversalmente, por lo que el protagonista en lugar de ser un cantante de ópera, bien podría haberlo sido de una banda de blues o de rock, que el resultado seguiría siendo el mismo, aunque desentonaría, no nos calaría con la imagen de Javier Marías.

Javier Marías escogía las cubiertas de sus libros. Se dice que tenía toda una colección de fotografías, recortes y postales de donde elegía la que más le satisfacía para la portada de su siguiente publicación o edición, al menos para los libros en habla hispana. Al mismo tiempo que ponía en aprietos al editor: primero en investigar el origen de la imagen para luego comprar los derechos si estuvieran disponibles. La portada de El hombre sentimental es confusa porque está invertida. Es un claro ejemplo de la dualidad narrativa y del conflicto resolutivo. Es poco representativa del contenido de la obra desde un sentido literal, pero significativa y relevante en la simpleza de su simbolismo que, aunque sea una fotografía al estar invertida entra al terreno de lo surreal. Muchas cosas no son como las vemos, porque el prejuicio nos obnubila.

La edición de la obra que leí contiene un prólogo de Elide Pitarello, una experta en literatura española del siglo XX y XXI, catedrática emérita de Literatura Española en la Universidad Ca’s Foscari de Venecia y posiblemente la mayor conocedora de la obra de Javier Marías. No solamente ha prologado esta novela, sino incluso publicó un libro con entrevistas al escritor. El dato no es poca cosa y siempre es un gusto leer un prólogo que no nos cuente la novela, sino que nos amplíe el lienzo literario sobre el cual el autor hizo sus trazos.

Todo libro de Javier Marías es recomendable. Su talento es indiscutible. Y para finalizar esta reseña, dejo unas líneas que sobresalen para su lectura y relectura:

«Es la forma de nuestra muerte lo que debemos cuidar, y para cuidarla debemos cuidar nuestra vida.»

«Sólo hay una cosa más solitaria que morirse sin que se entere nadie, y es morirse sin enterarse uno mismo de lo que está ocurriendo, sin que el que muere se entere de su propia disolución y término.»

«No hay sometimiento más eficaz ni más duradero que el que se edifica sobre lo que es fingido, o aún es más, sobre lo que nunca ha existido.»


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