«Las novelas tienen finales tristes para poder sentir compasión por los demás. Para saber que hay personas que tienen más dificultades. La vida puede ser una experiencia muy diferente para cada uno, dependiendo lo que se tenga en la cabeza.»
Esta novela que tiene una complejidad que comienza en el título. En su primera publicación al español fue titulado Un final feliz, aunque el título en inglés es The Silver Linings Playbook que se traduce literalmente como El libro de jugadas de forro plateado y que posiblemente el nombre que suene mejor es El lado bueno de las cosas, título que utilizaron para la película en España, o El lado luminoso de la vida que fue la elección de Argentina y Uruguay. La versión de la novela que leí fue publicada por Debolsillo, impresa en México y por lo tanto tiene el título con el cual se le conoce en el resto de Hispanoamérica, Los juegos del destino.
Para la edición del libro que comento tomaron el poster de la película como portada. Vemos el rostro de Bradley Cooper y Jennifer Lawrence, que con las interpretaciones en los papeles de la película el primero fue nominado a varios galardones mientras Lawrence obtuvo un Oscar y el Globo de Oro, entre otros reconocimientos. Es frecuente que las editoriales utilicen el recurso de lanzar una nueva edición con un cambio en la portada o en el título, para que coincida con la película, es una buena estrategia de marketing porque muchas veces no tenemos noción de que una película está basada en un libro hasta que vemos algo que nos parece familiar en los anaqueles. Muchos libros incluso no se traducirían o no se volverían a editar sino fuera por el cine. Hay algunos lectores que les parece sacrílego cambiar la portada de la primera edición de un libro, pero francamente algunas portadas no son más que fotografías compradas que poco o nada tienen que ver con el contenido, también se da el fenómeno que las portadas cambian de una edición a otra o de un país a otro, así que no exista una regla fundamental en este proceso, es simple marketing –aunque aclaro que un buen marketing no es simple–. La portada original de la versión americana es un contraste con el contenido, se ve un cielo azul pastel con una pequeña nube casi transparente, abajo un camino en medio de lo que parece ser un barrio residencial típico, con jardines verdes y casas idénticas, y al final del camino, en el horizonte, una pareja que por el contraste de luz solo se logra apreciar simples siluetas; los caracteres que utilizaron para el título y el nombre del autor son infantiles, como si hubiesen sido hechos con una tiza. No siempre el primer intento es el mejor, y las ediciones subsiguientes tienen también la misión de corregir esos detalles.
Siempre he pensado que cuando un grupo de cineastas se proponen adaptar un libro a la gran pantalla están en constantes reuniones y empiezan a destrozar el libro haciéndose preguntas como «¿…y qué tal si en lugar de…?» y al hacer estos cambios es inevitable que haya que hacer otros más para darle coherencia al relato de tal forma suene creíble. Si el escritor está involucrado en el guion, generalmente defiende a capa y espada su obra, es el caso de Mario Puzo en El Padrino, de Anne Rice en Entrevista con el Vampiro o de J.K. Rowiling con Harry Potter, obviamente estos novelistas cedieron a hacer algunos cambios, no eran Shakespeare. Pero cuando los escritores solo venden los derechos de su obra –o quizá ya ni los tenían, eran de la editorial–, es como vender el alma al diablo, no se sabe realmente cual será el producto final que se proyectará y cuanto diferirá de la idea original o tan siquiera aún conservará su esencia o mensaje. Michael Ende hizo quitar su nombre de los créditos de Historia sin fin porque no estaba de acuerdo con los cambios, otro caso similar fue Michael Moore con Watchmen y V de Vendetta, donde no estuvo satisfecho tampoco. Pero tampoco es mi intención caer en ese debate de qué es mejor, si el libro o la película, son manifestaciones artísticas distintas, no son comparables, aunque claro, cualquiera está en su derecho de afirmar que en tal o cual caso prefiere el libro sobre la película.
«Son tus acciones y no tus deseos los que te convierten en una buena persona.»
