«Si algo tenemos que agradecerle a esta nueva descripción sobre el autismo –los TEA– es que nos muestra de manera clara que bajo ningún punto de vista un niño con autismo puede ser visto igual que otro. Puede decirse entonces que no existe un autismo, sino un amplio espectro de manifestaciones clínicas sobre el autismo.»
Según un informe publicado en 2012 por el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades, 1 de cada 88 niños estadounidenses se encuentran dentro del espectro autista, lo que ha significado un aumento del 78% respecto a la última década del siglo XX. Sin embargo, el autismo no es una enfermedad, así como ser zurdo tampoco es un defecto. Autismo: guía para padres y profesionales es un libro que además de ser una herramienta práctica, busca aclarar de forma sencilla lo concerniente al espectro autista, está escrito por Matías Cadaveria, quien es un psicólogo argentino especializado en el autismo y tratamientos para niños adolescentes en el espectro autista, y Claudio Waisburg, quien es un médico y pediatra argentino especializado en la neurología infantojuvenil, neurofisiología y farmacología.
Podemos estar ensimismados, podemos abstraernos, podemos estar atrapados en nosotros mismos, pero eso no tiene por qué significar autismo, aunque existe cierta semilla que nos da apertura a comprender mejor el concepto. Su raíz etimológica proviene del griego αυτος, que simplemente significa «uno mismo» y del sufijo «ismo» que se utiliza para denotar tendencia o sistema, de tal forma que autismo, desde la concepción del vocablo, es simplemente la preferencia de estar en uno mismo que, en contraposición, es aislarse del mundo exterior, sin que en ello entre en juego las preferencias, motivaciones o fobias, es más una predisposición neurogenética donde no hay opción de elección.
No somos conscientes de algunas condiciones especiales hasta que las vivimos. El autismo es mucho más común hoy que hace un siglo y de esto todavía no existe estudios que expliquen ese comportamiento y tendencia estadística, puede que estemos ante una cohorte de suposiciones e hipótesis difíciles de responder, como que ahora las ciencias relacionadas a la mente y el cerebro estén más desarrolladas, que las personas tienen más acceso a la medicina moderna, que los médicos y pediatras son más conscientes de esta condición, que el estilo de vida en las urbes lleve a una predisposición genética, etcétera. Cual sea que fuese la causa, existen muchas más probabilidades de encontrar a personas adultas, no solo niños, que tengan esta condición. Quizá conozcamos a alguien que tienda a ser solitario y tenga algunos comportamientos extraños como evasión del contacto visual, abstención de los tratos físicos, que no sea hábil en actividades sociales, pero que tenga buenos desempeños en aspectos más individualistas, esa persona quizá tenga un Trastorno del Espectro Autista –TEA–.
El autismo no es una condición en blanco y negro, incluso es difícil decir que el TEA sea parecido a un degradado que vaya de negro a blanco, de intenso a moderado, es más parecido a un círculo donde una persona puede estar muy en el centro del espectro como en cualquiera de las distancias del recorrido de su radio y que este puede estar en cualquier dirección. Tal es el caso que hay personas con TEA que han aprendido habilidades que los mimetizan en la sociedad, así como otros que apenas pueden comunicarse. Ser TEA no significa que tampoco se pueda padecer de psicopatías, las cuales terminan por agregar un matiz que hace más complejo lo que complejo ya es.
Autismo: guía para padres y profesionales posee una orientación completamente didáctica. No se detiene demasiado a explorar las teorías, tampoco los tratamientos dado que cada persona con TEA es distinta y en muchos casos la orientación profesional es lo más recomendable. Los autores proponen varios consejos que son de utilidad general, no solo para la comprensión de los padres, sino para la dirección de sus interacciones con las personas con TEA.
«El autismo afecta el desarrollo y el desarrollo afecta al autismo.»
El libro se encuentra estructurado en 15 capítulos. Los primeros nueve son más informativos, pero la forma en que son planteados los hace muy fluidos. A pesar de que se mencionen fechas, nombres de médicos, psicólogos o científicos y algunos términos técnicos, en ningún momento el texto se siente pesado o pretencioso. La sencillez en la redacción denota una capacidad de abstracción de sus autores, puesto que mucha de la bibliografía utilizada son amplios volúmenes. Los últimos seis capítulos además de mencionar someramente los tratamientos más generales y varios consejos para mejorar la capacidad conductual de las personas con TEA, también son pasajes reflexivos y busca además de la didáctica, un diálogo con el lector.
Como padre de un hijo con TEA considero que este libro proporciona valiosos consejos y ayudan a orientar el pensamiento a un nivel distinto de comprensión. El autismo no es una enfermedad, no es un defecto, no es una debilidad, por lo tanto, no se padece o sufre. El único sufrimiento es el social cuando se debe encajar en un mundo que tiene reglas distintas, como un zurdo que debe aprender a vivir en un mundo de diestros.
«En el Síndrome de Asperger pareciera ser más evidente la incoordinación o torpeza motora, mientras que en el autismo lo más llamativo suelen ser las conductas estereotipadas.»
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