«Un resumen de su itinerario sería el de un cuerpo que se dedicó hasta sus últimas fuerzas a atender otros cuerpos. A contemplar y manipular otros cuerpos. Y, conforme a las consignas de Paré, a colocar sus órganos en posición normal, a unir lo separado, a separar lo unido, a quitar lo superfluo y a tratar de modificar lo que la naturaleza ha deformado.»
Jorge Volpi es un escritor mexicano ganador del Premio Biblioteca Breve en 1999 por su obra En busca de Klingsor y el Premio Alfaguara en 2011 por Una novela criminal. Graduado en derecho más por inercia que por vocación, no tardó en dedicarse a la literatura, por lo que obtuvo una maestría en letras mexicanas y posteriormente un doctorado en filología hispánica. Su obra, compuesta por novelas, cuentos y ensayos, ha sido traducida a veinticinco idiomas y elogiada por la crítica. Volpi es considerado uno de los escritores más importantes de México en la actualidad y una docena de premios y reconocimientos nacionales e internacionales lo confirman y demuestran.
Jorge Volpi forma parte de un movimiento de escritores mexicanos llamado la Generación del crack, que fue un impulso que tomaron a finales de los noventa siete escritores tras la publicación de cinco novelas que en conjunto formaban algo que se le denominó Manifiesto Crack. La intención era recuperar el espíritu vanguardista y cautivador del Boom latinoamericano, por lo que muchos lo llaman también postboom mexicano. Tres bosquejos del mar fue una de esas novelas la cual la firmaron Eloy Urroz, Jorge Volpi e Ignacio Padilla. Eloy Urroz es también muy buen amigo de Volpi y se menciona varias veces en las páginas de Examen de mi padre.
La tradición de los escritores de esbozar la memoria, legado o ausencia de sus padres nos ha dado verdaderas joyas que transitan en la calidad literaria sin ser precisamente literatura, sino una forma de biografía salvando los elementos de la ficción o un ensayo que por momentos es empujado a los límites de la filosofía y ontogenia. Grandes ejemplos de esto son Ordesa de Manuel Vilas, La invención de la soledad de Paul Auster y El olvido que seremos de Hector Abad Faciolince. Cada obra es única y tiene su propio germen reflexivo que termina calando hondo, muy profundo en la mente y en la conciencia del lector. Jorge Volpi con el Examen de mi padre se suma a esta tradición y nos ofrece una obra redonda, excelente.
Examen de mi padre es un libro que está formado por diez ensayos a los cuales Jorge Volpi los llama lecciones y los titula con un nombre biológico inherente al ser humano y que guarda coherencia con la profesión de su padre que era médico cirujano, además hay un título alternativo, más literario, que guarda relación y significado con el cuerpo o la parte del cuerpo, pero al mismo tiempo simboliza la unión de padre e hijo. Estos ensayos son: El cuerpo, o De las exequias; El cerebro, o De la vida interior; La mano, o Del poder; El corazón, o De las pasiones; El ojo, o De los vigilantes; El oído, o De la armonía; Los genitales, o Del secreto; La piel, o De los otros; Las piernas, o De los caminantes; El hígado, o De la melancolía.
A diferencia de otros libros que retratan el duelo por la ausencia del padre, en esta obra de Volpi tal parece ser que el ciclo se ha cerrado. Si bien es cierto que la remembranza sacude cierta vena de tristeza, pronto la aceptación y la honra a la memoria toma su lugar y marca una distancia entre el recuerdo y su emoción. El título global, Examen de mi padre, alude también a una autopsia, aunque no biológica, sino a lo que su padre representó en pensamiento, acción y vida y su perfil más amplio, la patria misma, México. Una autopsia identifica los órganos que fallaron y como fallaron, encuentra la herida, el cáncer, la sepsis, lo que fuera, pero también encuentra órganos sanos, partes que antes eran vida, una vida. Volpi muestra los claros y oscuros, convierte a su padre en humano, un hombre, tal como también lo es él, con días buenos, con días malos, con máculas y brillos.
