«Yo quería algo más que eso, pero no podía decírselo. Del mismo modo que no podía decirle lo mal que me sentía. Tomé consciencia de mis propias emociones en ese momento. No me asaltaron mientras leía el texto bíblico, tal como le había leído a él muchas otras cosas, sino mientras estaba sentado, viendo sobresalir su nariz. Cayendo en la cuenta de que su ataúd era un barco e iba a llevárselo en su último viaje. Uno que descendía hacia la oscuridad. Deseé llorar, y lloré, pero más tarde, en privado. Ciertamente prefería no hacerlo allí, entre desconocidos.»
Stephen King es un escritor estadounidense proveniente de Maine. Desde la última mitad del siglo XX hasta nuestros días, ha construido una destacada carrera literaria que ha trascendido a la cultura popular e innegablemente el mundo sería un lugar muy distinto sin It, El resplandor, La milla verde, Cujo, Carrie y un largo etcétera. Con más de 60 novelas y 200 cuentos cortos, se destaca por su habilidad para fusionar el horror y lo cotidiano, explorando la complejidad humana en varias capas con mucha versatilidad. Su estilo directo y accesible ha atraído a lectores globales. A pesar de su éxito, todavía enfrenta críticas de algunos círculos literarios, los más elitistas, que lo ven como autor "comercial" por lo prolífico; no obstante, su narrativa, rica en matices, trasciende etiquetas y quien lo haya leído a consciencia notará que exuda talento en las letras tanto o más que muchos escritores laureados. Charles Dickens, H.G. Wells, Doris Lessing y Vargas Llosa son ejemplo de escritores prolíficos que han dejado impreso su nombre en la literatura universal e, innegablemente, Stephen King tiene su lugar en las letras americanas.
La sangre manda” es una colección de relatos publicados en 2020, contiene cuatro narraciones, cada una con su propio tono, trasfondo e historia particular. A diferencia de otras colecciones de relatos de Stephen King, ninguno de los incluidos en este libro había sido publicado con anterioridad en revistas o antologías. Los cuatro relatos son: El teléfono del señor Harrigan, La vida de Chuck, La sangre manda y La rata.
El primer relato, El teléfono del señor Harrigan, narra la historia de Craig, un joven empleado del adinerado anciano, Sr. Harrigan. Su labor consiste en leerle historias de viejos libros, clásicos la mayoría, al Sr. Harrigan, quien, en un gesto peculiar de generosidad, le obsequia a Craig un billete de lotería que resulta premiado. Aunque el premio no es transformador como para cambiar su estilo de vida, permite a Craig ciertos lujos y, siguiendo el consejo del Sr. Harrigan, adentrarse en el mundo de las inversiones. En agradecimiento, Craig continúa su labor de lectura para el anciano y le introduce en el mundo digital regalándole un iPhone. Este dispositivo se convierte en una herramienta valiosa para el Sr. Harrigan, proporcionándole acceso en tiempo real a información mundial y financiera. Tras la muerte del anciano, Craig, sintiendo la pérdida de su mentor, toma el iPhone para luego colocarlo en el ataúd como un emotivo adiós. Sin embargo, descubre que el dispositivo no solo recibe, sino que también envía mensajes, aparentemente desde el más allá. Estos mensajes, breves e ininteligibles, establecen una conexión única entre Craig y el Sr. Harrigan, persistiendo incluso después de la muerte y añadiendo una capa adicional de misterio y significado a la historia.
El teléfono del señor Harrigan se presenta como una narrativa profundamente conmovedora, desentrañando con maestría las complejidades de las relaciones intergeneracionales. Por un lado, revela con sutileza la imperante necesidad de brindar compañía y escucha a aquellos que transitan la senda de la vejez, subrayando la importancia de honrar sus historias como tesoros vivos. En esta sinfonía de la vida, ser jubilado implica ser el guardián de un vasto acervo de sabiduría y experiencia, y es precisamente en este intercambio generacional donde los jóvenes pueden descubrir un filón de conocimiento que enriquece sus propias travesías. El iPhone de batería inagotable no es más que una excusa, un McGuffin sobrenatural que envuelve una emoción profundamente natural y humana.
La vida de Chuck es una narración que adopta una estructura única para un relato no tan extenso, presentándose en tres partes inversas. Se inicia con el caos global desencadenado por la muerte de Chuck Krantz. A medida que retrocedemos en el tiempo, se desvelan más detalles sobre Chuck y su enigmática conexión con eventos apocalípticos. La trama se inicia con la aparición de extraños anuncios que se propagan por el mundo, alterando de manera impredecible la sociedad. La relación entre estos mensajes y la vida de Chuck se revela de manera intrigante, sumergiendo al lector en un tejido narrativo que entrelaza lo personal y lo global de manera cautivadora.
