«Liberal es aquel que defiende el respeto irrestricto de los proyectos de vida ajenos porque cree con total convicción en la igual dignidad de los seres humanos sin excepciones, dignidad de la que solo tiene sentido hablar cuando a todos se nos reconoce la libertad y responsabilidad de perseguir nuestros fines y sueños sin dañar a otros y trabajando con los medios de los cuales disponemos. El liberalismo es así la filosofía humanista por excelencia, porque promueve un respeto inquebrantable por la vida, la libertad y la propiedad de las personas a quienes ve como fines en sí mismas y nunca como medios para ser utilizados coactivamente para satisfacer fines o necesidades de otros» Axel Kaiser.
Gloria Álvarez es una influencer y politóloga guatemalteca portavoz millennial de la filosofía libertaria, posee estudios en relaciones internacionales en la Universidad Francisco Marroquín entre otros logros académicos en instituciones internacionales. Es conferencista, locutora y presentadora de televisión, muy activa en redes sociales, sobre todo. Conduce un programa de radio local, LiberViernes de Libertópolis. Su primer libro, El engaño populista, fue publicado en 2016 en coautoría con Axel Kaiser, en 2017 publicó Cómo hablar con un izquierdista y dos años después, siguiendo con la misma dinámica, al menos en el título, publicó Cómo hablar con un conservador, que tiene como subtítulo Un ensayo sobre las diferencias entre liberalismo y conservadurismo.
En Cómo hablar con un izquierdista, que es el predecesor del presente libro, Gloria Álvarez exponía los puntos y temas con un tono mordaz, contrastándolos sin ningún miramiento con la realidad y el pasado histórico. La lectura era constructiva y reflexiva al mismo tiempo que divertida sin caer en el abismo de lo irreverente. En cambio, Cómo hablar con un conservador tiene un todo distinto, Gloria sintoniza un estilo más académico y reservado, más conservador. Si bien es cierto que busca poner en evidencia el porqué el conservadurismo es un obstáculo político y social, lo hace con más tacto, como si intentara evitar herir susceptibilidades. En Cómo hablar con un izquierdista Gloria va directo a la yugular y pone en evidencia la cohorte de absurdos, monstruosidades e ingenuidades; en Cómo hablar con un conservador intenta la persuasión por los argumentos y una narrativa discursiva que va de lo teórico a lo personal.
Cómo hablar con un conservador empieza como un ensayo, bastante profesional y dedicado, con citas, extractos de varios autores, hilvanando las ideas al mismo tiempo que explicándolas y contrastándolas con otras teorías y hechos. Luego, inserta algunos espacios (literalmente espacios grises que no forman parte del ensayo) en un tono más desenfadado, casual y hasta personal, esto último con algunos tintes autobiográficos. En el ensayo Gloria Álvarez se luce, no se puede negar que lo preparó y estructuró bastante bien y que sus más de cuarenta fuentes bibliográficas son una buena base. No es el intento de un ensayo, es un ensayo que bien podría ser un documento completamente académico (que hasta destila ese sabor universitario). No obstante, es en los párrafos y páginas incrustadas, que son libres y tal vez hasta azarosas, donde tenemos una mejor aproximación del pensamiento y personalidad de Gloria Álvarez. Es allí donde ella nos dice que lo que estamos leyendo no es implícitamente un ensayo, sino su objetivo de vida.
En la contienda política general e históricamente se ha observado al menos dos facciones de forma muy definida que buscan el poder porque consideran tener el modelo correcto de gobierno. Por ejemplo, hemos visto monarquistas contra republicanos, absolutistas contra constitucionalistas, y más recientemente, derecha contra izquierda. En esa facción de derecha tampoco es que haya homogeneidad, allí es donde encontramos todavía esa división entre conservadores y liberales que antes era mucho más marcada, pero que con el surgimiento del socialismo parecieron unir fuerzas contra un mal mayor.
«El conservadurimos es una doctrina política social de reacción nacida de la ruptura de una tradición y de la necesidad de encontrar argumentos para defenderla o restablecerla. No es un movimiento ligado a un devenir general de la historia occidental, sino un ideario subordinado a las diferentes historias nacionales» Lorenzo Bernaldo de Quirós.
Una definición de liberal bastante precisa es con la que abro esta reseña; que es en realidad una interpretación del liberalismo clásico que en sí mismo representa la esencia de lo que significa ser libertario. Gloria Álvarez expone que el individuo y sus derechos son inalienables y que «son tres derechos: derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad privada» los que defiende todo libertario. Ninguno de estos derechos está por encima de otro, aunque no niega que en ocasiones la línea que los divide es bastante difusa que lleva al planteamiento de criterios muy influenciados por la moralidad. En todo caso, aboga por un estado menos poderoso cuyo gobierno únicamente se dedique a garantizar la seguridad y la impartición de la justicia y no a interferir en decisiones de carácter personal como la educación, el matrimonio, la religión, etc.