Cada ensayo es un bloque completo. No hay ningún punto y aparte. Son párrafos de decenas de páginas en los que Volpi nos muestra su talento narrativo y la afamada calidad literaria en el que pese a ser un documento de no ficción, pergeña con mucha soltura una estructura en el que muchos pensamientos, ideas, datos, teorías e información se van entrelazando uno a uno, con completa coherencia, tal y como si la nueva oración fuera la consecuencia de la anterior. Es probable que encontremos algún punto y seguido forzado, que bien podría ser un punto y aparte, pero que finalmente no nos importa demasiado porque lo que ha logrado es impresionante. Se requiere muchas horas para crear un párrafo, al menos uno bueno, de una página. Escribir un párrafo de treinta páginas y de un ensayo es un trabajo que podría durar meses.
Cada capítulo, es decir, ensayo toma temas diferentes, pero respeta una estructura como si fuera una convención. El padre representa una puerta que una vez traspasada nos transporta a un lugar lleno de esquinas e historia. Jorge Volpi comienza describiéndonos una faceta de su padre, algo con lo cual se distinguió, un gusto, una idea o un recuerdo; a partir de allí encuentra el tema o los temas en los cuales verterá información más histórica que científica, porque no busca explicar lo que sucede, sino como es que llegó a suceder. Eventualmente los temas también son sus preocupaciones y del padre pasamos al hijo y es allí donde el ensayo toma un cariz más autobiográfico y Volpi nos permite conocerlo al mismo tiempo que realiza un ejercicio de introspección y conciencia que inevitable e ineludiblemente lo obligan a ver al individuo como la consecuencia y causa de la sociedad. Los temas con los cuales comenzó el ensayo se fueron transformando en una denuncia a lo que México se ha convertido o quizá lo que siempre ha sido. Y es terrible también notar que esos problemas sociales que creemos tan propios del país de Volpi resultan tan comunes y locales en más de un centenar de países alrededor del mundo, principalmente los latinoamericanos.
Los ensayos son independientes y autosuficientes, pueden revisitarse sin necesidad de respetar algún orden. A pesar de que se llamen ensayos, su escritura mezcla el estilo novelístico literario con el periodismo, en este último hay momentos que parece como si estuviéramos leyendo una columna de opinión.
Examen de mi padre es un libro bien pensado hecho para pensar. Volpi entre todas las líneas que escribió menciona si acaso el mundo necesita un libro más habiendo ya tantos. Francamente no considero que Examen de mi padre sea un libro más. Libros así son los que más hacen falta. En un solo volumen encontramos temas como la música, literatura, la ciencia, la paternidad, la familia, historia de la medicina, la consciencia y el patriotismo; aunque también encontramos otros como los prejuicios, la política, la corrupción, la violencia, el machismo, el malinchismo, y largo etcétera.
Para finalizar, unas líneas que fui rescatando durante la lectura y que indiscutiblemente vale la pena volver a leer:
«Así como la enfermedad hace estrato en órganos y tejidos, otros males, la impericia y la avidez de la clase gobernante, o la corrupción generalizada, son capaces de devastar las estructuras que mantienen con vida –y en paz– a una nación.»
«Podrás ser todo lo inteligente que gustes (o finjas) pero ello no te vuelve menos distante, altanero e inaprehensible.»
«Quien se cree más listos que los otros nunca acabará por integrarse con los otros.»
«Amor y dolor van siempre unidos. No solo porque alguien nos haga sufrir, sino porque cuando amamos el dolor del otro se vuelve nuestro.»
«Sentir el dolor del otro debería ser una de nuestras metas cotidianas. Pero la miseria nos rodea de tantas maneras, nos acostumbramos tanto a verla que preferimos olvidarla.»
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