«Los generales alemanes son conscientes de que la guerra está perdida. Lo sensato sería pactar con los aliados un armisticio honorable, pero Hitler y sus compinches saben que eso significaría tener que responsabilizarse por las atrocidades cometidas cuando estaban seguros de que ganarían la guerra y de que sus crímenes quedarían impunes. Deciden resistir a ultranza aunque ello conlleve el absurdo sacrificio del pueblo alemán, ahora preso en un sistema policial y terrorista.»
Juan Eslava Galán es un escritor e historiador español, muy conocido por sus obras de corte histórico, tanto en literatura como en ensayos, investigaciones y otras publicaciones más del orden académico o de divulgación. Ganó notoriedad en 1987 cuando obtuvo el Premio Planeta con su primera novela En busca del unicornio. Siendo un escritor novel en el género narrativo, fue una verdadera sorpresa para la crítica y para los lectores en general. Lo que no fue una sorpresa fueron los reconocimientos siguientes, donde cabe destacar el Premio Fernando Lara de 1998 por su novela Señorita y el Premio Primavera de Novela en 2015 por Misterioso asesinato en casa de Cervantes.
La narrativa para Juan Eslava Galán es apenas una parte de todo lo que ha publicado en más de 40 años, donde la mayor parte son libros de biografía e historia y una serie en especial, Historia para escépticos, destaca tanto por su investigación, prolijidad e hilaridad. La segunda guerra mundial contada para escépticos, publicada en 2014, es el tercer libro de esta serie y probablemente el más popular.
Decir que Juan Eslava Galán no se toma en serio la historia sería una acusación torpe e imprudente, puesto que su vida la ha dedicado precisamente a ello, son décadas de escribir artículos, columnas, ensayos, tesis, libros, eso sin mencionar las cátedras universitarias, exposiciones y conferencias. No obstante, Eslava Galán se dio cuenta de que la mayor parte de los libros de historias se toman así mismo con mucha solemnidad y terminan convertidos en descripciones de acontecimientos, cuidando a raja tabla la neutralidad de la redacción evitando cualquier parcialidad o inclinación política e ideológica. Eslava Galán como académico ha escrito así y sabe que el ojo crítico del historiador debe enfatizar seriedad y profesionalismo. Sin embargo, esta atención al cuidado termina por hacer libros aburridos y de vez en cuando el historiador quiere hacer un comentario desenfadado o jocoso, que la distancia de los acontecimientos y dominio del tema ya se lo permite. De allí que la serie Historia para escépticos sean libros de historia, con un ritmo cronológico de los acontecimientos, pero narrados de una manera diferente, más fresca y personal, sin perder la seriedad de los hechos.
El escepticismo como doctrina filosófica no es más que la admisión de que no hay un saber firme o definitivo, que toda verdad puede ser cuestionada. Aunque coloquialmente hemos aceptado como escéptico a aquella persona desconfiada o al menos con un nivel de recelo sobre lo que ve, escucha o lee, es decir escéptico es el antónimo de crédulo. Sabemos que la historia que conocemos es una generalidad y que si miramos más a fondo encontraremos más datos que pueda que hasta se contradigan. Toda buena novela, toda gran novela, narrativamente es monumental y en su extensa trama hay subramas que atañen a cada personaje secundario. Ni el mejor novelista logra salvarse de ciertas contradicciones, a las que debe llamar licencias narrativas. Así mismo es la historia: es monumental porque implica a toda la humanidad, pero los actores, sus motivaciones, sus pequeñas historias personales, no son para nada pequeñas. Una historia contada para escépticos no es la reconstrucción de las versiones oficiales con cariz conspirativos o revisionista, eso sería exactamente lo contrario. Un escéptico, por naturaleza, no se inclinará de ninguna manera a absurdos, se suscribe a los hechos, a lo que se puede probar. Eslava Galán, como buen escéptico, esboza este fragmento de la historia del siglo XX, la Segunda Guerra Mundial, e hila fuentes oficiales con otras testimoniales para darle cuerpo y profundidad a los acontecimientos, y principalmente, para revestir a los actores de los defectos, temores, debilidades y estupidez, y por qué no, de los valores y cualidades que implica ser humano.
Se han escrito cientos de libros de la Segunda Guerra Mundial y por lo menos medio centenar fueron las fuentes bibliográficas recurrentes de Juan Eslava Galán para este proyecto en sí mismo ambicioso, puesto que logró hacer un resumen, aunque no lo parezca por la extensión de la obra (más de setecientas páginas), de todo. Encontramos no solo a Hitler y su círculo, sino también datos de todos los países involucrados y sus líderes, incluso hay mucha información de Japón y la guerra del pacífico que normalmente no tiene tanto eco como los acontecimientos en Europa.
Para una segunda muestra de la redacción de Eslava Galán, cito el siguiente fragmento:
«Resulta difícil admitir que un hombre de tan pocas prendas cautivara a una sociedad tan culta como la alemana. A no ser que cuestionemos a esa sociedad y sospechemos que en ninguna otra habría prosperado tamaño monstruo. El nazismo fue, para muchos alemanes, una religión; o quizá, afinando más, una secta destructiva cuyos adeptos seguían ciegamente a Hitler, su gurú, su maestro infalible, su profeta carismático, su dios.»
La Segunda Guerra Mundial contada para escépticos es un libro documental, lleno de pies de páginas, información interesante, datos ampliados, anécdotas y testimonios, ilustraciones de todo tipo, donde seguramente encontraremos algo que no sabemos y aprenderemos de historia, mientras nos dejemos llevar por el gancho expositivo de Eslava Galán, que es la verdadera guinda. Difícilmente leeremos una enciclopedia sobre la Segunda Guerra Mundial, pero difícil será no terminar de leer o no querer más libros de Eslava Galán.
Para cerrar, algunas líneas que vale la pena leer nuevamente:
«Las victorias estratégicas son las que, a la postre, valen. Con ellas se ganan las guerras.»
«Hay gustos que merecen palos.»
«Es sabido que el caldo de cultivo del comunismo es la miseria: donde hay pobreza y hambre, la gente se echa en brazos del comunismo.»
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