martes, 28 de marzo de 2023

LÁGRIMAS EN LA LLUVIA de Rosa Montero

«Como decía un antiguo escritor al que Pablo admiraba, la felicidad siempre era parecida, pero la infelicidad era distinta en cada persona. La desdicha de Nopal se manifestaba en una clara incapacidad para vivir. Aborrecía la vida. Por eso, entre otras cosas, le gustaban los androides: todos estaban tan ansiosos, tan desesperados por seguir viviendo. En cierto sentido le daban envidia.»

Rosa Montero es una de las escritoras de lengua hispana más destacadas en la actualidad y una gran cantidad de premios y reconocimientos dan fe de este hecho. Periodista de profesión, obtuvo su primer logro en 1978 con el Premio Mundo de Entrevista. Y aunque no merecedora de premio, pero sí de gran calidad, me gustó la entrevista que hizo a Javier Marías en 1990 tras la publicación de Corazón tan blanco. Probablemente de las entrevistas efectuadas a Javier Marías, la de Rosa Montero fue la más desenfadada. En 2017 Rosa Montero obtuvo el Premio Nacional de Letras Españolas, que hasta el momento ha sido el más importante. Algunos escritores que recibieron este premio también obtuvieron el Premio Miguel de Cervantes. Solo el tiempo dirá si Rosa Montero lo consigue, que méritos tiene.

Lágrimas en la lluvia fue publicada en 2011 y es la primera novela de Rosa Montero después de la muerte de su esposo, Pablo Lizcano. A decir verdad, hay mucho de la obra de Rosa Montero que desconozco, pero las que he leído distan mucho de la historia de fondo de Lágrimas en la lluvia, aunque probablemente no en las notas más importantes. Esta novela no es precisamente de duelo, para eso está La ridícula idea de no volver a verte, pero hay unos conceptos que ni de cerca ni de lejos son fáciles de asimilar. No obstante, antes de continuar, he aquí la sinopsis:

«Estados Unidos de la Tierra, Madrid, 2109, aumenta el número de muertes de replicantes que enloquecen de repente. La detective Bruna Husky es contratada para descubrir qué hay detrás de esta ola de locura colectiva en un entorno social cada vez más inestable. Mientras, una mano anónima transforma el archivo central de documentación de la Tierra para modificar la historia de la humanidad. Agresiva, sola e inadaptada, la detective Bruna Husky se ve inmersa en una trama de alcance mundial mientras se enfrenta a la constante sospecha de traición de quienes se declaran sus aliados con la sola compañía de una serie de seres marginales capaces de conservar la razón y la ternura en medio del vértigo de la persecución.»

No hay duda alguna que Lágrimas en la lluvia es una novela ciberpunk. Estamos en un futuro distópico en el que la tecnología ha alcanzado niveles impresionantes y los descubrimientos de la física y ciencia eclipsan a los del siglo XX, pero eso no ha significado una mejora en la calidad de vida de la humanidad cuyos conflictos sociales parecen ir en ciclos de auge y decadencia, tal y como sucedió siglos atrás, tal y como sucede hoy. Lo que a priori parece entretención, tiene varias capas que nos hacen reflexionar sobre lo que significa ser humano. De entrada, al leer la sinopsis nos desconcierta y verificamos si es acaso otra escritora que se llama Rosa Montero, pero luego esta obra apostilla al pie de su sinopsis que es «una novela de supervivencia, sobre la moral política y la ética individual; sobre el amor, y la necesidad del otro, sobre la memoria y la identidad». Leyendo esto nos queda claro que la distopia es lo que siempre es, un vehículo para trasponer nuestra realidad a un escenario cualquiera sin que ello cambie nada, porque hay un peso en los prejuicios, en el racismo, en los totalitarismos, en la xenofobia, en todos esos males de antaño que todavía respiran por la herida del presente y que sin duda seguirán sangrando en el futuro, cual sea que sea ese futuro.

El título Lágrimas en la lluvia, como no podía ser de otra manera, proviene de la película ciberpunk más emblemática de la historia, Blade Runner, un largometraje de 1982 que adaptó en parte la novela de Philip K. Dick, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? No entraré en detalles con la película o con la novela de Philip K. Dick, que las recomiendo por igual; no obstante, volviendo al filme, debo destacar el monólogo final de Rutger Hauer en su interpretación del replicante Roy Batty:

«He visto cosas que ustedes nunca hubieran podido imaginar. Naves de combate en llamas en el hombro de Orión. He visto relámpagos resplandeciendo en la oscuridad cerca de la entrada de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, igual que lágrimas en la lluvia. Llegó la hora de morir».