Volviendo a Juegos del Destino, cuando vi la película pues no lo niego, me gustó. La trama enganchaba y hasta hacía reír, aunque no pretendía ser comedia. Mostraba un problema que no debía ser gracioso. Y el drama de la vida para quienes lidiaban con ello se marcó bastante bien. Pero muchos meses después que leo la novela me doy cuenta de que la película pudo haber sido mejor si hubiesen conservado ciertos detalles que hacen del libro una lectura verdaderamente entretenida, interesante y reflexiva. Entiendo que es una batalla adaptar cada capítulo, cada escena, cada conversación en un guion para una película que no debe extenderse más de dos horas. La novela posee muchos diálogos interesantes y conserva ciertos giros dramáticos y sorpresas a lo largo de sus líneas ¿Por qué estropearlo haciendo cambios tan radicales desde el principio, cambios que hacen ruido hasta el final porque deben modificar muchas situaciones para que esto encaje? Me iba a dedicar a listar las diferencias entre el libro y la película; sin embargo, creo que no es buena idea, si no se ha visto la película, arruino la película; y si no han leído el libro, arruino el libro, solo me referiré unos cuantos a manera de ejemplo.
El personaje de Pat, según la novela, padece de una amnesia y no sabe ni cómo llegó a un hospital psiquiátrico y cuánto tiempo ha estado allí. En realidad, ha perdido cuatro años de su memoria y su única misión es reunirse con su esposa Nikki, que ella le otorgue una segunda oportunidad, aunque no sabe por qué no está, únicamente supone que él hizo algo malo. Hasta el final del libro se devela lo que hace la película en los primeros minutos. Con sólo esto es indudable que los cambios fueron radicales para sostener la historia. No lo niego, hay una buena cantidad de escenas que se mantienen y fueron casi un calco de las páginas. La película es muy similar al libro, conserva su esencia que es el propósito, aunque es una pena haberlo resumido tanto. Por algo en los créditos finales se dice la frase «basado en la novela de…»
En la película hay una escena muy impresionante que no puedo dejar de mencionar: Pat (Bradley) tomó una novela y la leyó hasta la saciedad, de pasta a pasta, cuando terminó se enfureció tanto que la arrojó con fuera por la ventana y se fue a quejar con sus padres. La novela que leyó fue Adiós a las Armas de Ernest Hemingway. En las páginas de la novela esa situación fue muy distinta y por mucho, mejor; realizan un análisis de la tragedia de Hemingway y el reflejo de él mismo en sus obras a través de su punto final (el suicidio de Hemingway). También el sistema educativo es cuestionado porque libros de Hemingway forman parte del canon de los libros que deben leer los adolescentes americanos.
«En la vida real, a menudo las cosas acaban mal.»
Siempre se aplaude cuando una novela aborda a otras novelas, nos da un viaje crítico por lo que hemos leído o bien, nos ofrecen nuevas perspectivas, como personalmente trato de hacer con este post. Otros libros que menciona Mattew Quick son El Gran Gastby de F. Scott Fitzgerald, La Letra Escarlata de Nathaniel Hawthorne, La Campana de Cristal de Sylvia Plath, Las Aventuras de Huckleberry Finn de Mark Twain, El Guardián entre el Centeno de J.D. Salinger. Lo que lamento es que me haya revelado el final de un par de libros que no he leído, aunque según el autor se supone que uno ya debió haberlos leído.
Comenzar Los Juegos del Destino de Mattew Quick me causó aversión, está escrito en primera persona y en presente, que es el estilo narrativo que más me incomoda porque lo considero tramposo; pero Quick es un buen escritor y sin demora me hizo obviar ese detalle –al principio con esfuerzo–. La novela corrió con fluidez y naturalidad. Mattew Quck es una montaña rusa de emociones, pero al final cumple con el título y propósito de su obra, dar un final feliz, cerrando páginas y abriendo nuevas, un punto final de una historia es el comienzo de otra. Hay tantos finales tristes como felices, dependerá en donde se deje el separador.
«Tienes que hacer lo que puedas, y si te mantienes positivo, tienes una oportunidad.»
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