«También por eso leía tanto, ahora. Leer, había aprendido en la cárcel, sobre todo novela, le permitía habitar su cabeza de un modo distinto; cual si al difuminarse la frontera entre realidad y ficción pudiera asistir a su propia vida como quien presencia algo que le pasa a los demás. Aparte de aprenderse cosas, leer ayudaba a pensar diferente, o mejor, porque en las páginas otros lo hacían por ella. Resultaba más intenso que el cine o en las teleseries, éstas eran versiones concretas, con caras y voces de actrices y actores, mientras que en las novelas puedes aplicar tu punto de vista a cada situación o personaje.»
Arturo Pérez-Reverte es un escritor español famoso por haber creado la saga del Capitán Alatriste. En su juventud fue un periodista muy tenaz y arrojado, fungiendo como corresponsal de guerra en varios de los principales conflictos armados de la última mitad del siglo XX, haciendo presencia en países como Chipre, Nicaragua, Sudán, Croacia, Sarajevo, Bosnia, etcétera; esto le hizo merecedor de varios reconocimientos por su labor periodística. Es miembro de la Real Academia Española desde 2003. Pérez-Reverte es una persona con mucho carácter y bastante controvertido en sus interacciones en redes sociales donde defiende principalmente el buen uso del lenguaje y critica la autocensura y las posiciones políticamente correctas. Como escritor es bastante prolijo, donde cada año nos ofrece al menos una obra salida de su puño y letra, muchas de ellas con excelente calidad literaria, lo que también lo ha llevado a acumular docenas de premios y reconocimientos en su trayectoria como novelista.
La reina del Sur es una novela publicada en 2002 cuya historia parece atemporal, puesto que no ha perdido actualidad y relevancia en casi dos décadas y con toda probabilidad permanecerá con esa característica por mucho tiempo más. Las temáticas de fondo planteadas: el narcotráfico, la corrupción política, el submundo criminal, siguen afectando a la sociedad y no parece que el combate frontal declarado por los gobiernos haya minado el tamaño y campo de acción de las mafias, incluso parece que siguen creciendo y extendiéndose con los mismos métodos y códigos, salvo que con más tecnología.
La reina del Sur no es una novela de mafias o narcotráfico, pese a lo que el título o la sinopsis nos haga creer. Es la historia de una mujer, Teresa Mendosa, que cayó en ese mundo y que lejos de convertirse en una víctima mortal por los errores de otros, decidió sobrevivir, abrirse paso y escalar en un mundo de hombres rudos, crueles y sanguinarios. La sinopsis de la edición de bolsillo ni siquiera es tal, sino que es la potencia del primer párrafo de la primera página:
«Sonó el teléfono y supo que la iban a matar. Lo supo con tanta certeza que se quedó inmóvil, la cuchilla en alto, el cabello pegado a la cara entre el vapor del agua caliente que goteaba en los azulejos. Bip-bip. Se quedó muy quieta, conteniendo el aliento como si la inmovilidad o el silencio pudieran cambiar el curso de lo que ya había ocurrido. Bip-bip. Estaba en la bañera, depilándose la pierna derecha, en agua jabonosa por la cintura, y su piel desnuda se erizó igual que si acabara de reventar el grifo de agua fría. Bip-bip. En el estéreo del dormitorio, Los Tigres del Norte cataban historias de Camelia la Tejana. La traición y el contrabando, decían, son cosas incompartidas.»
Varias de las obras de Arturo Pérez-Reverte han sido adaptadas al cine o a la televisión; no obstante, Pérez-Reverte cede los derechos sin condiciones y eso significa que él no posee ningún tipo de injerencia creativa, ni aun de consultoría, sobre el producto final. Algo parecido pasa con los libros de Stephen King, donde si comparamos la película con el libro notamos que los cineastas se tomaron muchas libertades y casi no reconocemos la historia. La reina del Sur fue adaptada en 2011 por Telemundo en el formato de telenovela mexicana. La telenovela, con dos temporadas y 123 episodios, ha sido de las más exitosas de esa productora y catapultó la carrera de Kate del Castillo que hasta la convirtió en la actriz fetiche de Joaquín «El Chapo» Guzmán. Fue tanto la trascendencia de La reina del Sur en su formato televisivo que terminó por mancillar a la propia obra escrita. Las telenovelas por definición son melodramas cursis, de bajo presupuesto y mal actuados, cuyo fin es llenar una programación, sin demasiadas pretensiones más que el gancho de las historias de amor y carisma y belleza de sus actrices y galanes (que en telenovelas se le llama galán porque casi no actúan o sobreactúan). ¿Por qué alguien querría leer una telenovela? A Pérez-Reverte unos cuantos capítulos de la telenovela le bastaron para sentirse incómodo y no reconocer su obra en lo absoluto. De ese momento insufrible mejor es ahorrar las palabras peyorativas que el autor usó. El libro publicado por Pérez-Reverte es una obra con calidad literaria como pocas, donde utiliza magistralmente varias herramientas narrativas, mostrando su talento como novelista consumado al mismo tiempo que deja semillas reflexivas que calan en el lector, diferente a su adaptación telenovelesca que sigue las mismas fórmulas de Televisa y Caracol TV.
