«La bruma formaba aureolas borrosas en torno a las luces del muelle, pero justo encima relucían unas cuantas estrellas cuyo brillo atravesaba la calina. Su fulgor era demasiado tenue y transparente para distinguirlas con claridad.»
Thomas Harris es un escritor norteamericano ubicado en el panteón de la novela negra que no se ha distinguido precisamente por tener una gran cantidad de obras como otros referentes del género, de hecho, apenas son cinco: Domingo Negro, El Dragón Rojo, El Silencio de los Corderos, Hannibal y la que nos atiende, Hannibal: el Origen del Mal. Tengo entendido que para este 2019 pueda que haya una nueva publicación, una novela llamada Cari Mora.
La fortuna, fama y tino de Thomas Harris fue haber creado uno de los mejores villanos de todos los tiempos, Hannibal Lecter, un psicópata inteligente, elocuente y carismático, que cada vez que hacía su aparición en las páginas de sus libros era para brillar y hacernos disfrutar de sus diálogos. Obviamente el que haya llegado al cine fue un hito del todo fundamental, pues la interpretación de Anthony Hopkins capturó completamente al personaje y fue digna de todo elogio de tal cuenta que con apenas veinte minutos de interpretación en El Silencio de los Inocentes fue suficiente para que la Academia le otorgara el Oscar a mejor actor en un rol principal.
Personalmente disfruté la trilogía original de Hannibal Lecter, incluso leí cada libro un par de veces, excepto El Dragón Rojo que le perdí la cuenta. Sin saberlo ni comprenderlo, me adentré al mundo de la novela negra y sumado a la destreza para crear un clima de tensión en la narración, Harris es por mucho mi mejor recomendación para comenzar en este género literario.
La sinopsis de Hannibal: El origen del mal, es la siguiente:
«Hannibal Lecter, huérfano y testigo de barbaridades indescriptibles, sobrevive al vendaval de la Segunda Guerra Mundial en Europa del Este. Al terminar el conflicto su tío le localiza en un orfanato soviético y lo lleva a París para vivir con él y su bella esposa, lady Murasaki. Ella le cuida y con su apoyo Hannibal se convertirá en el alumno más joven y más dotado de la facultad de medicina de París. Sin embargo, Hannibal nunca podrá olvidar lo que ha vivido. Sus demonios lo atormentan constantemente y exigen venganza. Y el joven estudiante comienza a desarrollar sorprendentes y exquisitos talentos para cumplirla.»
Apostar por contar el origen de uno de los villanos más respetables del panteón literario y hollywoodense es un gran riesgo, la mayoría de las veces los resultados son decepcionantes, de hecho, muchas veces me inclino a pensar que una bruma de misterio acompañado de una cohorte de suposiciones, hipótesis y creencias son mejores para sustentar el actuar de un personaje. Con Hannibal: el origen del mal Thomas Harris hizo un libro por encargo, se nota, es evidente, no es igual a los anteriores, ni siquiera un poco, y la historia me parece muy corta para un personaje demasiado complejo, merecía más, mucho más. No es el estilo de Thomas Harris, ni siquiera es una novela negra. Hay muchos que piensan que Harris no escribió esta novela, solamente la firmó a cambio de una buena suma, puede que no sea tan descabellada la hipótesis.
Hannibal: el origen del mal trata de contar los orígenes de un experto y brillante psiquiatra forense que asesoraba al F.B.I para resolver casos de asesinos en serie cuando de repente el giro es que él mismo es uno de esos asesinos, y uno de los peores. ¿Cómo crearle un pasado, un trauma tan fuerte que haga de un ser humano un monstruo? ¡Esa era la tarea y objetivo de Thomas Harris! y que, a pesar de haber creado un shock terrible para ese niño, ese pequeño Lecter, riñe con la lógica su desarrollo posterior y el aspecto emocional nunca deja de conectar. Y es que Harris es bueno para crear tensión del otro lado, es decir, de quienes quieren atrapar a los monstruos, no la manera en que estos se convierten en lo que son.
Califiquemos como aceptable la premisa de que un niño sufrió en manos de unos criminales nazis eslavos –la sola idea de un nazi eslavo no me cabe en la cabeza, es como una división entre cero– en la Segunda Guerra Mundial, que este niño contempló como estos nazis eslavos comían a su pequeña hermana en un acto cruel de canibalismo, luego este niño escapa, crece y se convierte en un joven que cuando tiene oportunidad empieza a liquidarlos uno por uno, cobrando así su cruenta venganza, como un típico antihéroe, porque también sorprendentemente estos soldados nazis eslavos sobrevivieron a la Segunda Guerra Mundial y no fueron capturados ni tomados como rehenes o enviados a campos de reclusión en el avance soviético. Europa no será el continente más grande, pero no deja de ser un continente; sin embargo, por coincidencia o azares del destino resulta ser que la mitad de los que le arruinaron la vida, esos soldados nazis eslavos, viven tranquilamente en la misma ciudad que él, en Paris y según parece en Paris matar no es complicado ni tiene consecuencias. Y luego, para acabar con el último nazi que le falta, viaja a Lituania en plena época del bloque soviético y mata al sujeto ahora convertido en policía, y sale de allí, del país, como don Juan por su casa. En efecto, la trama riñe con toda lógica, es básicamente una caricatura.
Es probable que si hubiese sido otro escritor, un neófito, estos disparates serían perdonables y uno diría que es un buen comienzo, que le falta todavía investigar bastante de historia, pero no está mal, y a decir verdad el libro podría pasar por bueno, pero Thomas Harris tiene la vara tan alta que escribir algo por debajo de un estándar no es lo correcto ni lo apropiado.
Thomas Harris tuvo la oportunidad para crear un pasado realmente oscuro y funesto. Tenía historias del origen de los peores asesinos en serie que podía haber tomado como inspiración, léase: Ted Bundy, John Wayne Gacy o Dannis Rader, todos asesinos carismáticos, inteligentes y con una apariencia social impecable. En lugar de eso se fue por una historia rebuscada, complicada y que no me cuadra que sea suficiente para crear un monstruo.
Para concluir, prefiero recordar a Hannibal Lecter en El Dragón Rojo o en El Silencio de los Corderos, allí es donde el personaje brilla y se luce con los mejores diálogos, incluso hasta con tintes filosóficos. Aquí no es más que un Charles Bronson adolescente que después de consumada la venganza, le agarra el gusto y lo hace por afición.
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