Se dice que estas líneas fueron improvisadas por Hauer, pero en realidad lo que hizo fue cambiar las líneas del guion una noche antes. Inicialmente ni siquiera había un monólogo final, fue en el proceso de filmación que se fue corrigiendo el guion y en estas líneas Hauer tuvo un acierto filosófico. A Ridley Scott le gustó y el resto es historia. Podrían ser las líneas del cine más profundas porque en esencia nos dice que nuestros recuerdos, los momentos que vivimos, lo que sentimos, todo lo que somos, tras nuestra muerte desaparecen, se pierden en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Escritores como Leonardo Padura, Arturo Pérez-Reverte y Antonio Santa Ana han reproducido este discurso en alguna de sus obras; no obstante, Rosa Montero no solo se encarga de volverlo a reproducir, sino que lo adopta como título y extiende la distopia en su propia versión en tres libros.

Lágrimas en la lluvia es una novela densa en su trasfondo. Hay tantas cosas que es difícil presentarlas de forma natural en una narración, y es allí donde Rosa Montero brilla porque se apoya intercalando algunas notas de archivo que explican el mundo del año 2109. Estos recursos literarios de notas y apéndices siempre son un riesgo, porque cortan la fluidez de la historia principal, pero si no se hacen podrían causar confusión o impaciencia del lector. Estas notas de archivo son de información histórica que se supone es contenido digital accesible en ese mundo futurista, aunque eventualmente aparecen alteradas con tachones y correcciones. Para el lector esto es transparente, no así para los personajes en la novela. Con ello Rosa Montero homenajea a 1984 de George Orwell, que en sí mismo no era más que una denuncia de la práctica de alteración documental sistemática de la Unión Soviética que a su vez es una práctica muy común en los totalitarismo. Ya vemos que en Corea del Norte se escribe y se cree que su líder supremo no defeca.

Con lo que respecta a la distopia, la novela tiene tantos elementos que me desbordan. Es como un burrito al que le agregaron robots, androides, humanos sintéticos, mutantes, saltos espaciales por teletransportación, prótesis, exploración y explotación de recursos en el espacio, países flotantes, encuentros con vida extraterrestre inteligente y fauna alienígena, además de un orden mundial unificado en una sola identidad, políticas extraterrestres, nuevas leyes para seres sintientes, nuevas drogas y mercados negros. Personalmente considero que hubiera sido mejor prescindir de algunos elementos que no son tan relevantes y que distraen, como esas mascotas extraterrestres que se comen todo o quizá lo alienígena por completo. Ese tono sombrío de ser los únicos en el universo le hubiera dado un toque más fatalista. Seguramente si se adapta en una serie o película los guionistas hagan un recorte necesario de conceptos. Pero en fin, la distopia creada por Rosa Montero es así, muy cargada, con muchas aristas a la que solo faltó el viaje en el tiempo.

Pese a todos los elementos de tecnología, ciencia, biología e historia, por mencionar algunos, la obra en su estilo narrativo se perfila más como una novela negra con tintes filosóficos que con una obra de ciencia ficción, de aventura o de acción. La distopia pareciera ser un pretexto, pero un pretexto necesario para plantear la mortalidad bajo la consciencia de la muerte inminente a un plazo específico e inamovible. La protagonista, la detective Bruna Husky es una replicante que cuenta los días que le quedan, puesto que al cumplir diez años de existencia padecen de un cáncer masivo que los mata a las pocas semanas. Los replicantes son seres humanos diseñados y mejorados, que llegan a la vida a una edad biológica y mental de 25 años. Existe todo un proceso industrial de su necesidad espacial en las que sirven por dos años. Su creación es onerosa y deben pagar con su trabajo para luego hacer lo que quieran con los ocho años restantes de su vida. Bruna Husky es especial, puesto que sus memorias falsas tienen una alteración que hurga en sus emociones más profundas, traumas no comunes entre los replicantes.

Narrativamente la novela es impecable. Mantiene un tono oscuro mientras se esboza un mundo sucio. Es inteligente en las sutilizas que rebotan en problemas sociales actuales, además de las referencias culturales y literarias del siglo XX. Ciertamente la historia que se desdobla en una conspiración y espionaje al calor de una guerra fría que busca desestabilizar, son un medio para adentrarnos en cuestionamientos que nos conducen a la ineludible expectación de que somos como lágrimas en la lluvia y tenemos que decidir qué hacer con el único tiempo que tenemos, que sin importar si son diez o son ochenta años, en las dimensiones del universo no dejan de ser solo instantes.

Esta novela da para mucho. Analizarla da para un ensayo, para una tesis; sin embargo, hay que finalizar esta reseña y que mejor que rescatando algunas líneas del olvido:

«La gente cree en las conspiraciones porque es una manera de creer que, en el fondo, el horror tiene un orden y un sentido, aunque sea un sentido malvado.»

«La memoria es la base de nuestra identidad.»

«No hay poder sin conocimiento.»

«Nunca basta. Por mucho que vivas, nunca es suficiente.»

«La belleza es la única eternidad posible.»

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