«Recientemente se ha comentado mucho el hecho de que los poetas y escritores son un grupo que muestra síntomas extraordinariamente alarmantes de depresión y de otros desórdenes afectivos. Quizás una razón por la que decidieron ser escritores es que su consciencia estaba asediada por un grado inusitado de entropía; la escritura se convierte en una terapia al proporcionar orden entre la turbación de los sentimientos. Es posible que los escritores únicamente puedan experimentar flujo creando mundos de palabras donde puedan actuar con soltura, borrando de la mente la existencia de una realidad problemática.»
Mihaly Csikszentmihalyi fue un psicólogo y académico húngaro nacionalizado estadounidense que se destacó por sus trabajos en psicología positiva hasta convertirse en el mayor experto y referente sobre este tema. Su mayor aporte al campo de la psicología es la teoría del flujo. Csikszentmihalyi es uno de los psicólogos más citados del mundo y, además de su campo de especialización, sus publicaciones son abordadas frecuentemente para explicar o complementar perspectivas empresariales, de motivación, desarrollo personal y autoayuda.
Fluir, subtitulado La psicología de la experiencia óptima, fue publicado en 1990. En esta obra Csikszentmihalyi fundamenta y sostiene la teoría del flujo donde, pese a su extensión y ciertas características académicas principalmente en el vocabulario, es un libro de divulgación bastante accesible que no requiere una formación en psicología o neurociencia para comprenderlo. Posteriormente publicaría otros dos libros complementarios a esta tesis: Creatividad: El flujo y la psicología del descubrimiento y la invención y Cómo descubrir el flujo: La psicología del compromiso con la vida diaria.
Frecuentemente encontramos a Fluir entre los libros de motivación y desarrollo personal; lo cual probablemente no sea lo más adecuado porque se confunde entre una serie de libros anodinos, algunos de contenido ligero, incluso vacío; no obstante, después de analizarlo un poco, es necesario que Fluir se ubique allí y no en los libros de ciencia o psicología, porque quien busca mejorar sus capacidades o potenciar su motivación terminará por encontrar respuestas que probablemente no eran las que esperaba, pero que tienen mucha coherencia y sentido. Csikszentmihalyi se apoyó en fuentes secundarias como estudios, artículos, publicaciones científicas y bibliografía especializada, aunque tampoco descartó fuentes primarias basadas en su experiencia y observaciones.
El libro está dividido en diez capítulos. El primero de ellos trata sobre la búsqueda de la felicidad como principal razón y sentido de vida del ser humano. El abordaje es histórico, filosófico y teórico. Ya desde la antigüedad Aristóteles se planteaba este conflicto de la felicidad y con el transcurso de los milenios no parece ser que se haya aclarado demasiado. Y es que la felicidad es un concepto complejo y subjetivo. Diógenes de Sinope no tenía posesiones materiales y vivía literalmente como un perro, desde su contemplación filosófica era feliz con ese estilo de vida, algo similar pasa con el budismo, donde las posesiones materiales son un peso que no contribuye con el desarrollo espiritual; no obstante, es difícil extrapolar estos pensamientos a todo el mundo, porque cada persona tiene un conjunto de ideas, valores, una cultura, y francamente la sociedad dejaría de funcionar si todos renunciaran al trabajo y se mostraran contemplativos. De cualquier manera, el problema no es la felicidad, que la mayoría de las personas no se percatan cuando son felices, sino cuando están pasando por una situación que les causa frustración, sufrimiento u otro sentimiento negativo. La máxima debería ser entonces cultivar la experiencia, se consciente de lo que se hace y por qué se hace, y este es el punto central del siguiente capítulo, donde repasa la anatomía de la consciencia desde una perspectiva psicológica y con fundamento en la neurociencia.
Csikszentmihalyi utiliza con frecuencia la palabra «autotélico», que es básicamente el disfrute de una actividad que no tiene otro fin más que realizarse, es decir, tiene un significado intrínseco. La experiencia autotélica es la capacidad de disfrutar lo que se hace, de encontrar placer, y precisamente el tercer capítulo trata de este punto como un vehículo para mejorar la calidad de vida.
