CRÓNICAS DE UNA MUERTE ANUNCIADA de Gabriel García Márquez

«Pero la mayoría de quienes pudieron hacer algo por impedir el crimen y sin embargo no lo hicieron, se consolaron con el pretexto de que los asuntos de honor son estancos sagrados a los cuales sólo tienen acceso los dueños del drama. “La honra es el amor”.»

Después de Cien años de soledad, probablemente la obra más importante de Gabriel García Márquez es Crónicas de una muerte anunciada que, aunque de una extensión moderada, contiene una gran cantidad de personajes perfectamente hilvanados en una trama que ata al lector desde la primera página. La novela está inspirada en una historia real, con ligeras modificaciones que siempre son licencias literarias para mantener el anonimato y hacer una separación entre la realidad y la ficción. Una obra notable de la literatura latinoamericana que combina el realismo mágico propio de estas tierras con un ritmo periodístico, muy diferente al de una novela policial.

La obra transcurre en un pueblo rural que podría ser cualquiera que estuviera a orillas de un puerto, y aunque no sabemos con precisión cuando transcurren los hechos, por la tecnología y los afanes de los pobladores podríamos situarlos en la primera mitad del siglo XX. Desde el comienzo de la obra sabemos que Santiago Nasar, un joven de veintiún años, de ascendencia árabe y de condición acomodada, será asesinado a sangre fría por los gemelos Pedro y Pablo Vicario. También conocemos los motivos de ese acto, el cobrar la afrenta cometida a su hermana, Ángela Vicario. Hay muy poco por descubrir, si es que realmente había algo, entonces ¿dónde están esos hilos invisibles que atrapan al lector?, se encuentran en la brillante narrativa de García Márquez.

La obra comienza muchas décadas después de haberse perpetrado el asesinato. Del narrador nunca sabemos su nombre, pero sí su relación con todos los personajes del pueblo. Él empieza a deconstruir los hechos mediante entrevistas a todos los pobladores que en algún momento fueron testigos o tuvieron una relación con Santiago Nasar. Es como un análisis de los hechos en un momento en que la pasión por el acontecimiento se ha enfriado y únicamente quedan lejanos recuerdos de una acción con tintes surrealistas. Pero al igual que los recuerdos que no tienen un orden preciso, así también encontramos los acontecimientos, en un caos ordenado de una gran cantidad de perspectivas, donde todas las historias se complementan y se traslapan, todas orbitando sobre el asesinato de Santiago Nasar.

Esta obra también está abierta a ser complementada por el propio lector, puesto que los círculos no quedan del todo cerrados. ¿Por qué dijo Ángela Vicario que Santiago Nasar era el responsable de su virginidad? ¿Realmente Santiago Nasar pudo haber tenido algo con Ángela Vicario? ¿Por qué Bayardo San Román se obsesionó con Ángela y el mismo día de la ostentosa boda ofendido la devuelve a su casa por no ser virgen? ¿Por qué hacer una boda tan impresionante, cara, lujosa en un pueblo tan apartado? ¿Por qué los gemelos Vicario estuvieron diciéndole a todo el pueblo que iban a matar a Santiago Nasar, normalmente los asesinatos no se publicitan previo a su consumación? ¿Si Santiago Nasar era inocente, qué es de la consciencia de Ángela Vicario? ¿Por qué nadie impidió el asesinato? ¿Fueron todos testigos o cómplices?

Según lo que entendí de la novela es que Santiago Nasar nunca fue parte del pueblo, siempre fue un extranjero. Ser hijo de una criolla y haber nacido y crecido en aquel lugar no era suficiente como para que lo considerasen uno de los suyos. Su ascendencia árabe era una notable letra escarlata, imposible de obviar. También es importante agregar que su condición económica era notablemente mejor que la mayoría en el lugar, eso significaba que Santiago Nasar tenía en distancia un abismo con los pobladores, tanto en linaje como en recursos. Por eso, los pobladores al enterarse que lo matarían no tuvieron ningún sentido de urgencia por salvarlo. Muchos creían que la amenaza de los gemelos Vicario no era más que un pleito de borrachos, no le dieron ninguna importancia. Posteriormente, el pueblo tampoco se endureció o enardeció con el asesinato, tomaron más favor por los victimarios que por la víctima, nadie vengaría ni lloraría, a excepción de la madre, a Santiago Nasar. Y es aquí en donde vemos la brutalidad rural, en las emociones pasionales, donde una ofensa se cobra con la sangre, sin reparar en el sentido de la justicia. Poco importaba que Santiago Nasar fuera culpable o inocente de haber desvirgado a Ángela Vicaria, además que, si este supuesto tuviera algo de cierto, nadie merece perder la vida por eso, es un completo desequilibrio, una locura, inhumano. Tanto Ángela como Santiago eran adultos, si así pasó, todo fue consentido. En cualquier caso, García Márquez muestra la realidad de los pueblos latinos en el siglo XX, machistas y misóginos, xenofóbicos, racistas y clasistas, además de la naturalidad de la aceptación de la violencia.

Los gemelos Vicario, tres años mayores que Santiago, toman por verdadera la confesión de la hermana. Ángela Vicario pudo haber recibido una paliza de su esposo en la noche de bodas o que él mismo haya mentido sobre la virginidad, pero los hermanos no tienen asomo de duda. Creen que el pobre marido agraviado tiene razón de repudiar a su recién esposa y pronto, sin que existiera ninguna certeza, pista o mínima insinuación, juzgan y sentencian a muerte a Santiago Nasar. En toda la historia nadie comenta ni siquiera un cruce de miradas entre Ángela y Santiago. Este joven apenas era consciente de Ángela, pues la distancia entre ambos era insalvable. Además, Santiago Nasar tenía una novia desde la escuela, Flora Miguel, con quien se iba casar ese mismo año. En cualquier caso, el único potencial pecado de Santiago era la probabilidad de que hiciera su amante a Divina Flor, hija de Victoria Guzman, su cocinera.

Todos sabían que a Santiago Nasar lo iban a asesinar, todos sabían que los perpetradores serían los hermanos Vicario, todos sabían las razones, de las armas asesinas, de donde iban a matarlo, incluso a qué horas, pero nadie hizo nada. Todos sabían, menos Santiago Nasar.

En un comentario aparte, nunca había entendido un segmento de la canción Lamento boliviano de Enanitos Verdes que decía: «Nena no te peines en la cama que los viajantes se van a atrasar» hasta que leí en esta obra de García Márquez esto: «Muchachas –les decía–: no se peinen de noche que se retrasan los navegantes». Que es un dicho, una superstición, en la que se asocia el peinarse en la noche con un retraso del novio, esposo o amante, un viaje más prolongado de lo esperado. Gracias a García Márquez ahora se que significa eso que juzgué como un sinsentido.

«También el amor se aprende.»