En el intrincado tapiz de La Vida de Chuck, Stephen King despliega una narrativa no lineal que explora la aleatoriedad de la condición humana y la interconexión universal; Chuck puede ser cualquiera y, al mismo tiempo, somos todos. A través de enigmáticos anuncios que desencadenan eventos aparentemente dispares, se revela la fragilidad de la vida y la imprevisibilidad que rige nuestras existencias. En este tejido, las relaciones entre los personajes, especialmente la conexión entre Chuck y aquellos que lo rodean, emergen como hilos que unen las vidas de individuos aparentemente separados. La historia resalta la importancia de las relaciones humanas y cómo, a lo largo del tiempo, nuestras acciones pueden reverberar, afectando profundamente la trama colectiva de la experiencia social. A través del lente de la creación artística, personificada por Chuck como escritor, King sugiere que la identidad individual está entrelazada con la expresión creativa y que esta, a su vez, tiene un impacto significativo en la sociedad. En este entramado de significados, La Vida de Chuck invita al lector a reflexionar sobre la complejidad de la existencia, explorando la conexión entre el azar, las relaciones y la capacidad de la creatividad para dar forma a nuestro destino compartido. No puedo dejar de recordar la escena donde Chuck alcanzó la máxima felicidad al bailar espontáneamente con una completa desconocida en la calle.
La Sangre Manda es un relato donde Holly Gibney, una detective privada, se enfrenta a un caso inquietante que involucra a un reportero capaz de predecir tragedias antes de que sucedan. La historia explora la naturaleza de la verdad y la ética periodística, así como los peligros de conocer el futuro. Holly Gibney, figura intrigante y central en el universo de Stephen King y protagonista de este relato, ha cautivado desde su introducción con su singularidad: una mente aguda y una mirada meticulosa en sus investigaciones. Inicialmente presentada con ciertas peculiaridades sociales, Holly desafía las expectativas, demostrando ser una investigadora excepcional con una habilidad única para desentrañar los misterios más oscuros. Su evolución a lo largo de la trilogía de Bill Hodges va más allá de la resolución de casos, revelando capas más profundas de su personalidad. Ahora, en La Sangre Manda, Holly se embarca en una aventura al estilo de King, que, a pesar de su extensión, bien podría considerarse una pequeña novela, superando en páginas a muchas que he leído. No obstante, en el estilo característico de King, la longitud no define la riqueza narrativa, dejando al lector inmerso en una historia que desafía las expectativas y amplía aún más el intrigante universo literario donde reside Holly Gibney.
En comparación con los dos relatos anteriores, La Sangre Manda se caracteriza por ser mucho más efectista, adentrándose en la línea de lo sobrenatural. Se asemeja de manera particular a una variante de El Visitante, aunque con una menor tensión; sin embargo, esto no implica que carezca de entretenimiento, ya que el relato posee la suficiente fuerza para sostener toda la colección, razón evidente por la cual también le da nombre. Desde mi perspectiva, considero que King realiza una sutil crítica al amarillismo y sensacionalismo presentes en algunos noticieros. La trama destaca cómo, en la búsqueda constante de informar sobre sucesos que involucran sangre o pérdida de vidas, se puede percibir una calidad que roza el morbo. Aunque ciertas imágenes se censuren con píxeles o distorsiones, la mera sugerencia es suficiente para despertar el interés no tan sano de algunos espectadores. La noción de que un noticiero esté pendiente de los ratings, que los priorice sobre cualquier cosa, y haga todo lo posible para atraer a los espectadores parece surrealista, pero, como enfatizo, esto se aplica solo a algunos noticieros. Al mismo tiempo, es importante reconocer el valioso trabajo de muchos reporteros que se exponen en lugares peligrosos para informar sobre la verdad de los sucesos, como los corresponsales de guerra, por ejemplo.
La Rata, la última historia, sigue a Drew Larson, un escritor que, tras un accidente automovilístico, se ve afectado por una presencia peculiar: una rata que parece tener conexión con eventos futuros. La narrativa se intensifica a medida que Drew lucha por comprender la naturaleza de esta conexión y sus implicaciones.
En La Rata, King presenta a un escritor que afronta una crisis creativa y personal. La trama se centra en la presencia de una rata en el sótano de la casa de campo del protagonista, convirtiéndose en el catalizador de su proceso creativo. El escritor se ve inmerso en una narrativa que entrelaza lo real y lo imaginario, llevándolo a cuestionar su propia identidad y creatividad. Fausto de Goethe y Doctor Faustus de Mann exploran la figura legendaria de Fausto, un erudito que, en búsqueda de conocimiento, poder, fama o talento, pacta con el diablo. Ambas obras abordan temas de ambición, conocimiento, deseo y las consecuencias de la búsqueda implacable de poder y excelencia. Al igual que Fausto busca sus más altas pasiones, el escritor en La Rata se siente compelido a superar su bloqueo creativo. La presencia de la rata simboliza una apuesta significativa, donde el escritor está dispuesto a deshumanizarse y hacer un pacto para lograr su objetivo. Este relato abre con la montaña de ambición y cierra con el abismo de la culpa.
La Sangre Manda es una obra sumamente brillante, altamente recomendable; ninguno de sus relatos muestra debilidades o resulta meramente decorativo. Verdaderamente, cada uno posee, como mencioné previamente, su propio matiz y mensaje. Considero que ningún lector habitual de Stephen King se verá decepcionado.
«La curiosidad mató al gato, pero la satisfacción lo resucitó.»
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