Los siguientes cuatro capítulos desarrollan la teoría del flujo, que puede resumirse en encontrar un estado de concentración plena que permita la realización de una actividad o conjunto de actividades, cuales quiera y en el tiempo que sea, donde el individuo se sienta satisfecho no solamente con el resultado o la meta, sino en todo el proceso de desarrollo e incluso lo que viene después de su finalización. Csikszentmihalyi expone ejemplos de actividades que producen flujo, de personas que se encuentran en flujo. No se necesita ser Salvador Dalí para hacer una pintura, si la persona disfruta de la experiencia y su consciencia desarrolla una personalidad autotélica, los resultados por muy lejos que estén de lo que hubiera hecho el famoso pintor, son lo suficiente para la autorrealización. Así mismo, puede que ni siquiera pinte, que se dedique a admirar el arte, que encuentre goce en descifrar los trazos, los sentimientos del pintor al elegir los colores y el mensaje. Puede haber flujo también en la literatura, en la escritura, en la música, en la cocina, en la ingeniería, en el diseño, en cualquier actividad humana. Dado que es un estado de consciencia, la mente es determinante: un chef con tres estrellas Michelin puede que experimente un vacío en lo que hace porque siempre soñó con hacer otras cosas, mientras que un chef sin ninguna estrella pueda que encuentre su flujo en el proceso de crear recetas, de cocinar, de abrir su restaurante todos los días. Un futbolista profesional puede que vea su vida como un espectáculo vacío, mientras un futbolista aficionado vea en el deporte su propia expresión de vida. La experiencia autotélica es diferente para cada persona. Independientemente de la habilidad, importa más la satisfacción en lo que hacemos.
El flujo puede ser interrumpido por la sensación de soledad y vacío, por el estrés, las tragedias personales y familiares, por la pérdida de la salud, por un conjunto de situaciones capaces de sembrar caos en la mente y repercutir en una sensación de vacío y crisis existencial. Csikszentmihalyi dedica dos capítulos describiendo técnicas y métodos para poder lidiar con los obstáculos que restan calidad de vida.
La corona del libro es su capítulo final, en el que Csikszentmihalyi habla del significado. No es que de respuesta a las famosas preguntas de quienes somos y a dónde vamos, pero se acerca bastante. La clave del disfrute de la vida es que la persona encuentre significado en lo que hace y al igual que la felicidad esta definición es completamente subjetiva, aunque tiene un componente de trascendencia puesto que más allá de hacer cosas que tengan sentido para uno mismo, es que esas cosas también tengan un sentido para los demás.
Para cerrar, un conjunto de aforismos que fui recolectando durante la lectura y que vale la pena volver a leer y releer:
«Es más útil considerar que los actos que provocan el disfrute son señales de salud, y no de enfermedad.»
«La función principal de la conversación no es conseguir realizar cosas sino mejorar la calidad de la experiencia.»
«Cuanto más se parezca el trabajo a un juego –con variedad, desafíos apropiados y flexibles, metas claras y retroalimentación inmediata– más agradable será, sea cual sea el nivel de cualificación del trabajador.»
«La persona que se deprime gradualmente, pronto empieza a dudar de su misma existencia.»
«Únicamente en compañía de otras personas nos sentimos completos.»
«Aceptar las limitaciones libera.»
«Distraerse en contra de la propia voluntad es la señal más segura de que uno no tiene el control.»
«El significado de la vida es significado: sea lo que sea, venga de donde venga, tener un propósito unificado es lo que da significado a la vida.»
«Las metas justifican el esfuerzo que exigen al principio, pero luego será el esfuerzo el que justifique la meta.»
«La entropía psíquica peculiar de la condición humana implica ver más cosas que realizar de las que uno puede realmente cumplir, y sentirse capaz de cumplir más de lo que las condiciones permiten.»
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