En La reina del Sur nos encontramos con dos tipos de narración que al mismo tiempo proviene de un mismo origen. Un periodista conoce a Teresa Mendoza, una dama distinguida, millonaria, con guardaespaldas, pero también temida e inaccesible porque se conoce, aunque no se puede probar, el cuestionable origen de su riqueza y posición. Teresa Mendoza es como un mito viviente, una leyenda. Este periodista decide investigar e indagar en el pasado de la que llaman la «reina del Sur». La mayor parte de la novela se desarrolla con una voz narrativa omnisciente y lineal, es decir, en el orden cronológico de los hechos, esta parte del momento en que la vida de Teresa Mendoza cambió, el día que se enteró de que iban a matarla, cuando apenas tenía 23 años y su único crimen era ser la mujer de un traficante de Culiacán, alguien llamado Raimundo «el Güero» Dávila. La otra voz narrativa es la del periodista, es en primera persona y en presente, aquí seguimos al narrador en su investigación, acercamiento y entrevistas con personas que conocieron a Teresa Mendoza, que fueron parte de su pasado. A través de esos testimonios el periodista busca reconstruir el camino que la llevó no solamente a transitar por el crimen organizado, sino llegar a una posición de poder.
Pérez-Reverte nos lleva por Culiacán, Cádiz, Marruecos y Gibraltar, con una descripción de las locaciones, costumbres y leyes, así como de los códigos criminales de la región. Es evidente la agudeza periodística de Pérez-Reverte cuya investigación lo llevó a estar físicamente en esos lugares y relacionarse con personas de la localidad. Los personajes tampoco se quedan atrás, todos, incluso los secundarios, están bien desarrollados y tienen un porqué de aparecer en las páginas. Sin embargo, ningún personaje es como Teresa Mendoza que como protagonista literalmente se roba toda la novela. Es una mujer fuerte, valiente e inteligente, aprende constantemente y cuando toma una decisión, es determinada y persistente; además, es leal, prudente y con sangre fría cuando debe serlo. Por momentos uno llega a creer que está ante una biografía novelada de una narcotraficante y no una obra de ficción y eso es porque Pérez-Reverte no solo se documentó, investigó y viajó, sino que también se inspiró en la vida de una narcotraficante real, Sandra Ávila Beltrán, que de hecho se le conoció como «La Reina del Pacífico», su tío era el primer gran narcotraficante mexicano, el apodado «Jefe de jefes», Miguel Ángel Félix Gallardo.
«De ese modo había llegado a la convicción de que era inútil desesperarse o luchar por nada que no fuese el momento concreto, el acto de inspiración y espiración, los sesenta y cinco latidos por minuto que la mantenían viva.»
No dudo que utilizar Cádiz y Marruecos fue un recurso muy apropiado para llevar la historia de Culiacán a tierras conocidas, y que mejor que una sinaloense para desarrollar y perfeccionar las técnicas de tráfico de drogas en el estrecho de Gibraltar y plantarle cara las mafias europeas. Sin embargo, algo que debo reconocer en Pérez-Reverte y es para aplaudirle de pie, es que cuando la acción se desarrolla en México o cuando habla, piensa o siente Teresa Mendoza, es como su lo estuviera escribiendo un mexicano, tal y como si estuviéramos leyendo a Guillermo Arriaga. Pérez-Reverte se siente muy fluido con los mexicanismos, que son usados apropiadamente en cantidad y contexto. Y los diálogos son algo que también debo de subrayar, que no son abundantes, de hecho, son pocos y muy justos. Con un par de palabras o un gesto, Pérez-Reverte hace que sus personajes digan mucho.
La reina del Sur es la mejor novela de Pérez-Reverte que he leído, aunque tampoco es que me haya leído toda la bibliografía del autor, pero reconozco que lo que aquí logró es difícil de replicar. El autor se impuso una vara muy alta. No veo a Arturo Pérez-Reverte como un feminista, pero esta novela en esencia lo es y como muy pocas. El empoderamiento e independencia que logra su protagonista es una muestra de ello. La única persona que la ayudó fue su amiga presidiaria y posteriormente socia, Patricia O’Farrel, luego están todos los hombres que van apareciendo que la quieren matar, traicionar o están con ella porque conviene a sus intereses, después de todo es un mundo criminal y no se podía esperar menos. Aunque, por otro lado, tampoco es una apología al crimen. Todos tarde o temprano terminan pagando las consecuencias de sus decisiones y por la riqueza mal habida, y no es la cárcel la forma de pago habitual. Teresa Mendoza empieza como una consecuencia colateral y molesta de las decisiones de otros, hasta que toma el timón de su vida, lamentablemente, a pesar de todo, se ha construido una jaula de oro donde la soledad y la desconfianza son la rutina. Si visteis la telenovela, olvidarte de ella, que la obra de Pérez-Reverte es otra cosa.
Para cerrar, algunas líneas que fui recolectando durante la lectura y que son muy buenas, vale la pena volver a por ellas.
«No hay dos libros iguales porque nunca hubo dos lectores iguales.»
«Las novelas permitían vivir cosas para las que no bastaba una sola vida.»
«Lo que decimos nos aprisiona mucho más que lo que hacemos o lo que callamos.»
«La trastienda de un novelista es una mochila donde vas echando cosas, y un día las sacas y las ordenas y las mezclas con otras y te sale una historia.»
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