Gloria Álvarez abre con una crítica a Edmund Burke, a quien se le considera el padre de los conservadores. Esta crítica no es más que la refutación e insostenibilidad de los postulados de Burke. Aunque Gloria Álvarez apela a la costumbre, nacionalismo y tradición como los principales elementos que influyen en un pensamiento conservador, también muestra que existen otras causas subyacentes y contradictorias que buscan perpetuidad del poder, continuismo de privilegios y que a la larga se traducen en corrupción y formas de dictaduras que son tan perniciosas como las creadas por el socialismo, que no es decir poco.
La confusión de los libertarios y los progresistas de izquierda es otra de las exposiciones y preocupaciones de Gloria Álvarez. A menudo la defensa de los derechos sociales se relaciona con grupos minoritarios que también simpatizan con ideas menos democráticas. Las ideas que generalmente se pregonan en estos ámbitos son el aborto, el matrimonio igualitario, la eutanasia, la despenalización de las drogas, la venta libre de órganos. En algunas de estos temas Gloria Álvarez desarrolla capítulos enteros con muy buenos argumentos; en otros, pues se queda un tanto corta, apenas si los toca, como lo es el caso de la eutanasia y la venta libre de órganos, que lo poco que menciona y la forma en que lo argumenta no termina por convencer y palidecen completamente, como si hasta la autora no estuviera del todo convencida.
En términos generales las exposiciones de Gloria Álvarez son buenas, en algunos casos brilla, en otros no tanto, probablemente por esa contención que irónicamente hace parecer a este libro el más conservador en el que ella haya participado. Francamente me pareció demás algunos comentarios negativos que hizo contra la administración de Clinton y la de Obama (quizá tuviera algún fundamento, pero no lo evidenció) y, por otra parte, la carta abierta dirigida a Trump es un despropósito completo, pues no solamente es bastante condescendiente sino incluso hay un inmerecido voto de confianza.
El prólogo de Carlos Alberto Montaner es nefasto, está muy disperso y evidencia no haber leído el libro, es como si solo supiera del currículum de Gloria Álvarez. Se que las intenciones de la editorial eran que un viejo exponente del liberalismo como Carlos Montaner apadrinara a una nueva generación de defensores de la libertad, pero cuando ni se molestan por ahondar más y ofrecer solamente unas líneas por salir de paso, pues da un poco de pena. Hubiera sido mejor que Axel Kaiser escribiera el prólogo, él al menos si hubiera leído su contenido.
Respeto e incluso comparto mucho del objetivismo de Ayn Rand, quien se ha convertido en los últimos años en un estandarte para los libertarios y que constantemente es citada por Gloria Álvarez para sustentar sus apologías. No obstante, también me parece que a priori las soluciones son demasiado simples para temas muy complejos, y que no todo pues ser reducido a dos categorías: blanco y negro. Creo que el aborto, el matrimonio igualitario, entre otras cosas, tienen múltiples trasfondos que utilizan los conservadores para apalancarse la popularidad de las masas mucho más reactivas e incendiarias por defender una supuesta realidad moral que al mismo tiempo es inexistente y utópica. No porque se legalice el aborto habrá largas filas de mujeres embarazadas dispuesta a practicarse un procedimiento, no porque se despenalice las drogas habrá más drogadictos, no porque se permita la eutanasia aumentará el número de muertes; en realidad todo seguiría igual, sería el mismo número de abortos, el mismo número de drogadictos, el mismo número de suicidios asistidos, la diferencia es que todo esto se realizaría bajo un marco de seguridad. Lo importante es que el estado no es quien decidirá, sino el individuo y eso es lo que implica la libertad.
A pesar de algunas aristas, Cómo hablar con un conservador es un buen libro. Funciona como una instrucción al liberalismo, expone la naturaleza de ser libertario y también abarca algunos temas polémicos de actualidad. Existen muy buena investigación y notas, además del esfuerzo creativo en marcar las diferencias irreconciliables no solo con el conservadurismo, sino también con el izquierdismo.
Cierro con algunas líneas que me parece que valen la pena citar y releer.
«Existen solamente dos formas de obtener riqueza: produciéndola o saqueándola.»
«La república sin democracia es una tiranía de las oligarquías, pero la democracia sin república es una tiranía de las demagogias.»
«En una democracia, las que mandan son las personas. En una república, la que manda es la ley. Eso le quita discrecionalidad al poder.»
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